Un análisis de la perspectiva femenina en “Drácula” y “Los misterios de Udolfo”

por May 9, 2023

Un análisis de la perspectiva femenina en “Drácula” y “Los misterios de Udolfo”

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1. Introducción

La narrativa gótica a menudo muestra un amplio abanico de personajes, dominados por sus pasiones y deseos, grotescos o incluso enfermos mentales. Los personajes masculinos, cuya fuerza y determinación resuelven los misterios y problemas que se interponen en su camino, siempre han dominado este género. Dicho esto, la novela gótica no es sólo cosa de hombres, una suposición que nos ha llevado a preguntarnos por el papel de la mujer en este género. A lo largo de la historia, las mujeres han sido relegadas a papeles secundarios, principalmente como esposas y figuras maternas, cuyo único objetivo es lucir bellas, someterse a la autoridad patriarcal y ser las cuidadoras de la familia. Esta visión estereotipada de la mujer se convirtió en norma a lo largo de los siglos XVIII y XIX, cuyos rasgos centrales se reflejan en las novelas góticas de la época.

Muchos autores de estas épocas presentaban a las mujeres como las damiselas en apuros, la encarnación del pecado o la «loca del desván», entre otras. Todos estos prejuicios y tópicos hacían olvidar al lector que las mujeres también son inteligentes, valientes, fuertes y decididas, es decir, iguales a los hombres. La disparidad entre el gran número de autores masculinos y las pocas escritoras góticas sólo viene a hacer aún más evidente este problema. Afortunadamente para el lector contemporáneo, existen algunas novelas góticas escritas por mujeres que presentan una amplia gama de personajes femeninos. Con el auge de la llamada Nueva Mujer (New Woman), surgieron escritoras con ideas progresistas sobre la libertad y los derechos de la mujer.

El eje principal de esta disertación girará en torno al análisis de dos novelas góticas referenciales, Los misterios de Udolfo (MdU en adelante) (1794) de Ann Radcliffe y Drácula (1897) de Bram Stoker, ambos pilares esenciales sobre los que se erigió la ficción gótica venidera. El propósito será comparar y comprender cada novela desde un punto de vista histórico, atendiendo tanto a las circunstancias personales de los autores como a los cambios sociales que tuvieron lugar en sus respectivas épocas. Además, profundizaré en el papel que desempeña la mujer en la literatura gótica y cómo se ve expuesta frecuentemente a estereotipos en la mayoría de estas novelas. En este trabajo, exploraré el perfil de la mujer en Drácula y MdU, en un intento de mostrar la gran variedad de personajes femeninos, así como las diferencias entre las mujeres en una novela gótica escrita por un hombre y por una mujer. Entre estas disparidades, podemos destacar el papel pasivo frente al activo de la mujer, la escasez de personalidades femeninas frente a la abundancia de ellas en las novelas escritas por mujeres o el control que ejercen los hombres sobre las mujeres en la literatura masculina y la libertad que experimentan las mujeres en las obras producidas por autoras.

2. Marco teórico

La novela gótica empezó a ganar popularidad en el siglo XVIII, debido a su combinación de ficción con horror, muerte e incluso romance. La primera novela conocida como «gótica» fue El castillo de Otranto (1764), de Horace Walpole, que fue duramente criticada por ser inapropiada. Una de las posibles razones de la aparición de este género podría ser el altivo culto a la razón, el rechazo de lo sobrenatural o el puritanismo extremo de la época de la Ilustración. En este sentido, la ficción gótica se caracteriza por el uso de un paisaje lúgubre, lugares encantados, entornos naturales tormentosos o ambientes claustrofóbicos; el marco temporal suele situarse en el pasado o en épocas inexistentes que alejan al lector del presente. Las descripciones son abundantes para crear una atmósfera angustiosa, llena de cadáveres, espectros y criaturas monstruosas. Además, hay una alternancia entre realidad e irrealidad, que deriva de un mundo de pesadillas y sueños. Suele haber un noble malvado que simboliza el peligro y una doncella inocente a la que persigue sin descanso, así como un valiente héroe de alto linaje. Todos estos personajes, perseguidos por su pasado, se rigen por sus pasiones y sentimientos, son profundamente enigmáticos y normalmente son castigados por la culpa. Drácula y MdU son excelentes exponentes del género gótico, ya que los autores generan en el lector una sensación de terror y desasosiego a través de las vastas descripciones del entorno y de las luchas de sus protagonistas por combatir su pasado.

