La buena salud: “Una escritora que te nutre”. Entrevista a Pilar Adón
La buena salud: “Una escritora que te nutre”. Entrevista a Pilar Adón
La escritora y editora concedió esta entrevista para un Trabajo Final de Grado de la Universidad de Alcalá en el que se estudió la influencia de la poesía confesional de las poetas norteamericanas Anne Sexton y Sylvia Plath en las escritoras españolas contemporáneas Pilar Adón y Luna Miguel. El estudio, al realizarse esta entrevista (16 de marzo de 2020), comprendía el intervalo de años (2000-2015), pero finalmente fue ampliada tres años, cerrándose en 2018 e introduciéndose con este cambio Las órdenes (Adón, 2018), uno de sus pilares clave. La entrevista se realizó vía e-mail y vía WhatsApp a causa de la situación vivida por el Covid-19 en España.
Hola, Pilar, como ya nos conocemos, te recuerdo que la entrevista es para un Trabajo Final de Grado basado en la hipótesis de la influencia ejercida por las poetas confesionales estadounidenses Anne Sexton y Sylvia Plath en algunas de las poetas españolas contemporáneas (como bien podéis ser tú o Luna Miguel). En esta investigación nos hemos centrado en tres temáticas: la maternidad/no querer ser madre, la sexualidad femenina (cuerpo, masturbación, menstruación) y la relación paterna y maternofilial, dejando de lado la temática religiosa y la suicida que desarrollaron también las estadounidenses. En algunas de vosotras, quizás, alguno de los temas escogidos os haya marcado más y, en cambio, otros no os interesen o no los tratéis en vuestras poesías. Sin embargo, como te venía diciendo al principio, parto de la hipótesis de que algunas de vosotras habéis «bebido» de ellas por alguna razón. Bien por la fuerza de esas temáticas o por la belleza unida al desgarro en la palabra que utilizaban. Por último, te aviso de que las obras (vuestras) a analizar comprenderán las publicadas entre los años 2000 y 2015. Aunque haré alusión –no solo contigo, también con Luna Miguel– a obras publicadas posteriormente, hace quizás un año o dos, por estar, a mi parecer, también influenciadas (ya me confirmarás tú con alguna tuya como Las órdenes). La idea, por tanto, es llevar la entrevista por ese camino; dirigirla hacia una generalización de la temática, aunque al principio te realice alguna pregunta «más típica» que, seguro, te han realizado otras veces. Comenzamos:
Por lo que sé, eres más de «narrativa» que de «poesía» … Pero en una entrevista que te realizaron afirmabas que, aunque leías más narrativa, siempre tenías «un libro de poesía abierto». ¿A qué se debe esto? ¿Qué ves en la poesía para tenerla siempre a mano como un por si acaso? En esa misma entrevista, afirmas que eres una lenta lectora de poesía, ¿por qué?
La verdad es que yo empecé escribiendo narrativa. No sé si esto te lo comenté cuando nos conocimos en Alcalá de Henares. Yo fui una escritora de poesía tardía, no porque no fuera lectora de poesía sino, justamente, porque era lectora de poesía y me daba muchísimo pudor y muchísimo miedo lanzarme a escribirla… Es algo que a veces sucede, aunque yo creo que lo más frecuente es que nos atrevamos a escribir poesía en momentos de juventud, en los primeros años en los que nos atrevemos a escribir. Pues muchas veces empezamos por la poesía. Yo, en mi caso, empecé por el relato breve. Luego ya me lancé a novelas cortas y luego ya directamente una novela que fue con la que gané mi primer premio en el año 1999, cuando yo tenía 28 años. [El premio] Me supuso la publicación y ya tuve a mi agente…Y ahí empecé. Por lo tanto, mi experiencia como escritora comenzó con relatos. Me atreví a empezar a escribir poesía cuando ya tenía bastante publicado, la verdad. Y la poesía que yo empecé a escribir era una poesía de huida, nada confesional. No tiene absolutamente nada que ver con lo que hago ahora. Era una poesía muy artificiosa, muy centrada en el adjetivo, muy centrada en la huida hacia paisajes muy muy literarios. Todo lo que me interesaba «relatar», por decirlo de alguna manera, en la poesía estaba bien unido a la estética literaria que yo imaginaba o que yo quería buscar en lo inglés. Esos primeros poemarios todavía me producen sonrojo porque, además de que son muy primerizos, están muy muy lejos de lo que hago ahora. Están sobreadjetivados. Muchísimo adverbio. Y con unas temáticas que beben de lo que siempre bebe todo lo queyo escribo: del miedo, la necesidad de estar en otro sitio, la huida… Pero de una forma diferente. De hecho, la huida es tan diferente que el interés principal era el de huir a paisajes lo más lejanos que yo pudiera imaginar de lo que era mi vida diaria. Yo mi vida diaria ya la conocía y lo último que se me ocurría era hacer una poesía confesional en ese momento. Luego, bueno, pues fue evolucionando…Sobre todo en los dos últimos poemarios, incluso el inédito que va a salir ahora en mayo, son muy muy confesionales.
