“Canta, oh diosa, la cólera de…”

por Oct 25, 2019

“Canta, oh diosa, la cólera de…”

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“Canta, oh diosa, la cólera de…” 

Y así fue como comenzó nuestra historia. 

Supimos desde el principio que saldría mal,

porque nada que empiece torcido y enjaulado,

atrapado en un caballo de madera,

tiene posibilidades de ir en ascenso. 

 

Pero habrá que retroceder;

retroceder hasta el punto donde 

aún teníamos fuerzas para luchar

y los griegos (o nosotros) 

aún estaban (o estábamos) 

en el bando vencedor. 

 

Quizá te preguntes cuál fue la razón,

el punto de no retorno, 

el segundo en el que comenzó 

la guerra entre Aquiles y los troyanos. 

Ojalá pudiera decírtelo. 

 

Lo nuestro fue un camino

lento, 

tortuoso, 

como el de aquel cadáver

arrastrado por un carro.

 

Se inició mucho antes. 

Seguramente en la primera conversación.

Desde el minuto en el que 

vestidos con la armadura de otro, 

nos atrevimos a luchar por algo 

que más que perdido,

 ya estaba muerto. 

 

Y ahora, 

cuando todo termina,

en el momento en el que entendemos

(o nos hacen entender)

que todo ya está roto,

toca hacer inventario

 

— del tiempo perdido

— y los corazones rotos.

 

Llega la separación de bienes: 

(tú)s abrazos                                                                                                                             yo mi risa

 

¿Y quién se queda con el amor?

¿A quién le corresponde 

que Briseida le acompañe

en esta nueva batalla?

 

Dime, ¿quién gana, al final,

esta Guerra de Troya?

 

Oriana Baraisi 

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