A lo largo de los siglos XVIII y XIX, la novela gótica alcanzó su apogeo y autores de renombre como Edgar Allan Poe, Horace Walpole o Bram Stoker destacaron con sus historias terroríficas y tétricas. Sin embargo, también cabe destacar el escaso número de autoras y la imagen estereotipada de los personajes femeninos. MdU de Radcliffe podría asociarse al Romanticismo, donde se valoraba el pensamiento crítico y la literatura se concebía a menudo como un vehículo didáctico. Por otro lado, Drácula de Stoker se inscribe dentro de la Era Victoriana. La época victoriana trajo consigo importantes cambios socioeconómicos, por ejemplo, los primeros atisbos del Movimiento Feminista y de la Nueva Mujer. A pesar del lapso de tiempo que separa ambas novelas, cabe señalar que MdU de Radcliffe es mucho más progresista y prioriza el papel de la mujer, como los lectores pueden observar a través de su protagonista y la forma en que defiende sus derechos. En cambio, en su novela, Stoker relega a la mujer a una posición secundaria y pasiva. Esto nos lleva a preguntarnos qué pudo cambiar tanto a lo largo de este periodo de tiempo o si fueron sólo las condiciones favorables de Radcliffe las que le permitieron escribir su novela de forma tan abierta.

Ann Radcliffe nació en 1764 y escribió MdU en 1794. A lo largo de su vida, no se empeñó en ser la mujer estereotipada ni el «Ángel del Hogar» victoriano. Ni su padre ni su marido le impidieron escribir, animándola a ganar su propio dinero. Vivió un matrimonio sin hijos y viajó por todo el mundo con su marido y su perro. A diferencia de muchas otras mujeres que no tuvieron elección sobre su futuro, como muestra Jane Austen en la mayoría de sus obras, Radcliffe vivió una vida cómoda y sin demasiados prejuicios, lo que le sirvió para allanar su carrera como autora. Cabe destacar que su novela carece de la presencia frecuente de Dios y como Anne Chandler afirma: los protagonistas pueden alcanzar un sentido de realización espiritual a través de la contemplación de paisajes naturales (135). A través de la naturaleza y la racionalidad, el ser humano es capaz de alcanzar el autodescubrimiento y, con él, una réplica de lo que podría considerarse una experiencia religiosa o un éxtasis divino. El lenguaje utilizado por los personajes para describir estos momentos está intrínsecamente relacionado con las ciencias naturales y su interpretación del paisaje como experiencia religiosa.

Como trataremos más adelante en Drácula, esta novela está cargada de referencias religiosas, algo que también podría condicionar el papel de la mujer, ya que la iglesia casi siempre ha dictado cuál debe ser el comportamiento de una mujer en la sociedad. Radcliffe, en cambio, se aleja de esta idea de Dios como divinidad y lo convierte en un concepto ambiguo. La naturaleza se convierte en el eje central de su novela, un tropo que a menudo se ha asociado a la feminidad. Por tanto, tendría sentido decir que la naturaleza forma parte del cuerpo y del pensamiento de las protagonistas y que, al igual que el cielo, los animales o la flora, los personajes femeninos de MdU luchan contra la dominación del hombre y buscan su propia libertad.

En cuanto al Drácula de Stoker, hay pocos personajes femeninos y la mayoría de ellos están fuertemente estereotipados. En general, las mujeres humanas tienen un papel secundario, sumiso y maternal, mientras que las vampiresas son lascivas y dominantes. Para entender por qué existe esta clara distinción entre las mujeres, es necesario comprender los cambios sociales que experimentaba Inglaterra en aquella época. Esta novela fue escrita en las postrimerías de la era victoriana, un periodo de grandes avances industriales y llamativos problemas sociales. Las mujeres estaban censuradas y completamente condenadas al ostracismo en los ámbitos laboral, político e intelectual y, sobre todo, no tenían derechos sobre su sexualidad ni sobre el matrimonio. En aquellos años, la visión de la mujer como el «Ángel del Hogar» se convirtió en una idealización de la mujer/esposa por la que se esperaba que fueran sumisas y entregadas a sus maridos. A este respecto, Alison Case señala que: «La feminidad ideal (y el fundamento del deseo masculino) se caracterizaba por una combinación de pureza sexual total y, al menos, el potencial de devoción apasionada a un hombre, este modelo corría el riesgo de socavar los supuestos fundamentos del amor masculino en el momento de su consumación» (224). Así, se espera que el Ángel del Hogar sea pasivo, puro, agraciado e impotente. Más adelante veremos cómo en Drácula, Lucy y Mina luchan por estar a la altura de este ideal frente a sus homólogos masculinos.

