Locos enamorados
Suena la aurora boreal lila,
con las estrellas brillando lejos
y yo aquí, esperando a ver que me miras
y no solo en mis sueños.
Suena la aurora boreal lila,
con las estrellas brillando lejos
y yo aquí, esperando a ver que me miras
y no solo en mis sueños.
¿Alguna vez has visto al coco, a Freddy Krueger o al tío Camuñas? ¿No? Pues yo tampoco. Sé que es una pregunta absurda, pero para mí tiene todo el sentido del mundo, porque yo no veo a ese “ente maligno”, sino que lo siento.
Leer másEl mismo que te enfundaste recostando sobre asientos de piedra, echado hacia atrás, sin temor a caer al agua, concentrado en los surcos en el cielo o en el movimiento de las nubes cargadas, bañadas de oscuridad, preparadas para soltar un gran chaparrón.
Leer másDavid aún espera con admirable serenidad; admirable, pues ya completa más de tres horas sentado en el mismo lugar; tres horas que bien se podrían explicar por el hecho irrefutable de que él comprende perfectamente el porqué está allí y que, sabiendo lo que de antemano sabe, las probabilidades de fracasar en su único objetivo son minúsculas e incluso inexistentes.
Leer máshabía un nombre pegado a mi lengua,
pero se ha borrado con lágrimas lentas;
ya no recuerdo si eras capicúa,
ya no recuerdo si te gustaba la luna.
…Esperaba fumando Marcos enfrente del hotel. Yo acababa de llegar a Santander con retraso y, como nuestra forma de comunicación había sido por carta, no había podido avisarle a tiempo. «Acabo de llegar», le dije. «Cuánto retraso, podrías haberme llamado si querías descansar, que para algo nos dimos los teléfonos…».
Leer másSujeto con firmeza el pequeño vaso de cristal que Brie, la camarera de los lunes, rellena con un licor ambarino mientras recoge el billete de cinco euros que le tiendo. Gruño un Gracias sin mirarla, llevándome el contenido a los labios, bebiendo apenas cuatro gotas y me relamo fijando la vista en el espejo que cubre la pared de la barra, puesto a propósito para crear el efecto de que hay más botellas, más barra, más clientela.
Leer más¿Hay alguien aquí que me reconozca? Alguien que pregunte: “¿Quién eres tú?” “¿Qué
edad tienes?” Arrastro la voz, arrastro las palabras. Me quedo quieto. Siento que cambio
de piel. No puedo encaminarme a ningún otro sitio, sin los amigos que me dijeran qué
hacer. Me siento atascado.
El sabor de los labios de Silvia, una mezcla de vino y tabaco, lo habían dejado con media erección en el pantalón y unas ganas locas de seguir. La despedida se había extendido: el primer beso devino en otro, siguieron las manos y los dedos. Si las cosas no escalaron fue porque, a pesar de la soledad que propiciaba el frío del invierno madrileño, algo de pudor sobrevivía incluso a esa hora de la madrugada.
Leer másVivo, vivo a la vez que muero, escondida
Hace tiempo no sé quién soy, no tengo recuerdo
Sueño con ser yo, me despierto y todo es pesadilla
Sé que me buscan, ¿y si mi vida entrego?
el Mundo yace dormido,
en el sueño de Orfeo
ha caído,
la austeridad del amanecer es metálica
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