Donde comienza todo: “El origen”. Sierra Eslava y el cierre de la trilogía
Donde comienza todo: “El origen”. Sierra Eslava y el cierre de la trilogía
Su nombre es Francisco Javier Muñoz Aguilar, aunque escribe con el pseudónimo de Sierra Eslava. Nació en Cabra, provincia de Córdoba, en 1975. Se formó como arquitecto en la Universidad de Sevilla. Al finalizar, fundó junto con unos socios su propio estudio, en el que desempeña las labores de diseño arquitectónico y dirección de obras. Desde joven cultivó la escritura, especialmente en su paso por el IES Aguilar y Eslava de Cabra, momento en el que obtuvo premios en relato y poesía. Pero se había dejado un sueño en el camino al que he vuelto con la calma y la determinación de la madurez para hacerlo realidad, momento en el que nació Sierra Eslava, pseudónimo que le ha aportado necesaria libertad para afrontarlo. Hoy la escritura supone para él una dedicación estable y comprometida a la que entrega parte de su tiempo. Ha publicado tres novelas que componen una trilogía: El secreto de la almadraba, El secreto de la emperatriz y El origen. Esta última merecedora de la medalla de oro a la mejor novela de Ciencia Ficción en los International Latino Book Awards de 2022, en su XXIV edición.
Podemos ver que tanto El secreto de la almadraba y El secreto de la emperatriz como El origen están plagados de numerosos extractos únicamente descriptivos, sobre todo en la parte más histórica de la obra. ¿Qué simboliza el uso de tantos detalles? ¿Cuál es el principal objetivo?
Desde mi punto de vista, cualquier historia, por muy increíble que a priori sea, incluso las de géneros como la Fantasía o la Ciencia Ficción, deben ser verosímiles. Para ello es necesario crear en el lector un escenario con todas las variables precisas para que visualice las escenas y se adentre en la historia. Hablamos del ámbito geográfico, la arquitectura, la sociedad, la política, pero también los personajes, históricos o de ficción, con sus circunstancias, conocimientos y motivaciones. El escritor debe trabajar para crear dicha escenificación compleja (por el número de variables) y que sea creíble, consistente y coherente, pero a la vez que se desarrolle en el justo equilibrio de sabores, para que al lector no le resulte insulsa, amarga, etc. He pretendido expresamente estar lejos de abrumar con descripciones arquitectónicas, por ejemplo, pero con el objetivo de comprometerme con el lector a ofrecerle una historia bien construida y convincente. Aunque asumo que unos paladares tomarán esas descripciones como excesivas mientras que otros pueden tacharlas de parcas. Es parte de la riqueza de la literatura actual: la dispersión y heterogeneidad de las lectores y lectoras.
El tercer título, El origen, es quizá la entrega más llamativa de la trilogía por no llevar impuesto el sintagma «El secreto de…» ¿Fue un acto premeditado la exención de este sintagma para el título de esta tercera obra que posiblemente engloba el mayor de los secretos de la trilogía?
Estuvo a punto de ser El origen del secreto, pero indudablemente resultaba muy repetitivo. Además, quien hubiera llegado hasta la tercera entrega lo haría lo suficientemente motivado como para no precisar de ese extra de reclamo. El conciso “origen” ya era suficiente como para anunciar una esperada resolución tras comprobar en las anteriores entregas cómo de enorme se había hecho el “secreto”. Por cierto, que la almadraba pone nombre tanto a la primera novela como a la trilogía siendo poco más que el nombre y el escenario del primer capítulo. Sin embargo, fue una apuesta por ese bello sustantivo que, sin embargo, puede llevar a confusión a quien se deje llevar tan solo por el título.
[Atención, spoiler] ¿Cuál considera que es la enseñanza que puede proporcionar El origen sobre las paradojas que conforman los viajes en el tiempo?
Los viajes en el tiempo son, sin duda, uno de los grandes temas de la Ciencia Ficción, aunque en este caso no sea más que una herramienta para tomar al lector y enfrentarlo a mundos pasados que minusvaloramos y subestimamos por norma general. Para Rebecca, a pesar de ser una persona estudiosa y sacrificada, es toda una epopeya viajar a esos tiempos y desenvolverse con nuestras armas (las suyas son incluso más sofisticadas que las que cualquiera de nosotros pudiera tener, por sus conocimientos de lenguas ancestrales como el latín y el hebreo o su doble condición de científica y religiosa).