La verdad es que soy una lectora lenta en general. La poesía es verdad que la leo muy despacio, reviso los poemas, no los leo necesariamente en el orden en el que están puestos en el libro y…los libros de narrativa sí que los leo seguidos, pero también soy muy muy lenta porque me recreo muchísimo en las frases. Me gusta ver la intención del autor o de la autora, ver las palabras que ha seleccionado, estudio el ritmo de las frases…Soy muy lenta, la verdad, entonces pues sí que es cierto que soy una lectora muy lenta. Y, en cuanto a poesía, ¡pues imagínate! Con textos y versos que son, en principio, tan elaborados, tan trabajados, que cada palabra es La Palabra y no puede caber más ni puede sobrar nada. La verdad es que me gusta muchísimo analizar las intenciones de los poetas y por eso yo creo que soy tan lenta. Y lo cierto es que siempre tengo varios libros abiertos. No solo de poesía, sino también de narrativa. Suelo leer varios libros a la vez. Ahora mismo…Bueno, también por las circunstancias en las que estamos [habla del confinamiento en casa debido al Covid-19], estoy como con cuatro libros a la vez en general y voy pasando de uno a otro. Y, bueno, los alterno y también siempre estoy corrigiendo algún libro para la Editorial Impedimenta…No tengo problema a la hora de mezclar textos. Me gusta. Me gusta bastante saber que tengo varios «amigos», por decirlo de alguna manera, «abiertos» a la vez.
¿Cuándo te iniciaste en la escritura? ¿Recuerdas la edad que tenías? ¿Hubo algún hecho, persona, circunstancia que te llevara o empujase a ello?
Yo me inicié en la escritura desde bastante jovencita porque nunca me gustó demasiado salir. No me gustaba salir a jugar con los otros niños, te estoy hablando de la infancia. Me daba la impresión de que salir a jugar era ya entonces como una especie de pérdida de tiempo (ríe). Yo creo que yo era una niña bastante consciente de esas cosas y me gustaba mucho quedarme en mi habitación y quedarme con mis libros… Ya empecé a hacer «historietas» cuando era pequeña. Lo primero que escribí, en plan, más serio, fue un cuento cuando yo tenía 18 años y gané un premio en Radio Nacional de España (RNE). Eso me animó muchísimo. El premio consistía en un viaje a Lisboa de fin de semana para dos personas y, con 18 años, la verdad es que me animó mucho. Y luego seguí escribiendo relatos, ya vino la novela… No sé qué edad tenía exactamente, pero sí sé que con 18 ya gané ese primer premio…Y la idea de empezar a escribir fue básicamente la de que me gustaba leer. Me gustaba muchísimo leer. Mucho más que salir o jugar o reunirme con amigos. Yo creo que eso me llevó a la idea de escribir.
