El Día de Todos los Santos
El Día de Todos los Santos
Eran las siete de la mañana cuando el gallo cantó. Las siete en punto.
Victorio García se levantó, desayunó un vaso de achicoria con unas galletas María, se puso el traje que había dejado doblado en la silla la noche anterior y salió al jardín a coger las flores.
Era uno de noviembre, Día de Todos los Santos y, como cada año, Victorio se dirigió al cementerio con su mejor traje puesto y los crisantemos más bonitos de su jardín.
Los años pesaban y cada vez se hacía más duro subir la cuesta pedregosa hasta llegar al camposanto, situado a las afueras del pueblo. Al fin lo consiguió. Se sacudió los pantalones con una mano temblorosa y echó la vista atrás para admirar el pueblo en el que había nacido y del que nunca se había movido. Allí había crecido, había conocido a toda su familia y había hecho amigos que siempre le habían acompañado. Allí se había echado novia, había tenido a sus hijos y se había quedado viudo. Cerró los ojos y recordó a todas las personas que había amado en su vida y a todos aquellos que habían pasado por el pueblo alguna vez y habían sido imposibles de olvidar.
Ahora solo quedaba él. Sus padres, sus abuelos, sus tíos ya no estaban. Sus hijos habían volado a las ciudades y ya no habían vuelto a visitarle. Toda su vida se había reducido a él mismo. Suspiró, recordando todo y a todos, dio media vuelta y entró en el cementerio.
Visitó a toda su familia, a su amor verdadero y a los que habían sido sus verdaderos amigos, dejando en todas las tumbas un crisantemo.
Unos minutos más tarde tan solo le quedaba una flor, un crisantemo, y una tumba que visitar.
Recorrió todo el cementerio hasta que llegó a una tumba situada en la última hilera.
Victorio permaneció delante largo rato, observándola, leyendo una y otra vez el nombre que aparecía y las fechas de nacimiento y muerte. Una lágrima cayó por su anciano rostro. Colocó el crisantemo con extremo cuidado, dio un último suspiro y se marchó, mientras las letras y los números de la sepultura se repetían en su mente una y otra vez:
VICTORIO GARCÍA
1930-2020
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