Decisiones inconformistas. Entrevista a Yahvé M. de la Cavada
Decisiones inconformistas. Entrevista a Yahvé M. de la Cavada
Yahvé M. de la Cavada nació en 1977 y vive en Bilbao desde mediados de los 80. Desde su adolescencia consagró su vida a la música y a la escritura, publicando ininterrumpidamente desde 1994 artículos, críticas y columnas sobre música, cómic, cine y literatura en multitud de medios. A partir de 2005 se centró en la crítica musical, principalmente en publicaciones como la revista Cuadernos del Jazz, el diario El País y la edición española de la revista Rolling Stone. Actualmente es crítico musical en El País y escribe regularmente para las revistas MondoSonoro, Cactus y Scherzo. El deseo de repetir, publicada en el año 2018, fue su primera novela, sobre la cual hablamos en esta entrevista.
La estructura de la novela El deseo de repetir está estrechamente ligada a los personajes, quienes, según se puede apreciar, son los creadores de los capítulos monologales que forman la historia. ¿Podría considerarse que es el carácter introspectivo en cada capítulo lo que proyecta una vinculación intensa con la interioridad y la psicología de los personajes o fueron los propios personajes quienes pidieron dicha estructura en forma de monólogos?
Para mí era importante que cada personaje tuviese un discurso íntimo y sincero, que desde la introspección hablasen sin cortapisas sobre lo que piensan, lo que sienten, cómo se ven a sí mismos y a quienes les rodean. Escribiendo en primera persona desde un solo personaje te limitas a su perspectiva, y a mí me interesaba la confluencia de las diferentes perspectivas de los tres personajes principales.
A lo largo de la obra vemos grandes críticas sociales camufladas dentro de las vidas de los personajes; sin embargo, estas críticas sociales van ligadas a periodos «de luz» dentro de la vida de los mismos, ¿qué crees que debería plantearse el lector al encontrarse con estos dos polos de pesadumbre y superación?
Creo que no hay nada extraordinario en esa fluctuación entre la pesadumbre y la esperanza, y que todas las vidas, en mayor o menor medida, alternan entre lo oscuro y lo luminoso. Mi intención era dejar hablar a personajes atrapados en circunstancias muy humanas, muy comunes realmente, e intentar con ello que el lector, al menos en algunos momentos, sintiese que sabía a qué se refería el personaje, que entendía por qué se sentía así. El objetivo no era otro que intentar generar una sensación de compañía: me interesaba escribir para que el lector se sintiese identificado con algo, con lo que fuese, y se viese acompañado por un personaje con una situación o una emoción, si no similar, sí al menos paralela a la suya.
Para ubicar al lector de esta entrevista se pueden establecer cuatro personajes principales: Pablo, Oliver, Adriana y Lorenzo. Este último posee un papel un poco controversial, pero le hemos clasificado dentro de los personajes principales, ya que sus acciones provocan un giro narrativo interesante en la tercera parte. ¿Qué importancia tuvo el personaje de Lorenzo a la hora de escribir El deseo de repetir? ¿Tuviste la idea de crear un papel de personaje principal para él desde el principio o esta idea surgió tras el primer interludio de la segunda parte?
Lorenzo es un personaje completamente funcional: está ahí para alterar el marco de los personajes principales, para condicionarlos y para romper la acción y generar un conflicto que haga que las cosas se muevan. Su papel no es protagonista, pero es el resorte que hace que las cosas se precipiten. Todos los personajes de la novela están atrapados en cierto inmovilismo, son incapaces de tomar decisiones, así que se ven arrastrados por dinámicas que solo se rompen cuando el cambio les viene impuesto. Lorenzo es una herramienta al servicio de ese cambio forzoso y desde el principio de la novela ese fue siempre su papel.
Hemos hablado en preguntas anteriores sobre la crítica social, pero aún nos faltan mencionar algunos de los temas que más aparecen en El deseo de repetir: las drogas y el sexo. ¿Consideras que la continua mención de estos dos temas en la vida de los personajes tiene que ver con el polo de desasosiego del que hablábamos anteriormente?
