La búsqueda de la libertad en “Introducción a Teresa de Jesús” (2020), de Cristina Morales

por Sep 6, 2023

La búsqueda de la libertad en “Introducción a Teresa de Jesús” (2020), de Cristina Morales

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Una novela es un acto de libertad por parte de su creador

Cristina Morales

1. INTRODUCCIÓN

Cristina Morales (Granada, 1985), licenciada en Derecho y Ciencias Políticas, es conocida, sobre todo, por el éxito de sus obras Los combatientes (Anagrama, 2020; galardonada con el Premio INJUVE de Narrativa 2012), Lectura fácil (Premio Herralde de Novela 2018 y Premio Nacional de Narrativa 2019), Terroristas modernos (2017) y Malas palabras (2015). Su trayectoria ha estado marcada por escaparse del marco de lo políticamente correcto y exponer la crudeza de los problemas de nuestra sociedad en un estilo hilarante y transgresor. Asimismo, a su corta edad, es autora de numerosos cuentos que se han recogido en diferentes antologías y revistas literarias. Como premio a su excelencia a la hora de redactar los textos, ha disfrutado de becas como la Beca de Escritura de Montserrat Roig (2017), una beca de la Fundación Han Nefkens (2015) y la beca para Jóvenes Creadores ofertada por la Fundación Antonio Gala (Anónimo, 2020)1.

El presente trabajo se enfoca en una de las obras de Cristina que menor atención ha recibido por parte de la crítica, en parte porque la publicación de la edición que vamos a analizar se realizó en el año en que se inició en España la pandemia del COVID-19: Introducción a Teresa de Jesús (2020), obra de ficción que pertenece al género confesional y que, a través de un estilo memorialesco, narra los acontecimientos de la vida de santa Teresa de Jesús (1515-1582), desde su niñez hasta su vida adulta. La decisión de analizar esta edición y no Malas palabras se debe a que en la segunda, al ser un encargo de la editorial Lumen (por el quinto centenario del nacimiento de Teresa), Morales no pudo disfrutar del derecho a elegir un título para su obra. Además, en la obra de 2020 observamos una nota a la edición donde su autora defiende su derecho a tomar decisiones «tapas para afuera» y una adivinanza punk.

Así pues, los objetivos de este estudio son los siguientes: ahondar en la vida y obra de santa Teresa de Jesús y descubrir cómo tanto Cristina como Teresa logran hallar un espacio de libertad a través del acto de escritura. Para ello, se han empleado fuentes bibliográficas entre las que destacan Bárbara Rodríguez Martín, con su trabajo «Introducción a Teresa de Jesús-Últimas tardes con Teresa de Jesús» (2021), y Nazareth Solís Mendoza, con su artículo «Teresa de Jesús: una santa para el siglo XXI» (2016).

2. CONDICIONES DE PRODUCCIÓN DE LAS QUE SURGE «INTRODUCCIÓN A TERESA DE JESÚS» (2020) 

La generación literaria nacida entre 1974 y 1984 ha sido considerada la Generación de la Abundancia, pues la conforman narradores y poetas cuyos padres se encargaron de facilitarles el acceso a la educación y a la formación complementaria, así como de abastecerles de libros, pero, sobre todo, de brindarles libertad para decidir, como sugieren Rentería y Sánchez (2021: 4). Sin embargo, a pesar de que sus padres (pertenecientes, desde el punto de vista histórico, a la generación «Baby Boomer») lucharon para que se beneficiasen de las oportunidades que ellos no pudieron tener en una España franquista, estos jóvenes escritores se enfrentan a una realidad donde los estudios universitarios, precisamente, no les han garantizado numerosas ofertas de trabajo. De hecho, Cristina Morales hace referencia constantemente al «desengaño total de una generación a la que se vendió que la universidad era un lugar de promoción social» (Morales, 2020). Esta misma idea la advertimos en autoras como Aixa de la Cruz y Ana Iris Simón, quien no forma parte de la generación de Morales y De la Cruz por haber nacido en 1991, pero comparte el mismo sentimiento desesperanzado: «aunque nuestros padres tenían menos papeles académicos que un galgo, sí que tenían, con nuestra edad hijos e hipotecas y pisos en propiedad […] porque podían hacerlo» (Feria, Iris, 2020: 21).

Es importante valorar el contexto en que se configuran las obras de esta generación2, puesto que son productos históricos cuya creación se encuentra condicionada por factores sociohistóricos como la crisis económica de 2008 y el ansia de supervivencia en un mercado editorial en el que, además de continuar existiendo la censura, se establecen unas normas concretas que cuartan la libertad creadora, como señala Romero (2021: 74). De hecho, en nuestra obra objeto de estudio Morales se enfrentó en innúmeras ocasiones a las exigencias de la editorial Lumen para modificar el texto, en favor evidentemente del aumento en las ganancias económicas y el respeto a un pensamiento ideológico concreto.

Como apunta Romero (2021: 74), la obra de Morales no surge por la finalidad última de escribir, sino por una necesidad económica generada por una sociedad en la que difícilmente pueden subsistir los escritores de su edad. En la presentación de su libro, que tuvo lugar en La Pantera Rossa (centro social y librería), la propia escritora afirmó que «las condiciones de la creación de este libro no son las habitualmente concebidas de la creación en libertad» (Morales, 2020b). Al tratarse de un encargo que había de cumplir, porque deseaba ser publicada (y leída) y, asimismo, satisfacer sus necesidades económicas, encontró una motivación para escribir en las similitudes que compartía con Teresa de Jesús, a quien García de Toledo encargó que redactara el relato de su vida (Libro de la vida, 1588) en unas condiciones en las que debía cuidarse de provocar que la Inquisición actuase contra ella. Desde una perspectiva contemporánea, Morales plantea que las editoriales actuales son semejantes a la Inquisición a la hora de condicionar y censurar a sus escritores, como apreciamos en la crítica que vierte Morales en su «Nota a la edición: ¡JA JA JA JA!» (en la edición de 2020 titulada Introducción a Teresa de Jesús), donde transcribe las ejemplos de las frecuentes correcciones de su editora: «Pero cambia la palabra “tetas” por la palabra “pechos” (sic). Pero no hagas vomitar a Santa Teresa a través de la celosía (sic). Pero haz que Santa Teresa se enamore de alguien (sic)».