La propuesta que hace la trilogía tiene más de ciencia que de ficción, al menos en lo referente a la posibilidad de que se hayan producido desplazamientos temporales, aunque propone limitaciones que se ajustarían más a la posibilidad real que a la que la cinematografía nos ha vendido.
Por otro lado, otra enseñanza que propone es que cada tiempo es deudor de sus circunstancias, por lo que la transmisión oral o escrita está sometida al filtro que los interlocutores pueden aplicar de forma consciente o inconsciente. El origen revela que muchas cosas de las que conocemos pudieron ser distintas en realidad, quizás no tanto como para cambiar lo esencial, pero sí lo suficiente como para que sus matices pudieran haber quedado atrapados en ese filtro.
Sin embargo, aunque subyazcan esas intenciones, la primera de todas es entretener, hacer de la lectura un momento de placer y abstracción que merezca la pena por sí mismo. Despertar de una historia y que el lector pueda sentir que le ha merecido la pena ese sueño.
¿Cómo se le planteó la idea de usar una doble trama temporal en El Origen para jugar entre las descripciones históricas y el desarrollo de la acción que permite continuar con el misterio que tuvo su origen en El secreto de la almadraba?
Precisamente, una de las características de las novelas, es que combinan géneros y son muy distintas entre sí. Eso puede resultar un problema para el lector que espera una novela de ficción histórica y se ve inmerso en un thriller o incluso en ciencia ficción. La verdad es que su lectura precisa de mucha flexibilidad por parte del lector ya que, por necesidad de ocultar la trama, no puede anunciarse previamente la confluencia de géneros.
La estrategia en todos los casos era que las líneas temporales quedaran bien agrupadas en las partes compactas en que se divide el libro, y no en una alternancia de capítulos, por ejemplo. Todo ello pretendía favorecer que el lector se sumerja plenamente, ya fuera en el Cádiz del siglo XIV, en la Roma del IV o en Jerez del XXI. Además, cada línea precisa de características y herramientas distintas, como la narración en primera persona o tercera, las descripciones de escenarios, la velocidad de acción o el tono y características del lenguaje de los personajes. Tan solo Rebecca puede sobrevolar todos esos escenarios como personaje contemporáneo, al que acompañan los pensamientos y estructuras de nuestro tiempo. Sin embargo, hay que reconocerle unas excepcionalidades que la convierte en una representante contemporánea muy especial, como el hecho de ser mujer, religiosa, hija de judía sefardí, culta o directora de un equipo de investigación científica. No, desde luego que no es una mujer cualquiera, pero quizás sí la que elegiríamos para que mostrara lo mejor de nosotros.
Dentro del género de la narrativa, ¿cómo catalogaría El origen? ¿Podría ser una novela de narrativa histórica? ¿O cree que la ficción presente en la obra hace que esta sea más versátil dentro del género?
Personalmente me gusta decir que es ficción histórica, con mucho de ficción. Sin embargo, para los ortodoxos del género histórico quizás sea mucho decir. Es cierto que tiene un gran sapo que tragarse en un momento dado de la trama, donde se produce un giro tan inesperado como copernicano. Pero, una vez deglutido, los lectores me suelen decir que se encuentran muy a gusto tanto en los tiempos pretéritos como en el contemporáneo. Se trata de un multigénero, sin duda, incluso rozando la ucronía, que es un género que parte de la novela histórica para proponer un desarrollo divergente de los hechos históricos a partir de un momento. Todo ello hace complejo de vender esta trilogía, ya que queda en un difícil encuadre de género literario, en manos del éxito del boca-oreja.
El lector puede observar que durante toda la trilogía hay una base histórica que vertebra toda la historia; lo cual indica que el aparato documental que el autor ha tenido que realizar ha sido complejo y extenso. ¿Cómo ha logrado gestionar la enorme variedad de fuentes bibliográficas necesarias para poder construir el mundo donde sucede la historia?