En este periodo también surgió un movimiento que desafió los ideales y estereotipos de la mujer hasta entonces, la “Nueva Mujer”. Esta idea cobró fuerza a partir de 1894 debido al deseo de muchas mujeres de tener una presencia más consistente en los espacios públicos, la política y los círculos intelectuales, típicamente controlados por hombres. La simple idea de pasear solas, permanecer hasta altas horas de la noche en la calle o incluso fumar, se consideraba inapropiada y escandalosa. Incluso la conceptualización teórica de la Nueva Mujer resultó muy controvertida, ya que reivindicaba su libertad sexual e intelectual. Estos nuevos roles e ideas igualitarias desafiaron la mentalidad masculina y sacudieron los pilares del patriarcado. Muchos textos de la época, escritos principalmente por hombres, atacaban o ridiculizaban esta idea, mostrando los peligros de este movimiento. Incluso Drácula muestra a Mina refiriéndose a la Nueva Mujer en una de sus conversaciones con Lucy, especialmente cuando hace bromas sobre los estereotipos que se relacionaban con esta figura. A lo largo de la novela, Stoker pretende mostrar cómo una mujer debe preservar su pureza y decoro según los dictados del Ángel del Hogar, y puede volverse lasciva y monstruosa (vampiresa) si se deja contaminar por las ideas de la Nueva Mujer.

Para comprender mejor el contraste entre los personajes de Drácula y MdU, también es importante abordar el papel de la mujer en la literatura gótica. Cabe destacar que existe una clara diferenciación dentro de la literatura gótica entre la escrita por hombres, que denominaremos Gótico Masculino, y la producida por mujeres o Gótico Femenino, dos términos que han sido acuñados por varios académicos y críticos como Ellen Moers, Andrew Smith o Diana Wallace en sus trabajos sobre estas narraciones. Dependiendo del género del autor, los rasgos de los personajes femeninos acabarán variando. Durante muchos años, el gótico masculino se ha considerado una forma superior y más importante dentro de este género, como sugiere Robert Miles: «Lo que subyace es la suposición de que el gótico masculino… representa la verdadera cepa gótica. Los textos góticos masculinos se han considerado más transgresores, y por tanto más «góticos», por varias razones: no explican lo sobrenatural, lo que deja sus textos abiertos e irresolutos; son francos, en lugar de tímidos, sobre la violencia sexual» (78). Algunos autores de este subgénero, como Horace Walpole, Matthew Lewis o William Beckford, suelen presentar a las mujeres como víctimas o instigadoras (directa o indirectamente) de los males que acosan a los protagonistas masculinos, a menudo insubordinados y que viven en un universo despiadado. La violación de mujeres suele representarse de forma más directa que en el Gótico Femenino, como en el caso de El Monje (1796), de Matthew Lewis. En conclusión, las mujeres en la ficción gótica masculina son vistas como meros objetos de interés para los hombres, condicionadas a ser únicas figuras de pureza, sumisión y delicadeza, de lo contrario se convierten en seres lujuriosos y vengativos, resentidos con el patriarcado y cuyo único objetivo es causar el mal al protagonista masculino. Estas ideas desentierran la visión estereotipada de la mujer, cuyo objetivo debería ser alcanzar el ideal de la Mujer Femenina. Todas las que no lo abrazaban o no querían hacerlo quedaban reducidas a monstruos que repudiaban a los hombres.

El término Gótico Femenino ha sido abordado principalmente por Ellen Moers, que lo define como «la obra que las escritoras han realizado en la modalidad literaria que, desde el siglo XVIII, hemos denominado gótica» (90). Autoras como Ann Radcliffe, Mary Shelley y Eliza Parsons han sido pioneras en este género, empleando elementos sobrenaturales pero proporcionando a menudo una explicación lógica del misterio. Las novelas del Gótico Femenino suelen tener una estructura circular, partiendo de un conflicto y volviendo al origen para lograr un final feliz para la protagonista, de forma similar al MdU de Radcliffe. Esta estructura de eliminación del conflicto también puede acabar con la destrucción de los protagonistas, como en el caso del Frankstein de Shelley, en el que el doctor y su criatura acaban autoinmolándose. En cuanto a los personajes típicos del Gótico Femenino, suele haber una heroína con valores nobles y gran inteligencia, que lucha por abrirse camino en el nuevo universo al que se ve abocada, ya sea por la muerte de un familiar o por un viaje inesperado. Suele haber un enfrentamiento entre la protagonista y una mujer depravada con valores opuestos. Además, la lucha puede ser entre la heroína y un hombre poderoso que la desprecia por su género.

