Al menos, un soplo más. “Cuerpo vítreo”, de Aurora Freijo Corbeira

por Sep 20, 2023

Al menos, un soplo más. “Cuerpo vítreo”, de Aurora Freijo Corbeira

por

Aurora Freijo Corbeira, Cuerpo vítreo

Barcelona, Anagrama

160 páginas, 17,9 euros

Controvertidos temas son los escogidos por Aurora Freijo Corbeira (Madrid, 1965) para abordar en sus novelas. La Ternera (2021), opúsculo narrativo que trató el controvertido asunto de los abusos a menores, fue su carta de presentación literaria. Ahora, con su segunda novela, Cuerpo vítreo (2023), también publicada en Anagrama, la autora madrileña vuelve a narrar lo insoportable con su ya asentado estilo lacerante y poético. En esta ocasión, la protagonista de la novela es una mujer en un estado crítico de salud causado por un glaucoma que puede dejarla ciega, posibilidad que la atormenta enormemente, que, mientras lidia con la enfermedad y un futuro incierto, rememora dos relaciones. Por un lado, la que tuvo con su madre en los últimos momentos de vida de esta, cuando tenía que hacer frente a un cáncer terminal, y por otro, la que tiene con un amante que nunca amanece con ella y solo le entrega amor fragmentario.

La intensa narración conseguida por la autora beneficia el espacio de novela breve: el libro está compuesto por un mosaico de sesenta y dos capítulos breves, todos ellos sin título alguno y sin enumerar, pero suficientes para abordar las tres crisis anteriores a las que tiene que enfrentarse la protagonista. Las tres dolorosas situaciones relatadas no se configuran con melodramatismo alguno, sino con duros, contundentes y acertados símiles, como «Solo atiende a sus palabras de doctora. La desconocida sabe su futuro. Doctora de Delfos» (p. 46), hirientes metáforas como «El médico señala su egoísmo: para que usted se despida, la traeremos al infierno» (p. 67) y melancólicas aliteraciones, como «La Suerte empieza con S, como Serpiente. No es de fiar, como la soledad» (p. 76). Asimismo, el fraseo que arroja la autora en todas y cada una de las páginas no se desarrolla en largos enunciados, sino cortos, lo cual se adecua de manera óptima a la tercera persona empleada para advertir de los sentimientos, los pensamientos y el dolor de la protagonista, consiguiendo así una retórica íntimamente personal que elude ese melodramatismo referido con anterioridad que una primera voz narrativa podría acarrear.

Numerosas son las referencias filosóficas que emanan de la obra. Sin lugar a dudas, la formación en Filosofía de Freijo se encuentra presente en todo momento. En este sentido, cabría situar la novela en la tradición literaria de novelas escritas por filósofos, tales como La náusea (1938) de Jean Paul Sartre, El extranjero (1942) de Albert Camus o La rebelión de Atlas (1957) de Ayn Rand, dado que los filósofos, muchas veces considerados advenedizos por ello, también escriben novelas. Dicho lo cual, cuantiosas son las reflexiones filosóficas que se manifiestan a lo largo del escrito, ya que pueden encontrarse tanto varias referencias directas a Aristóteles y su adecuación del verbo a la cosa o Tomás de Aquino y sus cinco vías sobre la existencia de Dios, como indirectas a Kierkegaard y su magna obra Temor y temblor o Heidegger y su definición del ser humano como un «no-todavía». Asimismo, ha de advertirse de cierto vocabulario filosófico, aunque con pretensiones más literarias que filosóficas («ontológico», «condición humana», «silogismo», «principio de no contradicción», etcétera), y de la abundante cantidad de referencias mitológicas, entre otras, a Orfeo, Penélope o Edipo, característica propia, por otra parte, de toda incursión literaria llevada a cabo por filósofos, muchas de ellas desplegadas para describir tanto hechos como acciones y personajes.

Si bien es cierto que la novela versa sobre el dolor y el sufrimiento humanos, subyace en ella la esperanza, las ganas de vivir. Cómo no temblar ante la enfermedad, la pérdida o el desamor. Pero, a pesar del desamparo que dichos males puedan causar, la esperanza de una vida futura sobrevive. Esta es la gran y sustancial diferencia que se brinda al lector por parte de Freijo con su segunda novela. Aun cuando comparte un estilo parco y áspero con La Ternera y asienta una crónica de relatos de triste atmósfera (¿habrá una tercera novela?), en Cuerpo vítreo la convicción de la autora en torno al «vivir a pesar de todo» desprende optimismo por un futuro mejor e inalterado por un pernicioso pasado. Un amor de engaño como el de la protagonista puede nublar las estructuras de la deducción, pero la enfermedad puede llevar a la lucidez, a entender los silogismos, incluso los de muerte («Todos los hombres son mortales, luego yo también», p. 86), y hacernos sabedores de querer respirar, al menos, una vez más.