Notas para un estudio del totalitarismo noir español
Notas para un estudio del totalitarismo noir español
Desde que inicié mis estudios universitarios en la Universidad Autónoma de Madrid hace ya unos doce años, he ocupado gran parte de mi tiempo de lectura con novelas policiacas, sobre todo aquellas inscritas en los ámbitos hispánico y mediterráneo. No solo disfrutaba de la propia investigación ficcional, sino ante todo de esa mirada crítica que determinado personaje aplicaba a una realidad concreta en la que estaba inmerso y en la que vivía o sobrevivía. Quizás esto sea lo que siempre me ha interesado como lector —y en extensión como ciudadano—: más que cómo el personaje detectivesco lleva a cabo una investigación, cómo asume su vida y la vive. Y desde que terminé mi tesis doctoral, allá por 2019, dedicada a la poesía de Manuel Vázquez Montalbán —el estudio del escritor barcelonés, como es lógico, acrecentó mi interés por el género policiaco desarrollado en España—, decidí que debía convertir el estudio de la novela policiaca, con sus dos subgéneros históricos (la novela enigma o whodunit y la novela negra), en una nueva línea de investigación, paralela a la de la poesía española contemporánea. En este sentido, continué con mis lecturas de ocio, pero las complementé con mucha teoría sobre el género y con acercamientos a otros textos claves para la historiografía de la narrativa policiaca ya desde la mirada del investigador.
En 2020 obtuve una beca posdoctoral en México, y este hecho me permitió conocer de primera mano otras tradiciones literarias, lo cual me ha llevado a trabajar el neopolicial de Paco Ignacio Taibo II, entre otros temas policiacos, pero también a atender a la literatura española desde la tan enriquecedora mirada que nos proporciona la distancia geográfica. Inmerso en esta circunstancia, hace ya casi un año advertí que desde el inicio de nuestro siglo se ha venido escribiendo en España una novela policiaca ambientada en el franquismo, protagonizada por personajes vinculados generalmente con el bando de los vencidos de la guerra civil. Si bien esta tendencia se podría inscribir dentro de la novela policiaca histórica, la profusión de títulos, muchos de ellos constituidos como series policiacas concluidas o aún en desarrollo, sugería una atención mayor, más allá de la simple ambientación en un pasado histórico y posiblemente desde la idea del fenómeno literario, que cuenta con cierta continuidad y con una serie de características comunes. Partiendo de esta premisa, son ya varios los meses en lo que me he visto apasionadamente inmerso en el estudio de este tipo de novelas, sin desestimar aquellas otras investigaciones actuales que le otorgan a uno el sustento; una investigación en desarrollo de la que paulatinamente voy construyendo algunas notas, como estas, y que atienden al siguiente esquema metodológico: definición, antecedentes, corpus y poética.
Aunque la crítica académica no ha realizado todavía un acercamiento a esta tendencia en su conjunto desde la perspectiva de lo que podríamos considerar como una nueva vertiente de la novela policiaca, en estos últimos años el periodismo cultural ha clasificado esta serie de novelas cuya trama se desarrolla dentro de la dictadura franquista como noir totalitario o totalitarismo noir, etiqueta con un origen de difícil rastreo, pero cuya difusión podemos atribuir en el ámbito español al escritor y periodista madrileño David Yagüe y en el anglosajón, al escritor estadounidense Thomas Mullen. El totalitarismo noir, según lo ha ido definiendo la crítica periodística, aludiría a aquellas novelas policiacas contemporáneas en los que un personaje intenta desempeñar su oficio detectivesco en un régimen político autoritario, con todas las dificultades que ello pueda suponer. Los ejemplos en los que se basa esta etiqueta no son escasos, y por lo general son ajenos al panorama literario español: la trilogía protagonizada por el detective Arkady Renko (1981-1992), escrita por el estadounidense Martin Cruz Smith y ambientada en el bloque soviético y sus espacios de influencia; la extensa serie protagonizada por el detective Bernie Gunther, de la cual destaca la trilogía inicial Berlin Noir (1989-1991), creada por el escocés Philip Kerr y situada en la Alemania nazi; La hora estelar de los asesinos (1995), del checo Pavel Kohout, cuya acción se localiza durante la ocupación nazi de Praga; Asesinato en el Kremlin (2011), del español Alejandro M. Gallo, desarrollada en la Unión Soviética, y la serie protagonizada por la policía alemana Karin Müller (2016-2020) del inglés David Young, dedicada a la República Democrática Alemana, entre otros. Asimismo, se han considerado también como ejemplos de esta tendencia la serie protagonizada por Mario Conde (1991-2018) del cubano Leonardo Padura, ambientada en la Cuba castrista desde el inicio del Periodo Especial hasta los primeros años del s. xxi, y la serie de Sam Wyndham y Banerjee (2016-2021), desarrollada durante el Raj británico en la India por el escritor inglés de origen indio Abir Mukherjee.