En el Ciclo de Fantásticas e Insólitas de la UAH comentaste que una de tus «Madres literarias» era Anne Sexton (corrígeme si me equivoco). Vamos a adentrarnos un poco en ella. Pero, primero, ¿qué consideras tú como «madres literarias»? ¿Podrías dar una definición? ¿Por qué Sexton está entre ellas? ¿Cómo la descubriste? ¿Te encontraste al mismo tiempo con Sylvia Plath o fue posterior/anterior a Sexton? ¿Por qué las acoges a ellas y no a otras?
Las «Madres literarias» podría decirse que son las escritoras que me alimentan, que me nutren, que me dan esa especie de vitalidad o de energía necesaria para seguir escribiendo. Para mí eso es una «madre literaria». Una escritora que te nutre. Sexton está entre ellas. Sexton para mí es una inspiración constante. Es la valentía, es el riesgo, es el espejo en el que mirarse en cualquier momento. Es como saber que hay un asidero que no te va a fallar. Que va a estar siempre ahí y del que te puedes agarrar y del que puedes comer. Y
el que te va a enriquecer siempre, siempre. Y eso es difícil… En Sexton, incluso buscando un poco al azar, como te decía antes, ya que no necesariamente leo los libros de poesía de manera continuada según estableció la autora sus poemas o el editor o la editora… Voy picoteando y casi siempre encuentro esa especie de suelo firme por el que sé que puedo caminar y eso es algo que no sucede con todas las autoras ni con todos los autores. No pasa. Hay veces que encuentras… Quizá esto sea muy osado…Poemas «de relleno» o encuentras versos no muy acertados…Con Anne Sexton es difícil. En cada uno de sus versos hay una rabia, hay una intencionalidad, hay una verdad…Y a mí todo eso me inspira mucho. Date cuenta de que «intencionalidad», «rabia» y «verdad», para mí son palabras muy, muy importantes. Sobre todo, la palabra «verdad». La no-impostura, no pretender ser lo que no se es, aceptar con cierta madurez que lo que tenemos delante de nosotras es particular, pero al mismo tiempo es universal. Y la osadía de ponerlo en un papel, enfrentándose a lo que pueda venir. No es una decisión fácil, puede resultar mucho más sencillo escribir sobre las flores o sobre elementos extraños que sobre las propias vivencias o los propios pensamientos y las propias ideas. Por eso, esa «verdad» para mí es esencial. Y es una verdad que encuentro en Sexton. Primero vino Sylvia Plath. Leí primero a Sylvia Plath y luego a Anne Sexton.
¿Qué es lo que más te llamó la atención de una y de otra? ¿Lo que menos?
A las dos empecé leyéndolas en inglés y fue curiosa la experiencia de leerlas luego en las traducciones, sobre todo en los poemas de Sylvia Plath al castellano. De Sylvia Plath leí La campana de cristal en el año 2000. Y fue impresionante. La lectura de ese libro me marcó muchísimo, muchísimo. Desde el principio supuso un descubrimiento brutal. Para mí fue el descubrimiento de una manera diferente de escribir y de ver el mundo. Y recuerdo una antología que leí también en el año 2000 de Sylvia Plath de la que extraje unos versos para una novela titulada Las Hijas de Sara que publiqué en el 2003. Separaba dos capítulos con los versos de Sylvia Plath que dicen: «Si ahora estoy viva, entonces estaba muerta, / aunque como las piedras, no me preocupaba. / Seguía, en mi lugar, de acuerdo con la costumbre». Me impresionó muchísimo leer algo así, como, por ejemplo, simplemente, el «soy vertical, pero preferiría ser horizontal» … Son frases muy osadas ybueno, yo por entonces no estaba acostumbrada a estas lecturas, a estos puñetazos en la tripa.
Mencionaste en el mismo Ciclo que en tus poemas llegabas al punto de escribir «la biografía, los sentimientos» de las mujeres o de las personas que te proponías. No los tuyos. ¿Lo entendí bien? ¿Por qué esto?