Su afán de comunicación le llevó a santa Teresa a emplear ciertos mecanismos para evitar la censura, como la falsa modestia (empleando recursos como la captatio benevolentiae, como el hecho de disculparse por no escribir bien) o la afirmación de que Dios la había apremiado a que cogiera la pluma, por lo que debía «obedecer al Señor que lo [había] mandado» (V 37,1). El Libro de la vida, considerado por la crítica como la primera autobiografía moderna cargada de subjetividad, adopta la forma de una carta dialógica en la que su autora procura permanecer en el anonimato, pero alcanzar a su vez el objetivo de acercar al lector a Dios mediante un discurso en el que narra su historia de salvación y sus experiencias místicas (Coronel, 2015: 421-422). A diferencia de otras monjas, santa Teresa se atrevió a ser una mujer emprendedora en busca de aventuras innovadoras que la alejaban de los frecuentes menesteres ancilares, hecho por el que fue varias veces sometida a los tribunales de la Inquisición, como aclara Díez (2015: 198). Fray Luis de León fue una de las pocas personalidades que, en el siglo XVI, ejerció una defensa ideológica de las experiencias narradas por la santa, así como de su particular manera de cultivar la vida contemplativa. Aunque en este trabajo no se pretende realizar una historiografía literaria, es conveniente dejar claro que la labor filológica del poeta ha posibilitado que llegue hasta nuestros días la obra conjunta Vida, Camino de Perfección y Moradas, prologada por él. La importancia de este hecho reside en que, a pesar de no haberse demostrado que se conocieran más allá de los escritos, fray Luis valoró en ella una calidad literaria y un estilo innovador que le llevaron a interesarse de nuevo por la mística, como asegura San José (2020: 167).

Si bien es cierto que en Malas palabras Morales no aborda en profundidad el tema de la espiritualidad mística, contemplamos cómo su voz narrativa se transfigura a través de la santa para reivindicar, en un tono autobiográfico, las difíciles condiciones de vida que ambas sufren en dos épocas tan distanciadas temporalmente. Desde un primer momento, advertimos que la autora no pretende hablar por santa Teresa, sino a través de ella; en ocasiones, las semejanzas entre ambas figuras son tan evidentes, que Morales denuncia las limitaciones en su proceso de escritura aludiendo a formas de poder más cercanas a la época de la protagonista de su novela:

Cuando escribí «Introducción a Teresa de Jesús», me vi en un ámbito tan hostil, donde no era posible la crítica… era una recién llegada, quería ser leída y valorada por mi trabajo, y me di cuenta de que estaba bajo el mazo del poder y de que las relaciones de poder son feudales […] A mí me cabe la guerrilla. Lo sibilino. El engaño, la mentira […] Hay que mentir por la supervivencia y por la autonomía. Estamos ante gigantes.

(Morales, 2020b)

Desde una óptica feminista, Morales expresa su frustración ante la escasa libertad del escritor en el mercado editorial actual, pero también denuncia a todos aquellos que alguna vez prohibieron escribir a una mujer, como en el caso de Teresa de Jesús, a quien vuelve a imaginar desde la libertad y la intransigencia. Ya en la «Nota a la edición…» la autora reivindica cómo en la literatura (sobre todo, en el caso de las personalidades femeninas) suele haber un «yo» que debe pedir permiso para “autorizarse” o, más bien, para poder expresar sus pensamientos, aunque eso conlleve justificarse por no estar conforme con determinado tipo de ideología. En la presentación de su libro, Morales (2020) subraya que en los últimos años el concepto de censura se ha convertido en autocensura, de modo que los editores no solo sugieren a los escritores que cambien su léxico a uno menos soez (por ejemplo), sino también les imponen que practiquen autocontrol a la hora de redactar sus textos.

3. TEMA

Como aclara Estébanez Calderón (1996: 504), desde la concepción tradicional del análisis de los contenidos de un texto, el tema se corresponde con la idea central en torno a la que gira un relato, poema u obra teatral. Los elementos de Introducción a Teresa de Jesús y su esquema actancial se organizan en función de la siguiente idea:

La búsqueda de la autoafirmación y de la libertad a través de la redacción del discurso de una vida.

Para Cristina Morales (2020: 12), los títulos son componentes esenciales de un texto, pues «determinan absolutamente su contenido» (2020b, 27). Este es el caso de Introducción a Teresa de Jesús, donde el título guarda relación con el proceso de investigación que llevó a cabo la escritora sobre la figura de Teresa, de la que nos ofrece toda una visión de su vida y obra a través de un recorrido por textos como el Libro de la vida. El título genera una confusión con el género ensayístico, pero también nos invita a descubrir a una Teresa apenas conocida por los lectores que, en lugar de buscar la presunción, desea autoafirmarse como mujer-religiosa-escritora.

4. LA CONSTRUCCIÓN DEL DISCURSO DE LA LIBERTAD A TRAVÉS DE LA VOZ NARRADORA 

La construcción del relato en la Introducción a Teresa de Jesús es el resultado de un complejo montaje de voces donde Morales asume la ardua tarea de mantener su voz de autora y, a su vez, construir una voz diegética (o narradora) para Teresa de Jesús, que coincida con la voz mimética del personaje, pero que no trate de complementar lo que ya afirmó la santa en el s. XVI.