3. Análisis de Los misterios de Udolfo

A lo largo de MdU nos encontraremos con un amplio abanico de personajes femeninos que actúan como individuos y no como estereotipos, tienen identidad propia y evolucionan a medida que avanza la novela. Aunque hay muchas mujeres notables, creo que las más poderosas y destacadas son Emily St. Aubert y su tía Madame Cheron, que más tarde se convertirá en Madame Montoni.

Emily St. Aubert es el personaje principal, una mujer de extraordinaria belleza, dulce gentil, inteligente, virtuosa, decidida y con un profundo aprecio por la naturaleza. Tras la muerte de su padre, es enviada a vivir con su tía, Madame Cheron, que resulta ser todo lo contrario de la joven, reprochándole su afición a la lectura y su tendencia a desafiar, especialmente a los hombres, cuando se producen injusticias. Finalmente, Emily y su tía son arrastradas a vivir al castillo de Udolpho por el nuevo marido de Madame Cheron. Allí, esta joven tendrá que enfrentarse a los misterios y fantasmas que habitan la propiedad, mientras intenta escapar de su cruel destino y volver con su amado. Emily es una mujer de intelecto brillante, educada en las artes y las ciencias por sus padres, especialmente por su padre, que cultiva su curiosidad y su deseo de aprender. Además, es el epítome de la belleza prototípica de la época, con un rostro extraordinariamente encantador y un cuerpo esbelto, razón de más para que su padre insista tanto en que sea inteligente y perspicaz.

La inteligencia de Emily es una de sus características más destacadas y a menudo le hace ganarse el respeto de los hombres, que la consideran igual o incluso superior intelectualmente a ellos. Esta brillantez es lo que la ayudará a sobrevivir a las diferentes pruebas a las que se enfrentará y a salir victoriosa, a pesar de las desagradables reacciones que pueda desencadenar en otros personajes. Como mujer culta, Emily es más que consciente de la importancia del conocimiento por encima de todas las ideas de riqueza y clase social, siendo su educación y comprensión sobre el mundo sus tesoros más preciados. Podría decirse que la novela gravita en torno al viaje educativo de Emily desde su inocencia hasta convertirse en una mujer experimentada y madura. Habla libremente por sí misma y desafía a la autoridad cuando percibe una injusticia, lo que le granjeará la desaprobación de algunos y la enemistad de otros. El lector percibe cómo la señorita St. Aubert es excluida recurrentemente del círculo de mujeres ricas, tradicionales y vanidosas. Ellas (entre otras su tía) no toleran el deseo de Emily de aprender y su «falta de respeto por la autoridad». Cuando la tratan mal o injustamente, la joven intenta dialogar y hacer oídos sordos a sus argumentos.

Tras el matrimonio de Madame Cheron y el conde Montoni, la libertad de expresión de Emily y su voluntad de libertad e independencia se hacen más evidentes. No sólo tendrá que enfrentarse al rechazo y desdén de su tía, sino también al cruel paternalismo y desprecio del Conde.A medida que avanza la novela, vemos cómo el carácter de Emily pasa de ser una niña temerosa a una mujer que se enfrenta a sus problemas. En repetidas ocasiones, Emily desafía a los hombres que intentan subyugarla y cuestiona su masculinidad, o la falta de ella, debido a sus acciones hostiles y cobardes. Un ejemplo sería su interacción con el conde Morano, a quien critica su constante acoso en sus intentos de casarse con ella. Aquí ella sacude los «valores masculinos» al afirmar que se supone que los hombres son los protectores de las mujeres, por lo que la constante persecución del Conde se opondría completamente a esta idea.