Supongo que me refería en la charla a que… Un poco lo que te comentaba antes sobre la particularidad de los pensamientos, las reflexiones, las impresiones de la persona que escribe y cómo, cuando esas particularidades llegan a los lectores, se hacen universales. También a la inversa. Cuando leo los poemas de otras autoras, sus particularidades de repente son también mis particularidades. Y de alguna manera entramos en la unión- salida, en la unión de pensamientos y de reflexiones. Entonces, quizá a lo que me refería era que puedo estar pensando para escribir un poema en la situación, o el posicionamiento de otras mujeres que al final, de alguna manera, comulgan también con mis ideas. Se forma una especie de círculo que aglutina experiencias propias, junto a lo que pueden ser las experiencias ajenas que, si son muy cercanas, al final forman parte también de ti, y las lecturas, que igualmente son y representan experiencias de otras escritoras, pero finalmente se suman también a nuestra propia experiencia vital y terminan conformándonos. Es algo que comento muchísimo: las lecturas, las biografías, las experiencias de otras escritoras me son muy muy cercanas porque llevo dedicándome a la literatura, como hablábamos antes, desde muy pequeña y para mí es mi oficio, es mi vocación y es mi obsesión también. Esa manera de aglutinar, de unir y de interiorizar las lecturas y las biografías de otras escritoras, finalmente hacen que, de una manera inevitable, se manifiesten en lo que se escribe. Forman parte, al final, de nuestra propia biografía. Y forman parte también de nuestra propia manera de expresarnos en los poemas.
Del mismo modo, en muchas de tus obras, tanto en las narrativas como en las poéticas que nos ocupan, digamos que «atacas» al lector con muchos tabúes… En tus poemas, por ejemplo, hablas de las mujeres que deciden no ser madres, destacando la idea de ser «siempre hijas» o también de la mujer como «cuidadora» del hogar, del padre, etc. ¿Qué buscas plasmándolos? ¿Intentas provocar algo en el lector o en la lectora, mujer? ¿Lo escribes para ti misma, o es –digamos– un «alter ego» que imaginas?
Cuando hablamos de los tabúes, lo que sucede es que, para mí, llegado el punto en el que escribo de estos temas, ya no lo son. No son nada extraño, ni son tabúes, ni pretendo escandalizar ni despertar conciencias…No es mi intención en absoluto. Sí que es cierto, como te decía al principio, que hay una evolución evidente de una poesía más complaciente, más extraña a mí, más externa, hacia una poesía más interiorizada, más autorreferencial, autorreflexiva…Y podríamos decir más impúdica también. El pudor no puede estar presente en este tipo de poesía. Llega un momento en el que después de todo ese proceso, después de, por supuesto, distintas lecturas, de asimilación de las lecturas y de ir deshaciéndose de ciertas capas de contención o de pudor, llegamos a esta manera de expresar lo que se quiere expresar. Es una manera desnuda, es una manera directa, es una manera, podríamos decir, muy muy pulida, trabajada, eliminando cualquier tipo de elemento que sobre, que moleste, para desnudar también lo que se quiere contar. Es decir, la forma está al servicio del fondo y el fondo se manifiesta y se revela muchísimo mejor a través de una forma así. Es una poesía desnuda con una forma desnuda. Es un fondo desnudo con una forma desnuda. Van de la mano «forma» y «fondo» en estos poemas. Cuando se llega a este nivel ya no se piensa que lo que se está escribiendo es un tabú. O que puede incomodar. Al menos a un lector desconocido. A un lector literario. Y a un lector ya aprendido. Un lector que ya lo es de poesía. O al menos tiene ganas de leer poesía. Sí que es cierto que cuando se hace una poesía autorreferencial, incluso confesional, puede permanecer cierto pudor con los seres que conocen a la poeta. En este caso, amigos, conocidos, familiares, etc., porque pueden ver muchos elementos que un lector no tan cercano a mí, como poeta, no conoce. Entonces, sí