El fondo del vaso

Sujeto con firmeza el pequeño vaso de cristal que Brie, la camarera de los lunes, rellena con un licor ambarino mientras recoge el billete de cinco euros que le tiendo. Gruño un Gracias sin mirarla, llevándome el contenido a los labios, bebiendo apenas cuatro gotas y me relamo fijando la vista en el espejo que cubre la pared de la barra, puesto a propósito para crear el efecto de que hay más botellas, más barra, más clientela.

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