Nos encontramos ante un relato autodiegético donde la narradora, conciencia lingüística surgida de la lingüisticidad de la autora y de la que depende la configuración del relato, participa en la historia que ella cuenta y es la protagonista de la misma: por una parte, en el prefacio que dirige a su confesor, procede a realizar una reflexión metaliteraria en la que, además de sopesar los riesgos de elaborar su autobiografía, describe su proceso de creación narrativa y se cuestiona si ha de escribir en función de los intereses de su padre confesor, es decir, sobre el desvanecimiento de su vanidosa juventud y su conversión a un ser bondadoso y premiado por Dios; por otra parte, habiéndose adentrado en la narración de su pasado, inicia un recorrido desde sus primeros años de vida, marcados por su interés en la literatura y por los embarazos de su madre. Teniendo en cuenta que el tiempo determina la construcción de esta voz narrativa, es reseñable la correlación de diferentes tiempos en el relato de santa Teresa, cuya alternancia genera confusión a la hora de establecer el tipo de narración presente en la novela. En un principio, podríamos pensar que se trata de una narración ulterior, ya que, según Gerárd Genette, esta suele ser propia de la narración autobiográfica (Cuasante, 2015: 10); en el caso de la novela de Morales, esta idea parece cumplirse porque Teresa de Jesús, como narradora homodiegética, narra experiencias que le ocurrieron en el pasado:

Mi madre leía a escondidas de mi padre, como el criado que sustrae unos garbanzos. La recuerdo con mejillas colgantes y bolsas en los ojos, pesados anillos bailándole en torno a los dedos huesudos y labios gruesos […]. Así era durante seis meses. Durante los otros seis, llegado el embarazo de todos los años, la cara se le amanzanaba.

(Morales, Introducción a Teresa de Jesús, 2020: 25)

El predominio del pensamiento sobre la acción es tal, que los diálogos que el narrador despliega son el reflejo de los discursos en la conciencia de Teresa, quien, desde su presente, reproduce las expresiones lingüísticas que escuchó en un momento dado. Se trata, en consecuencia, de un presente de reflexión en el que la santa emite juicios de valor sobre su comportamiento pasado y el del resto de los personajes, aunque observamos mayormente cómo recapacita sobre el primero. Tal es el caso de los insultos que vierte contra sí misma al recordar el pecado que cometió cediendo ante la curiosidad de perseguir a doña Luisa en la noche: «Gata moribunda, que todavía tuviste tiempo de preguntar si doña Luisa abría alguna vez el ataúd de su esposo.[…] Gata muerta, Teresa» (Morales, 2020: 120).

Como se ha mencionado previamente, el empleo frecuente de la temporalidad pasada es otro de los factores clave que posibilitan caracterizar al narrador del relato. Sin embargo, en este caso, escudriñar los niveles narrativos entraña una cierta complejidad, dado que el acto de escritura lo está realizando la protagonista en su presente; como sabemos, se dispone a escribir sus memorias para responder al encargo del padre García de Toledo, ergo nos posicionamos ante el nivel intradiegético, porque se sitúa dentro de la acción.

Así pues, atendiendo al punto de vista en el que se sitúa el narrador, apreciamos un yo protagonista que relata la historia en primera persona y no tiene acceso a los pensamientos de otros personajes, sino a las acciones que observa desde su perspectiva. Esto se debe a que, en la novela autobiográfica el narrador es el autor y ambos se fusionan en la figura del personaje:

Al igual que en Introducción a Teresa de Jesús, el narrador del Libro de la vida es un yo protagonista que actúa como eje central de la historia que cuenta y es sujeto de la enunciación del discurso, por lo que solo tenemos acceso a los hechos a través de la mirada de Teresa. Puesto que Cristina toma como modelo el Libro de la vida, entre otras fuentes, no es de extrañar que en ambas obras predomine el pensamiento sobre la acción. Uno de los aspectos más interesantes de la obra de Morales es el juego Teresa-Cristina por el que nos cuestionamos constantemente la identidad de la primera persona narrativa (Rodríguez, 2021: 272). En la novela, de hecho, la santa llega a afirmar que le gustaría llamarse Cristina por su relación con el cristianismo y con la palabra «cristiana». Asimismo, por estar redactando un diario más íntimo que no verá la luz y en el que podrá escapar la censura, manifiesta lo siguiente: «Cuando escribo “Soy Teresa de Jesús y aquí estoy intentando no ser yo”, es cuando más Teresa de Jesús soy» (Morales, 2020: 66). Esta misma sensación experimentaba Morales cuando su editora le sugería que cambiase ciertas palabras y contenidos de su obra.

5. PERSONAJES

Cuando nos acercamos a una obra como la de Cristina Morales, donde la protagonista es un personaje histórico sobre el que se han vertido innúmeras opiniones, tendemos a crear una imagen errónea basada en la tradición artística y en la crítica textual que nos ha llegado. Sin lugar a duda, alejarse de la visión folclórica de Teresa, retratada como una santa siempre al borde del goce místico, supone todo un reto. Como bien señala la poeta Olvido García Valdés (Morales Fernández, 2015), a causa de artistas como Bernini «la imaginamos siempre bajo esa representación [de éxtasis], que la ha convertido en un personaje folclórico». Incide, asimismo, en que «no nos cuesta asimilar a Juan de la Cruz como una de las figuras de nuestra literatura, pero ella nos parece un personaje extraño, una figura que no sabemos por dónde coger» (Morales Fernández, 2015). Son estas las ideas que muchos lectores tenemos en mente antes de aproximarnos al personaje de Teresa en Introducción a Teresa de Jesús, juicios de carácter místico que Morales destierra cuando construye a su protagonista.

La santa Teresa creada por Morales es muy humana; no se caracteriza simplemente por experimentar esos éxtasis propios de la mística, como veremos más adelante. Dicha humanidad también se refleja en su prosopografía, puesto que la protagonista se describe a sí misma como una anciana de cuarenta y siete años que lleva el hábito religioso propio de su profesión y que camina descalza para retornar a la pobreza primitiva; la descripción del físico de la santa es mucho menor que la de otros personajes debido a que se limita a reflexionar sobre acciones de su pasado y a describir físicamente a otros personajes. Asimismo, el que sea mayor la etopeya a la prosopografía en Teresa puede ser consecuencia de su escaso interés hacia las cuestiones relacionadas con su físico, como prueba el fragmento en el que desprecia la fijación que suelen tener las mujeres por su físico: «Lo más gracioso es que [Luisa] piensa que yo me aderezo, o será que está miope […] que si no me vería las verrugas. […] Yo no me aderezo ni mucho ni poco, que es el pecado venial que más se parece al pecado mortal. Y más y peor entre mujeres» (Morales, 2020: 38).