El tercero sería la música. Sexo, drogas y música son elementos que los personajes utilizan para evadirse, para huir de todo lo que sienten que no pueden cambiar en sus vidas. Todos tenemos nuestras vías de escape, pasiones que sirven para poner un poco de ilusión en nuestros días, y en el caso de la novela estos elementos aparecen por lo comunes que son en las vidas de mucha gente. El sexo y las drogas o el alcohol están en todas partes, en formas diferentes, pero son parte integral de la cultura contemporánea. La relación de los personajes con ellos es sobre todo un síntoma de su desasosiego, y se contrapone a la música, que tiene un efecto regenerador en ellos.
¿Hay algún motivo especial por el que en la vida de Pablo haya mayor mención del sexo mientras que en la vida de Oliver estén más presentes las drogas? ¿O es casual la aparición recurrente de cada uno de estos dos temas en sus vidas, respectivamente?
Pablo está pasando una etapa concreta, está solo y se siente fracasado, con lo que el sexo es para él una forma de compañía, de intimidad, de retener lo que echa de menos de su anterior vida y, al mismo tiempo, de lo que cree que quiere para su futuro. Cuando lo ideal se materializa es cuando esa relación con el sexo se vuelve ridícula y frustrante, y revela el dolor y la angustia que Pablo intenta paliar con el sexo. Oliver, en cambio, tiene en las drogas una forma de vida. Su relación con casi todo lo que le rodea pasa por su relación con ellas, y no es algo circunstancial: ha sido así desde hace mucho y probablemente siempre lo será.
Partiendo de la premisa de que desde 2005 te has dedicado a realizar crítica musical en numerosos medios de comunicación, no podemos cerrar esta entrevista sin preguntarte por la musicalidad en la obra. ¿Consideras que el ritmo, que está presente en las vidas de todos los protagonistas, marca el desarrollo de las acciones que van teniendo lugar? ¿Tenías pensado dotar de tantas canciones a la historia o fueron saliendo sin que fueras consciente?
La música es parte esencial de mi vida desde que tengo uso de razón, y desde el principio quise que también lo fuese para los personajes de la novela. Más allá de la relación de los personales con el hecho de tocar un instrumento desde chavales –y la diferencia entre quien lo deja porque cree que ya no tiene sentido y quien sigue adelante a pesar de sus numerosos fracasos– o con la vocación de escribir sobre música de forma profesional, las canciones, los discos y los conciertos se convierten en un ecosistema necesario para dar sentido a sus vidas, de la misma forma en que otras pasiones diferentes dan sentido a tantas otras vidas. Para mí la música siempre ha estado ahí y siempre ha sido un nexo importante con muchas personas que me
He dejado para el final una serie de preguntas que me han llamado más la atención como lector y que tienen relación con el epílogo de la obra:
¿Este epílogo pretende ser una metáfora sobre las vidas de los personajes, quienes viven atrapados en sus propias realidades y necesitan gritar su historia para que alguien los ayude?
El epílogo tiene algo de metáfora, sí, y es ambiguo deliberadamente. Pero la intención, aunque un poco presuntuosa, quizá, es más poner un foco sobre el lector que reflejar a los personajes. Querría pensar que, según cómo interpreta cada uno el epílogo, esa interpretación dice más del lector que de la obra.
¿Consideras que Micho es el comienzo de una nueva historia, de la nueva vida para Pablo?
Así puede ser, o no. Puede ser el principio, como puede ser el final, la constatación de que nada nuevo crecerá de sus anhelos. Como decía, el final es deliberadamente ambiguo.
¿Volverás a escribir la historia de Oliver sin Adriana, de Adriana sin Lorenzo y del comienzo de la nueva vida de Pablo? Puedo asegurarte que, tras leer esta historia, yo también me he quedado con el deseo de repetir.
Lo he pensado alguna vez, pero no creo que tenga sentido. Al final, los personajes solo son cascarones, vehículos para transmitir sensaciones, ideas y sentimientos. En mi novela son estos, pero podrían ser otros, no cuento nada que no sea, hasta cierto punto, universal. Lo que sí puede haber es otras historias, otras vidas, otros personajes. Todo eso puede cambiar, son los diferentes elementos (el miedo, la pérdida, la envidia, el deseo…) que dan forma a esas historias, vidas y personajes los que, al final, son comunes a casi todos.