Así pues, para aspirar a una categorización y concepción coherentes de esta tendencia de la narrativa policiaca —y así no caer en un cajón de sastre—, considero que debemos delimitar las obras del totalitarismo noir —etiqueta que, por otro lado, creo que no desmerece su utilización, debido a la relevancia que ha ido adquiriendo en el mundo editorial— a aquellas novelas situadas en regímenes políticos totalitarios que ya han desaparecido, y potenciar de este modo una mirada crítica hacia el pasado, pero sin tropezar, eso sí, con el revisionismo histórico. Entonces, ¿qué entendemos por totalitarismo noir español? La definición que propongo para enmarcar este análisis es la siguiente: novelas policiacas adscritas al subgénero de la novela negra, escritas en el s. xxi, ambientadas en la época del franquismo (1939-1975) y que ofrecen, por lo general, una visión crítica de la dictadura.
Tres son los antecedentes que podemos atribuir al surgimiento de esta nueva tendencia de la narrativa policiaca española. En primer lugar, la consolidación de la novela negra como principal vertiente del género policiaco escrito en España desde que autores como Vázquez Montalbán, Andreu Martín y Juan Madrid, a partir de mediados de los setenta, trasladaron el hard boiled de origen estadounidense a la realidad española. Recordemos que la novela policiaca negra se caracteriza ante todo por poner en tela de juicio aquella moral que caracterizaba al whodunit (el triunfo de la verdad y de la justifica a partir de la aplicación de la ley) ante la aparición de una violencia social, en gran medida propiciada o avalada, o las dos cosas al mismo tiempo, por el poder, así como por la aplicación de procedimientos detectivescos que poco o nada tenían que ver ya con el método deductivo y la presentación al lector de una mirada crítica hacia una determinado lugar en un tiempo concreto. Por ende, una circunstancia capital es la imposibilidad de que se desarrollara una novela negra española en los tiempos de la dictadura a causa de los aparatos represivos del régimen franquista —pensemos, sobre todo, en la censura—, la desconfianza hacia los elementos sociales que solían llevar a cabo las investigaciones criminales (la policía) y la difícil concepción de la figura del detective independiente en un lugar como la España de Franco, figura, aun así, que en aquella época se relacionada ante todo con el imaginario anglosajón. En segundo lugar, ya en nuestro siglo, la notable producción que encontramos de novelas ambientadas o dedicadas a la guerra civil a partir de la publicación de la novela de Javier Cercas Soldados de Salamina (2001), como ha señalado Fernando Larraz en uno de sus trabajos; una cuestión, a su vez, a la que se han dedicado numerosos estudios en estos últimos años. Y, en tercer lugar, la postura oficialista, que con los años ha tenido sus más y sus menos, de condenar los crímenes de la dictadura y de reivindicar a las víctimas de la guerra y la posguerra ya en el s. xxi, y en cuya cronología destaca la promulgación de la Ley de Memoria Histórica en 2007; este hecho acrecentó la pulsión de gran parte de la sociedad española por recuperar la memoria histórica desde foros intelectuales y populares, y puso en cuestión el discurso derivado del llamado Pacto del Olvido de 1977.
Una vez clara la definición del totalitarismo noir español y sus antecedentes literarios e histórico-sociales más relevantes, es el momento de determinar un corpus aproximado de sus obras, sin olvidar que esta es una investigación en curso que aspira en todo momento a la ampliación y la revisión durante su futuro desarrollo. Hasta la fecha, en función de todo lo anterior, considero que las siguientes obras, la mayoría agrupadas en serie policiacas —gran parte aún inconclusas—, responden sin duda a la tendencia que nos ocupa. La primera manifestación de totalitarismo noir la encontramos en 2004 con El arte de matar dragones, de Ignacio del Valle, primera de las siete historias protagonizadas por el teniente y después capitán Arturo Andrade (las novelas El tiempo de los emperadores extraños [2006], Los demonios de Berlín [2009], Soles negros [2016], Los días sin ayer [2016] y Cuando giran los muertos [2021] y el cuento “Una montaña de huesos” [2015]), cuyas tramas, ya desde los primeros meses de la dictadura, se sitúan en la España franquista, concretamente en Madrid y Badajoz, pasando por el Frente Oriental y Berlín durante la Segunda Guerra Mundial y el México del presidente Miguel Alemán. En 2008 Jordi Sierra i Fabra inició su extensa serie dedicada a la figura de Miquel Masarell, expolicía republicano y detective en la Barcelona de posguerra; aunque el primer título, Cuatro días de enero, se desarrolla todavía en plena contienda, el resto de las novelas lo hacen entre finales de los cuarenta y comienzos de los cincuenta: Siete días de julio (2010), Cinco días de octubre (2011), Dos días de mayo (2013), Seis días de diciembre (2014), Nueve días de abril (2015), Tres días de agosto (2016), Ocho días de marzo (2017), Diez días de junio (2018), Un día de septiembre y algunos de octubre (2019), Algunos días de noviembre (2020) y Algunos días de enero (2021). Sierra i Fabra también cuenta con otra tetralogía adscrita al totalitarismo noir: La muerte del censor (2013), Filo de sable (2014), Al otro lado del infierno (2015) y Solo una película amarga (2018) narran las pesquisas del inspector de policía Hilario Soler en una Barcelona situada en los primeros años del desarrollismo.