Por su grado de complejidad, se corresponde con el modelo de personaje redondo, esto es, posee un mayor grado de complejidad, ambigüedad y riqueza psicológicas que personajes planos como, por ejemplo, Hércules. Por su génesis y desarrollo, santa Teresa puede considerarse un personaje en proceso de evolución que va cambiando a medida que se produce el paso del tiempo. En este aspecto, se puede comparar a la protagonista con Lázaro de Tormes, dado que, al igual que el pícaro, la Teresa adulta difiere radicalmente de la niña ingenua, traviesa y «vanidosa» (Morales, 2020: 22), que disfrutaba jugando con sus hermanos y primos en su hogar familiar; la personalidad de la protagonista a sus cuarenta y siete años ya ha sido moldeada mediante sucesos como la muerte de su madre, sus diferentes enfermedades y el aprendizaje de un estilo de vida basado en la pobreza, la soledad y el silencio. A diferencia del resto de los personajes, a los que conocemos a través de la mirada de la protagonista, a Teresa la observamos, sobre todo, mediante las acciones que realizó en su pasado. Por tanto, podemos afirmar que se trata de una mujer muy trabajadora (lo contemplamos, por ejemplo, en su voluntad de fundar conventos), reflexiva, honesta, imaginativa (faceta que apreciamos en su amor por los libros de caballerías), curiosa y con un desmedido afán de saber. Por otra parte, si bien el comedimiento caracteriza el tono de Teresa en el Libro de la vida, es imprescindible recalcar, desde un punto de vista psicológico, que su carácter reflexivo en ambas obras le lleva a cuestionarse el papel de la mujer en su sociedad, lo que nos posibilita valorar su determinación. En el siguiente fragmento del Libro de la vida, se hace explícita la valentía de Teresa al resaltar que el padre provincial le negó el derecho a fundar el convento de San José y cómo afrontó las críticas de otras monjas que despreciaban la decisión de crear un nuevo monasterio:

1. Pues estando los negocios en este estado […] fue cuando el padre provincial nuestro mudó parecer. Creo fue movido por ordenación divina, sigún después ha parecido; porque, como las oraciones eran tantas, iba el Señor perfecionando la obra, y ordenando que se hiciese de otra suerte. […] 2. Estaba muy malquista en todo mi monesterio, porque quería hacer monesterio más cerrado […] Unas decían que me echasen en la cárcel, otras, bien pocas, tornaban algo de mí.

(Teresa de Jesús, Libro de la vida, 1997: 391-392)

Según Pardo (Morales Fernández, 2015), tanto en la exposición de su propia vida como en los consejos que brindaba a las monjas para actuar en un mundo de clérigos existe una lectura feminista que no es anacrónica. Desde esta perspectiva feminista, la concepción que tiene la santa de la mística supone un desafío a la sociedad patriarcal de su época.

Por medio del punto de vista subjetivo de Teresa, conocemos a gran variedad de personajes secundarios con los que dialogó e interaccionó en su pasado: Beatriz Dávila Ahumada, Alonso Sánchez de Cepeda, Agustín de Cepeda, Juan Vásquez de Cepeda, Rodrigo de Cepeda, Diego de Cepeda Álvarez, María de Ocampo, Francisco, Inés, Vicente, Juan Álvarez de Cepeda, Elisa, Juan de Ovalle, Guiomar de Ulloa, Luisa de la Cerda, padre García de Toledo, Diego Hurtado de Mendoza, fray Pedro de Alcántara, Juana Suárez, Ibañez, Domingo Báñez, Juan de Ávila, María de Jesús. Siguiendo la clasificación de personajes de Estébanez Calderón (1996: 404), se describirán algunos de los anteriores personajes atendiendo a su importancia en el desarrollo de la acción3:

1. Beatriz Dávila Ahumada: madre de la protagonista. Es el primer personaje que Teresa presenta en el inicio del relato que narra y en el que más se desarrolla la prosopografía:

Mi madre leía a escondidas de mi padre, como el criado que sustrae unos garbanzos. La recuerdo con mejillas colgantes y bolsas en los ojos, pesados anillos bailándole en torno a los dedos huesudos y labios gruesos y resecos nunca del todo sellados. […] Durante los otros seis [meses], llegado el embarazo de todos los años, la cara se le amanzanaba y los anillos se le ajustaban a la carne, y los lados de la boca, vigorizados, cerraban sus labios hasta que llegaba el grito del parto.

(Morales, 2020: 24)

Se la describe como una mujer solitaria y letrada que se arriesga a disfrutar de su ocio leyendo libros de ficción. Sin embargo, en ocasiones, llega a ser una mujer silente que acata las órdenes de su marido (por ejemplo, le prohíbe leer) y se presta a dar a luz sin reparar en su estado de salud. Su muerte, tras dar a luz a su hermano Juan, marca para siempre la vida de Teresa, quien a sus doce años ha de afrontar la pérdida de la persona que más la comprendía, quien le enseñó el hábito de la lectura y el gusto por el conocimiento.

2. Alonso Sánchez de Cepeda: padre de Teresa. Se presenta como una figura autoritaria que maltrata tanto a su mujer como a sus hijos. Aunque en los últimos momentos de Beatriz muestras ciertos rasgos de empatía (por ejemplo: le presta algunos libros y le permite leer), es considerado un asesino por Teresa porque permitió que la salud de Beatriz empeorase acosta de sus partos, quizá, con el fin último de obtener una herencia y asegurarse un futuro como cristiano viejo. Podemos decir que es el primer antagonista de Teresa, dado que le arrebata a su madre y la castiga frecuentemente. No obstante, valorando que Alonso envió a la protagonista (en contra de su voluntad) al convento de las Agustinas de Ávila, puede considerarse un personaje clave que la ayuda a iniciarse en su camino como santa.

