Excavarnos, desafiarnos. “Arqueologías”, de Ada Salas

por Nov 22, 2022

Excavarnos, desafiarnos. “Arqueologías”, de Ada Salas

por

Ada Alas, Arqueologías

Valencia, Pre-Textos

89 páginas, 18 euros

Lúcida ante los problemas del lenguaje teórico a la hora de razonar sobre ese otro lenguaje que quiere dejar de serlo para ser más materia que palabra, la poesía, Ada Salas configuró en 2019 con Lengua del alma (Esbozo de una poética —imposible, y desesperada—) un testimonio que acogía conjeturas, inquietudes y aproximaciones posibles e imposibles acerca de lo que podría inducirse como la relación entre nuestra naturaleza convencionalmente gramatical y la naturaleza antigramatical —que no agramatical, en el sentido en que lo advirtió Jean Cohen— de la poesía.

Citaba la cacereña en aquella poética, en virtud de esta relación problemática, declaraciones de imposibilidad y de desesperanza de Max Jacob, de Francisco de Aldana, de Octavio Paz. Ella lo expresaba así: “¿Cómo hablar con este lenguaje, el de más acá, de aquel, el de más allá?”. Se ha manifestado la poeta muchas veces, de una forma o de otra, en torno a la siguiente idea: la poesía es ese cruce entre lo articulado lingüístico y lo matérico no lingüístico, un punto ciego en el que la mente humana sigue siendo, pero al que no llega con el pensamiento, o no del todo o no como está acostumbrada; la poesía es ese punto en el que a la mente humana sobre todo solo le queda ser, donde precisamente el deseo es ser, no mucho más.

El desnivel designativo y conceptual que se produce entre el lenguaje teórico y el poético le imposibilita al primero acercarse con dignidad al segundo: siempre caerá, a pesar de su retórica antipoética, en metáforas, en sinestesias o en la frecuente cursiva; en esta última, por ejemplo, como si quisiera decirse ‘esto así inscrito tiene una vida más allá de su significante y de su significado a priori, quizá una vida que solo hundiendo las manos o el cerebro en barro, éter o materia oscura podríamos advertir’, es decir, de tal forma que la última línea del párrafo anterior no se hubiera escrito como puede leerse, es decir, sin cursivas, sino con ellas: ‘un punto ciego en el que la mente humana sigue siendo, […]; la poesía es ese punto en el que a la mente humana sobre todo solo le queda ser, donde precisamente el deseo es ser, no mucho más’, por ejemplo. ¡Oh, el verbo ‘ser’ en cursiva, ¿qué misterioso sedimento o intersticio entre el concepto y lo sensible habrá querido manifestar el teórico?!

Es penoso ver en textos críticos esa limitación, esa rogativa lastimera de la cursiva —o de demás auxilios impotentes—, ese querer decir en vano lo que ha conseguido decir en firme el poema. Pese a todo, una pena, una lástima y una impotencia comprensibles y lícitas, porque… qué se va a hacer, ¿permitir que un filólogo entregue un poemario haciendo las veces de tesis doctoral? La plasticidad puesta en marcha en el poema pretende dar un salto determinante, en fin, llevar la consciencia lingüística al punto en que ella misma comienza a desaparecer y, pese a ello, mantenerla, sostenerla. Ese paradójico sostenimiento o aguante es el estado poético: “Como lectora voy a la novela […] buscando refugio del mundo espinoso de la poesía, de la tensión de corazón y pensamiento que me exige”, escribía la poeta en Alguien ahí. Notas acerca de la escritura poética (2005).

Sí, lo poemático empleado por Salas es ascendente de una tradición concreta, la que ha visto en la poesía la metapoesía como tema inevitable, clave para con nuestra naturaleza mental. En este sentido, determinado léxico recurrente —centro, círculo, dentro, esfera, forma, inexistencia, transparencia— nos devuelve a Juan de Yepes, Juan Ramón Jiménez, José Ángel Valente, Antonio Gamoneda, Claudio Rodríguez. Determinado léxico recurrente nos devuelve a una idea: la experiencia límite de la poesía inutiliza la relevancia del anecdotismo. Arqueologías continúa esta perspectiva: no escribe Salas buscando la exposición del tema particular, sino sobre todo el modo en que puede ser dicho de verdad —¡cursiva impotente!—.

Así, la operación arqueológica es clara, la metáfora es feliz: todos los poemas en Arqueologías, independientemente de sus temas o de sus referencias concretas, están entregados desde el propósito formal de que representen intentos o búsquedas de una posibilidad de expresión más cercana a la verdad sensible que a la impostura hablada; por ende, el minimalismo, el léxico matérico, esa ascendencia poética que ha cruzado siempre lenguaje con mística y alquimia. La precariedad cognitiva de la ruina es la precariedad cognitiva del poema: la poesía establece de modo claro un límite cognoscente ante nuestra convención gramatical; al cabo, un límite metacognitivo, metaontológico y metalingüístico —en fin, un rompecabezas a veces críticamente insoportable—. 

Al leer los poemas de Salas, puede imaginarse a la poeta diciéndose, mientras escribía, lo siguiente aquí aventurado: ‘este es el único camino posible, acudo a estas palabras que quizá dejen de serlo para ser lo que son en realidad, lo que yo quisiera conocer nombrándolas de esta forma en que se siente que van desapareciendo’. Sí: “[…] Que el poema / se vaya / que / desaparezca / arrastrando los restos haciendo una espiral hacia lo / inexistente” —de “Inscripción. Borrado. II”—. El misterio de la ruina, de lo excavado, de lo revelado. El misterio del poema, del salto yepiano “ciego y oscuro”, del balbuceo yepiano de “un no sé qué”. El misterio está e insiste en Arqueologías, no se siga rastreando irrisoriamente aquí.  

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