Series policiacas menos extensas y ya finalizadas son la de Ramiro Pinilla, protagonizada por el librero e investigador Sancho Bordaberri, apodado Samuel Esparta (castellanización del nombre de Sam Space, uno de los detectives hammettianos), compuesta por los títulos Sólo un muerto más (2009), El cementerio vacío (2013) y Cadáveres en la playa (2014), cuyas tramas abarcan toda la dictadura y se desarrollan en la localidad vizcaína de Getxo, así como la Trilogía de los años oscuros (Don de lenguas [2013], El gran frío [2014] y Azul marino [2016]), escrita al alimón por Rosa Ribas y Sabine Hofmann, de ambientación de nuevo barcelonesa, aunque esta vez en la década de los cincuenta, y con la periodista Ana Martí como personaje protagonista. En 2016 se publica Aguacero de Luis Roso, la primera entrega de la serie de Ernesto Trevejo, inspector de la Brigada de Investigación Criminal, situada en Madrid en los cincuenta y sesenta y que tiene su continuación en Primavera cruel (2018) y Todos los demonios (2021); y también en ese mismo año apareció La muerte abrió la leyenda del ya citado Alejandro M. Gallo, ambientada en 1972 y que supone el primer caso en la BIC del comisario Gorgonio Llaneza, personaje ya había hecho su debut en Seis meses con el comisario Gorgonio (2011), del mismo autor. Por último, cabe destacar la serie escrita por Guillermo Galván cuyo protagonista es Carlos Lombardi, colaborador de la BIC y detective, situada en Madrid y Aranda del Duero en la inmediata posguerra; sus títulos son las novelas Tiempo de siega (2019), La virgen de los huesos (2020) y Morir en noviembre (2021), así como el cuento “Vísperas de destrucción” (2020), precuela de la serie desarrollada al comienzo de la guerra civil. No obstante, sería interesante reconsiderar en un futuro la exclusiva adscripción de esta tendencia a la literatura española, pues nos encontramos con que la tercera novela de la serie del detective chicano Sunny Pascal, Por un puñado de balas (2016), escrita por el mexicano F.G. Haghenbeck, transcurre en España en 1964.
Una lectura completa y atenta del corpus nos proporcionaría una suerte de poética del totalitarismo noir español, con características comunes y diferencias posiblemente en el enfoque de algunas cuestiones, pero hoy en día solo puedo ofrecer algunos apuntes de las lecturas que poco a poco voy concluyendo:
- la persistencia de una mirada crítica (implícita o explícita, dependiendo de los casos) hacia el régimen totalitario de Franco desde el presente narrativo;
- evocaciones y reminiscencias positivas de la época republicana y negativas de la guerra civil;
- constatación de la devastación de la guerra en el espacio urbano de las grandes ciudades (Madrid y Barcelona, sobre todo), así como en los estratos sociales más bajos;
- los personajes protagonistas, cada uno a su modo e independientemente de su adscripción política, luchan por sobrevivir en la realidad franquista —ya lo hicieron en la guerra, ahora lo hacen durante los años de la dictadura—;
- estos personajes principales poseen en su mayoría una postura en contra del régimen y su ideario político está basado en un afán democrático, y algunos además han sido reprimidos y pertenecen, tanto ellos como su círculo más cercano, al bando de los vencidos de la guerra;
- el abanico de los personajes secundarios abarca tanto a represores y oprimidos como a individuos con una postura neutral, y de entre todos ellos destacan los personajes históricos y los miembros del sistema policial franquista;
- relación dialéctica entre las clases bajas y las clases altas, y entre los vencidos y los vencedores;
- apoyo narrativo en sucesos y circunstancias de cierta relevancia histórica,
- y alusiones metatextuales a los referentes clásicos del género policiaco, en este caso aquellos pertenecientes a la novela enigma debido a una cuestión de historicidad —esta, por su parte, es una característica de la novela policiaca contemporánea—.
Este elenco de rasgos provisionales del totalitarismo noir español nos sirve de momento para ir configurando la anatomía de esta nueva tendencia de la novela policiaca española. Y su estudio seguramente también nos desvelará de qué manera la novela policiaca nos permite revisitar desde la ficción y mirar con otros ojos a una época como el franquismo, tan oscura y fundamental para comprender nuestra literatura y nuestra sociedad actuales.
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