3. Diego de Cepeda Álvarez: primo de la protagonista. Desde su niñez, muestra un cierto deseo sexual por Teresa, a quien no duda en querer desvestir o intentar besar mientras juegan a ser inquisidor y reo. En su adultez es un hombre de cincuenta años «gallardo», «distinguido» y «templado» que sigue las modas estilísticas de su época alejándose del desprecio por los bienes materiales que tanto defiende Teresa, de ahí que lleve un «arete en la oreja» (Morales, 2020: 139). No obstante, termina siendo un individuo ruin que se beneficia de la buena voluntad de la protagonista para que críe a su hija María de Ocampo.

4. Padre García de Toledo: confesor de Teresa. Por poseer ciertas características comunes a la novela epistolar, se lo puede considerar el narratario-personaje en el marco de la diégesis de la historia, pues a él dirige en un principio la autobiografía que está escribiendo, aunque posteriormente el narratario-personaje terminará siendo María de Ocampo (hija de Diego). Junto a la Inquisición y al padre de Teresa, es uno de los antagonistas de la obra, porque cuarta la libertad de la protagonista a la hora de tomar decisiones sobre aquello que puede escribir. Se lo describe como una de las figuras de autoridad sobre Teresa, un sabio anciano que trata de guiar su camino espiritual y que la convence para que enseñe al resto de individuos cómo dejo atrás su vida terrena (Morales, 2020: 22). Por cómo se inicia su descripción, conviene señalar que se trata de un hombre de clase alta, rasgo que conocemos al inicio cuando se alude a su «aliento de bien comido» (Morales, 2020: 22).

5. Luisa de la Cerda: anfitriona de la alta nobleza e hija del duque de Medinaceli que da posada a Teresa en su palacio toledano para que le ayude en su periodo de viudez. La santa no solo consuela a Luisa y le enseña valores para que evolucione moralmente, sino que también se nutre de esta relación de sororidad aprendiendo a conocer a individuos bondadosos que son distintos a ella, que no pertenecen al tipo de vida espiritual al que está acostumbrada. Doña Luisa, aunque es representada como una mujer que obsesionada con los bienes materiales y su aspecto físico, nos sorprende con su fidelidad a Teresa y la bondad y el respeto con el que se dirige a ella. De hecho, le cede una de las mejores estancias del palacio para hospedarse.

6. ESQUEMA ACTANCIAL

El actante es el sujeto que interviene, de forma activa o pasiva, en la acción que se expresa en una oración. A la hora de valorar la organización sintáctica del discurso narrativo en Introducción a Teresa de Jesús, es preciso tener en cuenta la función que cumple cada actante en el desarrollo de la trama.

Desde la Antigüedad, las mujeres han sufrido una fuerte discriminación que impedía su libertad. Sin embargo, gran parte de este grupo no se ha limitado a ser víctimas pasivas de circunstancias adversas, pues han sido capaces de explorar determinados recursos que les permitían alcanzar la libertad de acción tanto en espacios privados de su vida cotidiana como en los espacios públicos. En la obra de Morales, santa Teresa de Jesús es un ejemplo de aquellas mujeres que trataron de desestabilizar los órdenes tradicionales de poder mediante el desempeño de labores reservadas, exclusivamente, a los varones (como es el caso de la escritura). En consecuencia, el sujeto de Introducción a Teresa de Jesús es Teresa, porque, a través del acto de escribir encuentra un espacio de libertad, en el que, a pesar de la censura, toma la palabra para relatar sus experiencias vitales y para denunciar el comportamiento de la sociedad patriarcal de su tiempo. En este sentido, el Libro de la vida se diferencia de nuestra obra objeto de estudio en que esta última responde a la versión que la santa habría escrito si la censura no la hubiera condicionado. Como recuerda Romero (2021: 67), Morales no desestima Libro de la vida, pero pone en tela de juicio la versión de los hechos que la obra de Teresa comunica, así como «las condiciones materiales que rodean al ejercicio de la escritura». Entrambas obras se parecen, sin embargo, en que, condicionadas o no por la censura, tienen un sujeto que se arriesga a ser castigado por la Inquisición para compartir sus aprendizajes por medio de la escritura, que, como actante, actúa como ayudante o auxiliar que posibilita que logre su propósito.

Como se ha anticipado, la primera transgresión que protagoniza Teresa es decir su palabra y no limitarse a ser una “mujer silente”. Para ello, la captatio benevolentiae se convierte en una herramienta subversiva que evita su censura por parte de la Inquisición, encargada de negar a las mujeres el derecho a la palabra. Así se refleja en estas palabras puestas en boca de la protagonista: «La Inquisición, si quiere, me procesará por el hecho de ser una mujer y escribir sobre dios, y ni eso: por ser una mujer y escribir, por ser una mujer y leer. Por ser una mujer y hablar» (Morales, 2020: 45). Desde una perspectiva metaliteraria, la Inquisición constituye el oponente en el Libro de la vida y en Introducción a Teresa de Jesús, pero también en la vida de Cristina Morales, cuya editora intervino en la difusión de su obra y, como sabemos, fue un obstáculo que determinó su proceso de creación.

A raíz de lo expuesto, conviene que nos planteemos cuál es el objeto deseado por Teresa y por qué la Inquisición, como oponente, trata de impedir que lo obtenga. Para autores como Gómez (2015: 131-132), la Teresa de Ávila del siglo XVI poseía una conciencia feminista porque introdujo nuevos espacios con diferentes opciones para las mujeres religiosas, tuvo discípulos varones y osó tomar la palabra en una sociedad misógina. En cambio, críticos como Solís (2016: 216) alegan que en Morales ese anhelo de la libertad de la mujer se encuentra eclipsado por una reflexión extremadamente moderna que contiene un «cierto tufillo a favor de un exacerbado feminismo» que no tiene en cuenta que la santa también «defendió al Hombre, con mayúsculas; defendió su naturaleza divina, como hijo de Dios. Y ahí radica su actual vigencia».