que es cierto que ahí puede haber cierta autocensura. Pero tenemos que diferenciar lo que es la voz de la poeta, aunque sea su intención la autorreferencia, de lo que es la voz de la persona individual con su propio DNI y su propia vida diaria. Cuando nos sentamos a escribir poesía no estamos poniendo un lavavajillas. Cuando nos sentamos a escribir poesía no estamos en una posición de control. Ni diaria o rutinaria. Digámoslo así. Cuando estamos escribiendo poesía, de repente entramos en una vocación de expresar algo de una forma concreta. Insisto, aunque estemos hablando de poesías y de poemas autorreferenciales, no estamos hablando de Pilar como entidad física con derechos, obligaciones y que es una ciudadana más. Se trata de otro nivel absolutamente literario. Es un nivel casi metafórico. Yo tengo muy clara esa diferenciación. Después de tanto reflexionar y de tanto escribir, y de tanto corregir, llega un momento en el que esa diferencia ya no duele porque es evidente. Aunque las voces estén mezcladas y las experiencias sean las propias de las vividas y leídas, hay una diferencia evidente. Por eso sucede muchas veces que cuando voy a clubes de lectura, sobre todo de narrativa, la gente de repente me ve y me conoce, me oye hablar y luego charlamos cuando termina el club o la presentación…Y muchos me dicen «No te esperaba así, yo pensé que ibas a ser una persona mucho más triste, mucho más oscura, incluso antipática…» Hay que diferenciar: los temas que quiero tratar en mi literatura son fundamentalmente el miedo, la huida, el deseo de estar en otra parte… Situaciones muy complicadas, muy difíciles, y todas esas verdades están dentro de mí, evidentemente. Pero cuando estoy con la gente en una situación normal no voy a estar escupiendo esas verdades a la cara…Ya las he manifestado en un libro (ríe).
Ahora, centrándonos en tus poemarios, pasan aproximadamente 4 años entre la publicación de tus tres poemarios… El primero, La hija del cazador (2011), el segundo, Mente animal (2014), y el último, Las órdenes(2018). En realidad, como ya te he dicho, el TFG cierra cronología en 2015 analizando solo las obras publicadas entre el 2000 y el 2015. No obstante, es curiosa la temática que tratas en Las órdenes de 2018 y, quizá me equivoque, pero personalmente veo «un llamamiento» a Anne Sexton mucho más fuerte en la mayoría de estos poemas que en Mente animal, por ejemplo. En el poema “La llamada del día” (p. 14), en “Ligaduras” (p. 24) o en“Quién me va a cuidar” (p. 36), entre otros. Incluso también ciertos ecos a Plath en poemas como en el que hablas de La Jaula. ¿Qué puedes decir al respecto? ¿Consideras que existe una diferencia entre la Pilar Adón que escribió ese primer La hija del cazador, la que pasa a esa Mente animal y la que escribe, con el transcurro de los años, Las órdenes? ¿Conocías ya a las poetas confesionales cuando escribiste el primero?
Es verdad que hay una evolución clara entre los poemarios que he ido publicando en La Bella Varsovia. El primero se titulaba, como dices, La hija del cazador, luego fue Mente animal y Las órdenes… Y el nuevo que voy a publicar este año, que en principio iba a salir en marzo, pero… Bueno, por razones obvias, se ha aplazado al día 11 de mayo. Se titula Da Dolor. Ha habido un avance muy importante desde el primero a este último. Hay una evolución muy clara entre Mente animal, que es un poemario mucho más centrado en la naturaleza que yo conozco desde bien pequeña; una naturaleza bastante inhóspita, una naturaleza que no acoge al ser humano, sino que tiene sus propias pautas, sus propias reglas, y donde el ser humano es simplemente un bicho más. No es una naturaleza idealizada, ni mucho menos. El propio título es muy significativo, Mente animal. En cambio, Las órdenes ya pasa a ser un libro más confesional y más centrado en las relaciones familiares, las relaciones personales… También quedan todavía restos de mi interés por la naturaleza porque siempre está ahí este interés, en todo lo que escribo.
