Saber estar, saber mirar la pared muerta

por Feb 11, 2022

Saber estar, saber mirar la pared muerta

por

Me cae la flor de la bugambilia
y me cae el viento
y me cae mi madre
¬—y mi padre, y mi mujer y mi hijo—
y me levanto con el nombre ajado
y recojo mi lengua llena de hormigas.
Vivo bien.
No tengo queja de nada ni de nadie.
Sólo que a veces, cuando viene el agua
me mojo a media calle
y cada día me parezco más a un poste

Jaime Sabines, Tarumba (1956)

Sí, ya es hora de esconder del mundo
el dolor
bajo la piel

Shakira, Te dejo Madrid (2002)

I

Mi cuerpo tecla de piano

marfil gordo

con el tiempo se pinta amarillo

mi cuerpo columna de mármol

veteada y blanca y rosa

mi cuerpo piano chocando contra el suelo

mi cuerpo mirada perdida de cal muerta en la pared

mi cuerpo calada al humo que concatena la superficie

mi cuerpo velocidad del disparo agónico de un aceleracionista aferrado a la tierra

nace la frágil piel del presente

un hormigueo de mármol o marfil

II

De mármol o marfil

las horas muertas

en que sigo preguntándome qué…

 

Yo que nada sé de ti, Tarumba

mas que el nombre burocrático

del rostro que me mira en el espejo

durante las tardes lluviosas de agosto

te digo hoy, y ya no más nunca:

no me quiero borrar

de entre la fría superficie

 

en este el año de magma velocidad de la lava

o un disparo de bala a una gran velocidad

un paseo por entre la noche abovedada

llena de gases tóxicos de letales combinaciones

de preciosos materiales de laterales deslizantes

regreso hacia la punta de mi dedo del pie

masacrado por la velocidad de la bala

o por la lentitud de la lava

ríos de sangre y carne mancillada y negra

pasos renqueantes de contorno chispeante

preguntándome si esta cascada de imágenes

es en verdad una ciudad asediada por la niebla

o no será más bien un cuadro que compartimos

donde un expresionísimo trazo y color

 

Tarumba, que en verdad no sé tu nombre

ni la razón de tus millares de plumas o patas o dientes

o tus miles de ojos que buscan patrones de entre la cal

ni conozco el nombre de tu fuero interno que explicaría

mi condición de esclavo de tu materia ciberanimal

natural y tóxica como la lava que choca contra el mar

 

(perdona las metáforas tectónicas

pero es el año del volcán y lo siento muy reciente

en la planta de mis pies

 

perdoname entonces por tu frente calcinada

de rojas hormigas

que avanzan lentamente por entre tus nervios)

 

en verdad te digo, viéndome a los ojos

—también rojos, por qué no!

con la raya negra para contrastar

por qué no!—

sincerándome conmigo mismo

viéndome el dolor de la punta de la

uña de la punta del

pie de la punta de la

pierna de la punta de

mi necedad constante de

confrontar la existencia de

mi dolor y mi deseo

(a veces se combinan

por qué no confesarlo?)

 

por eso te digo, Tarumba

de manera contradictoria

con la velocidad

de la bala y de la lava y de la baba

que a veces me quiero borrar

de la sonrisa burocrática

que se cree saberlo todo

y que finge no vigilarme

detrás de la fría superficie blanca

que miro todos los agostos

—el lavabo hoy es una masacre gore—

 

Tarumba, quiero mearte la cara

y mearme encima de la pierna

para sentir el calorcito

reconfortante

del ritmo de un chorro amniótico

que me devuelva

a la superficie de la vida

 

sigues dudando de mí, Tarumba?

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