En favor de Cristina Morales, es preciso aclarar que si bien, históricamente, Teresa no pudo ser feminista (sino poseer una «conciencia feminista»), Introducción a Teresa de Jesús se corresponde con un intento de imaginar cómo habría sido su discurso si hubiera disfrutado de una libertad mayor; la novela es, por encima de todo, un relato de ficción concebido en el siglo XXI donde la autora no pretende hablar por la santa ni imitar qué hubiera dicho, sino que genera una voz ficcional donde se aúnan los pensamientos y experiencias de ambas. Por tanto, distanciándonos del tradicional debate que cuestiona el feminismo de santa Teresa de Jesús, es innegable que tanto la Teresa ficticia de Morales como la santa del siglo XVI anhelaron un mismo objeto desde el punto de vista actancial: alcanzar la libertad suficiente para poder transmitir sus conocimientos a la sociedad, la libertad interior que, tras un pasado turbulento, había conseguido gracias a la mística. Formalmente, el movimiento feminista aparece en el siglo XVIII con la Vindicación de los derechos de la mujer (Wollstonecraft, 1792), pero Teresa, que esquivó con su humilde estilo las prohibiciones de la Inquisición, se aventuró a expresar su vivencia interior tanto a hombres como a mujeres (como sus hermanas), aunque figuras como Luis Vives y Erasmo de Rotterdam se empeñasen en que las mujeres cultas se ocultaran. Estas actitudes “feministas” tienen sus antecedentes en grandes figuras de la mística femenina como Hildegarda de Bingen y Beatriz de Nazareth, quienes lucharon por divulgar su conocimiento en los siglos XII y XIII (Gómez, 2015: 138).

Tanto en la vida real como en la obra de Morales, el censor García de Toledo se convierte en uno de sus discípulos, lo que posibilita que redacte el Libro de la vida respaldada por una autoridad masculina que le concede la oportunidad de hablar, de modo que, en lo relativo al esquema actancial, se convierte en un destinador que actúa como fuerza de apoyo para que Teresa, como destinataria que se beneficia de la consecución del objeto, responda a su ansia por conocer las experiencias místicas de la santa. No obstante, pese a que García de Toledo anima a Teresa a salir del ámbito privado adjudicado a las mujeres, no deja de ser otro oponente que limita el uso que hace de la palabra. Esto trae como consecuencia que la protagonista, en su afán de conseguir libertad para escribir sobre sus verdades, se rebele contra la autoridad masculina y cree otro manuscrito secundario cuyo destinatario será ella misma.

Habiendo examinado cada uno de los actantes de Introducción a Teresa de Jesús y la organización sintáctica del discurso narrativo, el esquema actancial se configura de la siguiente manera:

7. ESPACIOS

El espacio, como eje referencial del discurso narrativo, se crea vinculado al tiempo; poseen una relación tan estrecha que constituyen una unidad de sentido denominada cronotopo. Se trata, en definitiva, de un marco de referencias que otorga a las acciones de los personajes el perfil necesario para que el receptor pueda asumirlas. La identificación de los espacios en Introducción a Teresa de Jesús está determinada por el tiempo y por la estructura de la obra, de manera que en el prólogo escrito por Teresa el personaje se sitúa en un cuarto del palacio de doña Luisa de la Cerda (en Toledo) a la una de la madrugada. Este mismo espacio se mantiene durante todo el relato debido a que se corresponde con el presente de la narradora (el once de enero de 1562), mientras que el resto de los espacios forman parte de los acontecimientos biográficos que sucedieron tiempo atrás, esto es, se da una dualidad espacial conformada por el espacio interior del cuarto en el que escribe y los espacios que se involucran en el desarrollo argumental.

De entre los diferentes lugares que nos muestra la narración, conviene mencionar los siguientes: en Ávila, su casa familiar, el convento de Santa María de Gracia donde ingresó en su juventud, el convento de la Encarnación y el convento de San José (esencial en la trama porque será el primer convento que funde Teresa, aunque en la Introducción no llega a vivir allí todavía); en Toledo, el palacio de Luisa de la Cerda y la Puebla de Montalbán (donde Teresa visita la casa de su primero Diego de Cepeda).

Podemos decir que todos estos espacios son realistas, dado que revelan ubicaciones reales de la geografía de Toledo y de Ávila, donde se desarrolla gran parte de la vida de Teresa. Así pues, su paso por estos lugares resulta, asimismo, decisivo para la configuración de los rasgos psicológicos de su personalidad, en el sentido de que su trayectoria vital está marcada por su decisión de ser monja, influida claramente por su estancia en Santa María de Gracia y en el convento de la Encarnación. En este sentido, nos aventuramos a concebir Introducción como un relato de viaje en el que su protagonista va construyendo su ser en el mundo a raíz de sus vivencias y escarmientos. No sería descabellado comparar el desarrollo psicológico de santa Teresa con el de personajes como Lazarillo de Tormes e, incluso, con la evolución de héroes como don Quijote de la Mancha, perteneciente al género de la novela de aventuras. La razón de ello reside en que, al igual que los personajes mencionados, Teresa experimenta un viaje del héroe en toda regla en el que su personalidad se desarrolla a medida que cambia de escenarios y tiene lugar el paso del tiempo: 1) el hogar de su infancia forma parte del mundo ordinario en el que se halla antes de iniciar sus “aventuras” (en este caso, la descripción de su entorno familiar nos permite descubrir cómo se gesta la pasión por la mística y la lectura); 2) el monasterio de Santa María de Gracia constituye el lugar en el que comienza verdaderamente su búsqueda espiritual o su participación voluntaria en su “aventura” (la Teresa de dieciséis años se empieza a enfrentar al desafío de convertirse en una santa mediante la recuperación de su honra y el distanciamiento de la vida terrenal); 3) el convento de la Encarnación y el palacio de Luisa de la Cerda ponen a prueba la fe de la protagonista, su capacidad para llevar una vida austera y, sobre todo, su resiliencia ante la dificultad de fundar nuevos conventos carmelitas con una reforma de sus reglas; 4) teniendo en cuenta que Introducción no abarca íntegramente la biografía de Teresa, su regreso a Ávila en esta obra se corresponde con “el camino de vuelta del héroe”4, porque en el convento de San José disfruta de su primera fundación conventual habiendo crecido espiritualmente y, gracias a su labor, ayuda a su comunidad con las lecciones que ha ido (y continúa) aprendiendo en su camino de perfección.