Pero siento que en Las órdenes me centré más en unas relaciones familiares, maternofiliales, también paternofiliales… Mi perspectiva como hija consciente de ser hija. Mi perspectiva como mujer ya de una edad que ha decidido no tener hijos y lo que significa tomar esa decisión…Una decisión que, en mi caso, fue clara desde el principio desde bien pequeña. Lo he comentado mucho también. Desde bien pequeña, siempre supe que quería dedicarme a los libros. Sabiendo no me iba a procurar una economía segura y, temiendo una posible escasez, tomé la decisión consciente de que yo podría en un momento dado tener que mudarme muchas veces o tener que comer bocadillos, o tener una inestabilidad asumida, pero no quería imponerle eso a un niño. Esa especie de conciencia social o económica o incluso literaria hizo que desde muy joven no quisiera ser madre. Además, biológicamente tampoco me ha llamado nunca. Nunca me ha llamado el reloj biológico, nunca he tenido instinto maternal. Ciertamente creo que todavía tampoco lo tengo. Y…No sé si eso me hace una mujer desnaturalizada o no. A estas alturas ya me da lo mismo. Durante un tiempo, en la década de los 30 años, estuve muy presionada por amigos y conocidos, acerca de que me iba a perder lo mejor de la vida y, de hecho, está este poema que escribí en Las órdenes de «Quién me va a cuidar cuando sea vieja» porque se me decía que iba a estar sola en la vejez. Y que no iba a estar nadie conmigo en las fiestas, ni en los cumpleaños, ni en las navidades, etc. Todas estas presiones se van tragando y tragando y asimilando, y pensando «seré yo quien está equivocada» … Eso lo piensas mucho. «¿Me estaré equivocando de una manera dramática en algo que no voy a poder solucionar más adelante?» Hasta que llega el momento en el que ya no las quieres guardar más. Y decides sacarlas. Hablar de ellas, liberándonos de cierto pudor; de cierta vergüenza.
¿Hay alguno de los poemas de tus libros que vayan «literalmente» dirigidos a Sexton o a Plath? Es decir, ¿en alguno cuentas fragmentos de su biografía o utilizas imágenes que las evocan?
Sobre todo en Las órdenes y también en la narrativa, hay bastante referencia a estas poetas, a su espíritu, a lo que significan, a las implicaciones literarias y poéticas que tienen para mí. Aparecen muchísimas referencias ocultas. En el poemario que voy a publicar ahora en mayo, hay un poema, concretamente el último, que se titula “Oceanus”, y tiene unos versos que dicen:
Sylvia dejó de hablar con Dios tras la ida de su Otto (entomólogo)
y sólo pude entenderlo
(¿Dios?, ¿enemigo nuestro?,
que nos desordena el alma y la dicha, y las llena de espinas,
hielo, ogro aburrido
apoyado en su gris-columna)
la tarde en que me vi odiando a las familias abeja
que reían juntas
en su viaje hacia Heidelberg, tren entre hogares,
desde Frankfurt pasando por Mannheim.
(fuente: Pilar Adón, vía e-mail)
Forma parte de un poema más largo, pero ahí ves una alusión clara a Sylvia Plath. Y a la relación con su padre. Siempre me llamó muchísimo la atención esa relación y la manera que ella tiene de dirigirse a él y de manifestar su absoluto dolor por lo que ella sintió como un abandono. En este poema hay una referencia absolutamente directa.
¿Cuál es tu opinión acerca de cómo rompen los tabúes femeninos (maternidad, adulterio, entre otros) estas poetas confesionales? ¿Podemos hablar de unas «primeras feministas» de la Segunda Ola? ¿Hay alguna de la que quieras aportar algo?