Quizás lo más complejo ha sido desarrollar cada novela en un tiempo diferente. Suelo hablar de que El secreto de la almadraba se desarrolla en el siglo XIV, aunque hay partes de ella que no; mientras que El secreto de la emperatriz tiene lugar en el siglo IV, entre otros; pero procuro no indicar en qué tiempo tiene lugar El origen, porque sin duda desvelaría con antelación parte de la respuesta que contiene. Cada tiempo tiene su propia arquitectura, que nos ha llegado transformada y es necesario eliminar las capas de cebolla que la historia le ha ido superponiendo; pero también tiene sus propias civilizaciones, con sus propios idiomas y costumbres, quizás lo más difícil de gestionar. Tanto el estudio como la gestión la he llevado a cabo como escritor, desde luego, no como historiador, que no lo soy ni lo pretendo. Mi intención es contar historias, no enseñar historia. Por tanto, es imprescindible lograr un volumen de información suficiente como para ser honesto con el lector, pero que no lastre la propia narración con riadas de datos. Es cierto que ello me ha llevado a elegir el lenguaje que debía emplear, más afectado en la primera novela por contener partes que correspondían a la escritura de un monje, pero en el resto he procurado revestirla de la suficiente dignidad como para encajar en cada tiempo. Porque la investigación no tiene límites y lleva fácilmente al bloqueo. Pongo un ejemplo. En la primera novela descarté utilizar la palabra “pantalán”, porque se incorporó al castellano desde Filipinas, hecho que no había podido ocurrir en ese momento. Sin embargo, con posterioridad he visto utilizar esa palabra a un novelista historiador en un momento anacrónico y he de reconocer que no tenía la importancia que en su momento le di, mientras que he podido pasar cosas mucho más graves, desde luego. De nuevo vuelve a ser una cuestión de equilibrio. Muchas horas de estudio han dejado traslucir lo que he encontrado imprescindible para contar estas historias.
Mantener el anonimato en la autoría por medio de un pseudónimo, ¿qué ventajas le ha planteado durante estos años escribiendo la trilogía? ¿Podría explicarnos de dónde viene el pseudónimo Sierra Eslava?
Para mí ha sido importante, porque era un proyecto que abarcaba tres años y no quería verme coartado por las críticas cercanas. Al principio las críticas son difíciles de gestionar y la cobertura del pseudónimo me ha protegido lo suficiente como para finalizar este proyecto. Qué duda cabe que también protege a mi actividad principal, que es la de arquitecto. En parte también pretendía ser una segunda marca personal que evitara que la búsqueda de mi nombre se centre en una actividad que no es mi medio de vida.
El nombre tiene suficiente juego como para despertar el interés de mis paisanos. Sierra es la voz con la que conoce a muchas mujeres de Cabra, que se llaman María de la Sierra en honor de nuestra patrona. Entre ellas se cuentan mi mujer y mi madre, lo que es principalmente un homenaje a ellas. Fuera de mi localidad, se confunde con un apellido, lo que da opción a esconder el sexo del autor. En cuanto al apellido Eslava, responde al lugar donde comencé a escribir, el instituto Aguilar y Eslava, que pasa por ser el más antiguo de España, con más de tres siglos y medio de historia. Muchos de mis profesores y en general el gran ambiente cultural e intelectual de esa entrañable casa estimularon mi creatividad, tanto plástica como literaria, y es un homenaje a todos ellos. Por cierto, no usé Aguilar porque es el apellido de mi madre y al utilizar su nombre la hubiera señalado inequívocamente.
¿Qué importancia concede a los premios? ¿Cuáles fueron esos primeros pensamientos cuando le comunicaron que El origen era la obra ganadora del galardón XXIV International Latino Book Awards?
Un premio puede ser un impulso al ego, pero fundamentalmente a la seguridad que siempre está en crisis cuando escribes. En mi caso, ha sido más esto segundo. La exposición que supone poner una obra en el mercado literario te hace muy sensible a las opiniones. De ellas, las hay buenas y no tan buenas. Luego aprendes que esa divergencia depende más de si estás llegando a tu público objetivo o estás dando con lectores de otros géneros que simplemente se pueden sentir defraudados, y recuperas la autoestima. Y un premio apuntala el largo y solitario trabajo de la escritura. Además, el premio a un pseudónimo amortigua mucho el efecto sobre el propio ego.
Por eso, cuando tuve noticia del premio, primero sentí una enorme y placentera relajación. Lo siguiente que pensé es que el otorgamiento del premio en la categoría de Ciencia Ficción era un enorme spoiler que hasta ese momento había tratado de evitar.
Si bien, tiene la gran importancia de poder sumarlo al currículo literario, el mejor efecto de recibir este premio ha sido el lanzarme a nuevos proyectos.