A raíz de lo expuesto, percibimos que los espacios interiores son más numerosos que los espacios exteriores y públicos. Esto se debe, en primera instancia, a que la novela de Cristina Morales bebe de El libro de la vida, por lo que los espacios de su biografía se reflejan en ambas obras. En segunda instancia, es preciso recordar que en las novelas realistas y naturalistas son frecuentes los espacios interiores porque contribuyen a la verosimilitud del relato, como los interiores domésticos en que transcurren las vidas cotidianas de los personajes (Estebánez, 1996: 424). Tal es el caso de los espacios privados de La Regenta (1884) de Leopoldo Alas «Clarín». También, los escenarios interiores se hallan muy presentes en la novela psicológica, donde el se suele crear un espacio interior cuando el protagonista activa su memoria, por ejemplo, cuando relata recuerdos de la infancia. La estructura de este último tipo de novela se aproxima a la de Introducción a Teresa de Jesús, en la medida en que los flashbacks de Teresa nos trasladan a los espacios interiores donde transcurrieron los acontecimientos de su vida.

Por último, no debemos dejar pasar el evidente contraste entre los espacios que se identifican con la pobreza (la sobriedad) y la opulencia, ya que materializan la lucha constante de la santa contra el disfrute excesivo de los bienes materiales y la exaltación de la pobreza personal como un estilo de vida que permite alcanzar la salvación del hombre. Ejemplo de este contraste riqueza/pobreza son el palacio de Luisa de la Cerda en oposición a fríos conventos como el convento de la Encarnación.

8. TIEMPO

Cuando el narrador construye una red de núcleos temáticos (relación de unos hechos con otros en el relato) procede a una organización temporal en la que gradúa las acciones narrativas. En Introducción a Teresa de Jesús, el tiempo del pensamiento de narrador es mayor que el tiempo de la acción en que se encuentran los personajes, ya que Teresa reflexiona sobre escenas pasadas de su vida empleando analepsis sumamente detalladas. Estos acontecimientos los narra desde un presente estático muy posterior porque construye una autobiografía donde se hallan contenidos recuerdos de eventos pasados, que abarcan desde su niñez (cuando tenía once años) hasta la edad de cuarenta y siete. Sabemos que nos hallamos ante un presente estático por la narradora afirma que es anciana y emplea verbos en presente de indicativo: «Son muy dadas las doce y tengo los ojos como platos. Las viajes dormimos poco, todo lo contrario que los viejos» (Morales, 2020: 22). El relato primario abarca desde el once de enero 1562 a la una de la mañana, en casa de Luisa de la Cerda, hasta junio de ese mismo año5.

En lo que atañe al tiempo de la historia, el orden en que se presentan estos hechos no es lineal, en el sentido de que no aparecen organizados cronológicamente; tienen lugar los saltos hacia el pasado (analepsis) entre los cuales se producen elipsis, es decir, se nos narra un evento de la infancia y, posteriormente, otro de la adultez y viceversa. Este fenómeno se puede contemplar en los siguientes acontecimientos que selecciona la narradora, ordenados según su aparición: (1) cuando Teresa tiene once años, en 1526. Se narra las frecuentes visitas a la habitación de su madre. Dentro de esta historia, se describe cómo Beatriz inicia su vida matrimonial con Alonso a los catorce años; (2) el momento en que toma la decisión de hacer compañía a Luisa de la Cerda (1561); (3) en su infancia, cuando Teresa y Rodrigo juegan en el cuarto de los aparejos y son regañados por el ama Elisa; (4) Los inicios de Teresa en casa de Luisa de la Cerda, tras dos semanas de convivencia con ella, y su estancia en la misa que se celebraba a la una, en la que se encuentra con García de Toledo; (5) Diego y Teresa (con doce años) juegan junto a sus hermanos y primos en el chamizo a espaldas del ama Elisa. Desarrollan una especie de obra teatral en el que interpretan los papeles de reo e inquisidor; (6) El intercambio de cartas entre Beatriz y Teresa cuando esta última, en su preadolescencia, decide cambiarse de nombre a «Cristina»; (7) Teresa se entera de que Luisa de la Cerda tiene el objetivo de dormir con su marido fallecido (Antonio Ares Pardo) en el féretro construido; (8) a visita de Teresa a la Puebla de Montalbán (a sus treinta y cuatro años), de camino a Nuestra Señora de Guadalupe, para ver a su primo Diego; (9) nuevamente, en la preadolescencia de Teresa, el juego de roles que desempeñan ella y sus primos imitando a reos e inquisidores; (10) otra vez, el recuerdo de la visita de Teresa a Diego en la Puebla de Montalbán; (11) el encuentro de María de Jesús con Teresa; (12) el último parto de Beatriz y su fallecimiento, cuando Teresa tiene doce años; (13) el momento en que Teresa encuentra a Luisa acurrucada sobre un ataúd para encontrarse más cerca de su marido fallecido; (14) cuando la protagonista ingresa en Nuestra Señora de Gracia obligada por su padre; (15) el encuentro de Diego y Teresa once años después de su visita a Puebla Montalbán; (16) la visita del joven fraile Báñez a la protagonista para comentarle que ha de entregarle a él los papeles donde narra su vida. A raíz de estos datos, podemos constatar que la temporalización de las anécdotas narradas es íntima y personal, depende del flujo de pensamiento de la narradora-protagonista

En última instancia, cabe resaltar que el hecho de que Teresa mencione constantemente los años en que tuvieron lugar la mayor parte de estos sucesos coadyuva a que el relato posea una mayor verosimilitud e, incluso, a que lo percibamos como un relato histórico que se corresponde con la vida real de santa Teresa de Jesús, a pesar de que nos posicionemos ante una obra de ficción.