Es muy importante en estas poetas su manifestación de la rabia y de cómo se enfrentan al dolor mediante una especie de exorcismo, que mezcla ese dolor y esa pena con una explosión casi de ira que se nota en el tono, en el ritmo del poema. Se nota en las propias palabras que se utilizan, se nota en la manera de cortar los versos…Me parece muy importante porque empieza a verse cómo las mujeres no son todo receptáculos de bondad, de caridad, de amor maternal, de suavidad. También expresan ira, frustración, sensación de abandono…Y ese abandono lo manifiestan junto con el evidente dolor con esa explosión de rabia y de utilización de ciertas palabras que podrían parecer chocantes cuando vienen de la pluma de una mujer. Es algo que me llama la atención y que me gusta. Y que se hablara además de temas de los que normalmente no se habla, ni siquiera
hoy. De la menstruación, de la situación de las mujeres cada mes, de la maternidad, del deseo de ser madre, del deseo de no ser madre, del fastidio que pueden suponer los hijos, el fastidio que puede suponer estar metida en el hogar, ser la reina del hogar, cuando todo eso, en principio, era nuestro castillo. Era nuestro territorio y era donde nosotras podíamos ejercer el control. Por eso, la renuncia a ese control y la expectativa de poder ir más lejos, y la frustración de no poder ir. Yo tenía la impresión de que todo el mundo había leído a Sylvia Plath y, sobre todo, La campana de cristal. Para mí fue un libro tan, tan, importante… ¡que yo pensé que todo el mundo lo había leído! Y de repente, empecé a hablar con lectores habituales, buenos lectores, y comprendí que realmente no es un libro tan leído como yo pensaba (ríe). Y bueno, eso sí que me sorprendió… Creo que es un libro esencial, que debería estar en el canon.
¿Crees que se ha producido un rescate de estas autoras? ¿Por qué? ¿Qué porcentaje de las poetas españolas que ahora escribís (considerarías tú) las leéis?
La verdad es que no sé si hay ahora muchas poetas que las lean. No sé hasta qué punto se las ha recuperado actualmente. Mi sensación es la de que no mucho. Y antes te lo contaba ligeramente, pero date cuenta de que son autoras que, en su tiempo, ya hablaban de la masturbación, del no-deseo de ser madre, hablaban del suicidio, de los problemas mentales, de psiquiátricos… Es difícil incluso actualmente encontrar poetas que se enfrenten a estos temas. No es fácil. Hablábamos antes del «pudor» y de cómo nos vamos desprendiendo de él. Y de cómo vamos abriendo la boca o poniendo el verso en estos temas (ríe). No, no es nada fácil. Por eso para mí fueron muy valientes y serán siempre unos referentes. Que una mujer hable de problemas psiquiátricos no es lo mismo que un hombre hable de problemas psiquiátricos. Incluso en la actualidad. Parece que las mujeres tenemos que mantener cierta decencia, una palabra que me parece terrible, y no mostrar demasiado el dolor. Mantenerlo para nosotras mismas y no contarlo. Entonces, hablar de eso, de masturbación, del cuerpo femenino y deseos de muerte, suicidio, tratamientos psiquiátricos…Todo esto es muy complicado incluso en la actualidad. Lo del suicidio siempre me ha llamado mucho la atención porque a veces da la impresión de que, en el caso de Sylvia Plath, se sabe que terminó metiendo la cabeza en un horno y todos sus problemas con Ted Hughes, pero no se la ha leído. Y esto es algo que me llama muchísimo la atención: cómo esa especie de morbo puede alcanzar la vida de la autora –también sucede con los autores–, pero no llega a despertar el interés por su obra.
Ahora unas últimas preguntas más concretas acerca de cómo ves el contexto actual… ¿Qué imagen tienes tú del contexto poético más reciente? ¿Por qué parece que hay mucha más poesía confesional que de otro tipo? ¿Crees que este interés y escritura solo predomina en las que somos mujeres? ¿Hasta qué punto la poesía actual es protesta o reivindicación y hasta qué punto es solo imaginería surrealista para una misma?
Mi impresión es muy buena. Creo que editoriales como la de Elena Medel, La Bella Varsovia, están haciendo una labor impecable de descubrimiento de nuevas voces, de recuperación de otras…Además, con un catálogo muy coherente y haciendo política de autor, que me parece muy interesante. Ir publicando las obras que se van escribiendo, recuperar obras antiguas… Ahora mismo, poetas como Berta García Faet, María Sánchez, Erika Martínez, la propia Elena Medel, me parecen poetas muy interesantes. Además, se está publicando bastante poesía y no solo eso, sino que se está leyendo bastante. Ha habido un interés muy importante, como, por ejemplo, hace años, lo hubo por el cuento. También, en parte, gracias a editoriales como Páginas de Espuma o Menoscuarto, que se lanzaron a publicar relato cuando se decía que aquí, en España, no había lectores de relato, contrariamente, por ejemplo, al mundo anglosajón, donde sí que había una tradición. Gracias a editoriales así se ha ido gestando y se ha ido sosteniendo y manteniendo esa afición por leer relatos. Con la poesía está pasando lo mismo. Al margen de otros movimientos poéticos de los que no estamos hablando ahora. Me da la impresión de que los lectores están ávidos de descubrir nuevos nombres y de leer sus libros.