9. INTENCIÓN DE LA AUTORA Y RECEPCIÓN

Suele decirse que cuando algo se critica es porque se puede mejorar. Sin embargo, cuando se valora negativamente cualquier aspecto de la sociedad, los autores se arriesgan frecuentemente a que sus críticas no sean bien aceptadas. Un ejemplo de ello es la figura de Cristina Morales, cuyas afirmaciones en favor de la libertad la han llevado a ser objeto de numerosas polémicas. Ejemplo de ello es la recepción que tuvo en su momento su «Nota a la edición: ¡Ja ja ja ja!» en la versión de 2020 de Introducción a Teresa de Jesús. El crítico y filólogo Ignacio Echevarría (2020) la consideró «un ajuste de cuentas de cuentas de Morales con la anterior editora de su libro, la veterana y muy meritoria Silvia Querini», pues, según él, la autora no comprendió correctamente cómo funcionaba la industria editorial y, sobre todo, las obras por encargo, donde la intervención del editor no solo contribuye a la mejora cualitativa del libro sino que forma parte de una relación cliente-proveedor en la que Morales decidió participar.

Por el contrario, la escritora Elizabeth Duval (2020), en defensa de la autora, apuntó que el tono general de la nota era igual al que Morales empleaba siempre, aunque la misma consideraba defendible la postura de Echevarría hacia la susceptibilidad de los autores con su propiedad. Sin embargo, subrayó varios hechos que no se habían tenido en cuenta: (1) la coherencia de Morales consigo misma, ya que entiende las reglar del juego del mercado editorial pero desearía que fueran otras; (2) la existencia de diferentes discursos sobre las relaciones en el mundo editorial; (3) que los libros no solo son una cuestión mercadotécnica; (4) que Teresa de Jesús y Morales se asemejan en que ambas tuvieron que escribir a espaldas de quien les pidió que escribieran.

Sin lugar a duda, resulta pertinente recordar que Cristina Morales posee unos objetivos evidentes: hablar a través (no «por») Teresa de Jesús con el fin de reivindicar la libertad de las mujeres, tanto de la época de la santa como de la época de Morales, a la hora de contar cómo viven y cómo piensan en el mundo (en el caso de Teresa, cómo piensa la relación con Dios) sin temer por la censura posterior. Como recalca Rodríguez (2021: 372-372), el propósito de la escritora no es escribir un ensayo ni una hagiografía que “renueve” el discurso de Teresa, sino, desde su rigor creativo y transgresor, denunciar las dificultades de ser mujer, lectora y escritora, lo que implica que algunos supongan su vanidad o presunción, en lugar del deseo por autoafirmarse. Para ejercer esta denuncia recurre, además, a elementos gráficos, como la palabra «Basura» en la portada, y a la inserción de una adivinanza punk para añadir más pistas a la interpretación de la obra.

10. CONCLUSIÓN Y OPINIÓN PERSONAL

Sin lugar a duda, podemos afirmar que Introducción a Teresa de Jesús (2020), más que una novela que busca ahondar en la vida y obra de santa Teresa, es una obra que invita a reflexionar sobre la libertad de la mujer tanto en el siglo XVI como en el siglo XXI. Tras su análisis, los lectores logramos apreciar cómo se cumple el propósito de Cristina Morales de hablar a través de la figura de la santa y no por ella en un relato donde la escritura es el acto que impulsa a Morales y a Teresa a autoafirmarse como mujeres-escritoras-lectoras a pesar de la censura que ejerce sobre ellas la sociedad patriarcal en la que se encuentran.

En definitiva, Introducción a Teresa de Jesús es una novela que merece ser leída y reseñada, a pesar del carácter tardío de esta edición, porque nos invita a apreciar el proceso de creación de una obra, las grandes semejanzas entre nuestra sociedad y la sociedad del siglo XVI y la figura de una mujer a la que se le ha brindado una escasa atención si comparamos su repercusión con la de personalidades masculinas como el poeta fray Luis de León.

NOTAS

1 Esta información acerca de su trayectoria ha sido extraída de la web oficial de Anagrama, a través del siguiente enlace: https://www.anagrama-ed.es/autor/morales-cristina-2392.

2 Nos ajustaremos en este trabajo a los nueve rasgos principales de una generación que establece Ortega y Gasset y que Sánchez-García (2018: 47) sintetiza como un «concepto metahistórico y algo siempre en proceso [que] no implica una unidad ideológica o estética total, sino unos rasgos compartidos que propician un desarrollo creativo, fruto de la evolución social, a propósito de un punto de origen compartido (por ejemplo, un momento de crisis o un acontecimiento muy relevante)»

3 Puesto que Teresa es el único personaje-protagonista y el resto de personajes son secundarios, se ordenarán los personajes en función de su mayor o menor importancia en la trama, siendo (1) el personaje que más repercute en la vida de la protagonista.

4 Si consideramos elementos paratextuales como el Posfacio y la propia biografía de la santa, la última etapa de su “viaje” se correspondería con la finalización de su largo itinerario de fundaciones, concretamente, con la fundación del convento carmelita de San José y Santa Ana (Burgos).

5 Si tenemos en cuenta que el Libro de la vida aparece firmado en junio de 1562, quizá este diario íntimo paralelo a la versión oficial de la autobiografía (versión alternativa que inventa Cristina Morales en el plano de la ficción) podría tener la misma fecha.

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