¿Qué opinas de lo que se lee y publica actualmente? ¿Crees que se lee suficiente? ¿Y suficientes autoras? ¿Crees que se lee con criterio? ¿Qué piensas de la relación existente entre las autoras? Es decir, ¿hay cierta hermandad o rivalidad? Por ejemplo, en el caso de Sexton y Plath, se sabe que eran buenas amigas hasta que Plath se suicida. Sexton, en su correspondencia, deja algunas fechadas tras la muerte de su coetánea en la que se alegra porque se le realice un homenaje, pero siete años después, en otra carta, se pone a «despotricarla» criticando tanto su escritura como los ataques que le realizó en esta ¡a Ted Hughes!
La relación entre las poetas actualmente, en general, es buena. Te hablo desde mi experiencia personal y desde mi propia perspectiva. Yo tengo una excelentísima relación con Elena Medel que, además de mi editora, es una poeta a la que admiro y es una poeta a la que conozco desde hace muchísimo tiempo. Concretamente, desde hace unos 15 años.
Hace poco colgué una foto en Facebook de una Semana Negra en la que estuvimos juntas porque formábamos parte de algo que se llamaba Repóquer de damas. La actividad la organizaba una revista digital llamada Literaturas.com y el «Repóquer» lo formábamos Care Santos, Cristina Cerrada, Elena Medel, Eugenia Rico y yo. De modo que tenemos una relación de amistad-poética-editorial. Tenemos una relación muy buena. Nos comprendemos muy bien. Siempre hay gente que se lleva mejor y gente que se lleva peor. No noto esas envidias de las que TANTO se habla en literatura. Quizás soy una afortunada, no sé. Y la verdad es que, ya te digo, creo que las relaciones personales son interesantes. En los recitales poéticos muchas veces coincidimos muchas poetas, nos presentamos los libros unas a otras, en las antologías coincidimos, creo que no hay ningún problema. No conozco ningún caso cercano en el que se haya dicho «si esta poeta sale en esta antología, entonces yo no». Vetos por el estilo yo no conozco ninguno.
Existen escritoras buenísimas que se publican en pequeñas tandas en algunas editoriales, pero que luego, personalmente, no entiendo por qué no son «tan conocidas» ni leídas. En cambio, hay algunas poetas de redes sociales que tienen muchísimos seguidores y venden diez veces más… ¿Qué opinas de esto? ¿Crees que las escritoras «más buenas», pero que no están en las redes sociales, tienen todo el éxito que se merecen? ¿Triunfan más las poetas «de redes»?
Nunca se sabe por qué se vende más. Ese es el gran misterio del mercado editorial. Si se supiera, si hubiera una fórmula mágica, si con salir en redes se fueran a vender más ejemplares, todos los editores estaríamos pendientes de eso. Además de la calidad, evidentemente. Nunca se sabe. Es la fórmula mágica que nadie conoce. Tiendo a pensar que el lector no se deja engañar. El lector sabe dónde está la calidad y sabe dónde está la seriedad. Yo me dejo llevar por editoriales como La Bella Varsovia o Pre-Textos, porque sé que me están ofreciendo obras que merecen la pena. También leo mucha poesía en inglés, y cada vez que salgo [de España] vengo cargada de libros de poesía. En general creo que, ahora mismo, la poesía goza de muy buena salud.
¿Te ha gustado el artículo? Puedes ayudarnos a hacer crecer la revista compartiéndolo en redes sociales.
También puedes suscribirte para que te avisemos de los nuevos artículos publicados.