Un elemento crucial para comprender tanto la fortaleza como la debilidad de Emily es su dificultad para expresar sus emociones. Su padre siempre le sugirió que se mantuviera estoica y afrontara los sentimientos desde un punto de vista crítico y racional. Tras la muerte de su madre y el duelo, reprimió sus emociones lo mejor que pudo, para evitar que sus pensamientos se nublaran y mantener la mente clara. Su padre, en cambio, fue incapaz de contener su tristeza y cayó en un luto constante, del que tuvo que sacarle su hija. La joven debe lidiar con los «arrebatos emocionales» de los hombres (considerados femeninos) y calmarlos para obtener de ellos respuestas claras o manipularlos sutilmente. St Aubert, el conde Montoni o el conde Morano, son hombres que actúan de forma paternalista con Emily, tratándola todavía como a una niña que no entiende lo que ocurre a su alrededor, cuando es ella la que tiene que lidiar con sus emociones descontroladas y sus arrebatos de ira. Esta incapacidad para expresar sus emociones y deseos convierte a Emily en una persona insensible o excesivamente racional en ocasiones. Es posible apreciar su lucha interna por equilibrar las enseñanzas de su padre con los acontecimientos que vive tras su muerte, especialmente cuando tiene que tomar decisiones cruciales. La joven intenta balancear el comportamiento y el estilo de una dama con la inteligencia y el estoicismo que caracterizaban a los hombres de la época. Su comportamiento tendrá consecuencias fatales, ya que desencadenará la mayoría de sus desgracias en la novela.

Tras conocer a la joven protagonista, hablaremos de su tía, Madame Cheron. Es el personaje que la acoge tras la muerte de su hermano. Es una viuda rica, egoísta y vanidosa, que sólo se muestra cruel y fría con Emily. Tras ser cortejada por el signor Montoni, se casan y viajan a Italia para vivir en el castillo de Montoni, Udolpho, con su sobrina. El comportamiento de Madame Cheron corresponde al de una mujer tradicional de la clase alta de la época y es una persona de temperamento fuerte y autoritario, cuya naturaleza se detecta, por ejemplo, en su creencia de que es su deber educar y moldear el comportamiento de su sobrina en lo que es correcto (según sus normas) tras la muerte de su hermano. Con su falta de paciencia y su comportamiento manipulador, quiere cambiar la personalidad de Emily y controlarla, sin importarle si tiene que mentir sobre su estado de salud o sobre las personas a las que Emily quiere.

Esta dama es extremadamente arrogante y egocéntrica, además de hipócrita en cuanto a su actitud hacia Emily. Acusa a su sobrina de impropia, maleducada o desobediente cuando la joven dice lo que piensa o algo que no quiere oír, aunque sea verdad. Tampoco le importa el duelo de Emily por su familia, anteponiendo sus propios problemas menores y culpando a su sobrina de su propio sufrimiento. Madame Cheron acusa a Emily de cosas que no ha hecho, pero tampoco explica nada a la joven. Es más, está orgullosa de las mentiras que propaga y las considera un triunfo para mortificar a su sobrina, lo que infla aún más su ego. Aunque siempre se ha enfurecido cuando se cuestionaba su voluntad y ha sido autoritaria, desde su matrimonio con el conde Montoni se vuelve pasiva y dependiente de su marido. Los reproches hacia su sobrina se hacen más frecuentes debido a la tristeza y la desgracia que le causan las consecuencias de sus actos.

A diferencia de la evolución de Emily, que se convierte en una mujer fuerte y astuta, Madame Cheron cae en el olvido tras su matrimonio con el conde Montoni. La que antaño fuera una mujer de fuerte carácter capaz de enfrentarse a cualquiera, y mucho menos de ofenderle, se convierte en una esposa obediente y sometida, incapaz de alzar la voz ante su marido. La caída de Madame Cheron tras su matrimonio podría explicarse en la carta de la reformadora social Caroline Norton a la reina Victoria: «Una mujer casada en Inglaterra no tiene existencia legal: su ser es absorbido por el de su marido… No tiene posesiones, a menos que sea por acuerdo especial; su propiedad es propiedad de él»(1885). Tras conocer a ambas mujeres, podemos afirmar que son polos opuestos en cuanto a personalidad y comportamiento. Madame Cheron hace caso omiso de las súplicas de apoyo o comprensión de Emily cuando su tía quiere casar a la fuerza a su sobrina o escapar de Udolpho, pues cree que la felicidad proviene de la riqueza y la posición social más que del amor. A pesar de su fructífero matrimonio con el «rico» conde Montoni, pasa los días más horribles e infelices de su vida hasta su muerte. Emily demuestra que el conocimiento, la astucia y la lucha por lo que creemos justo son las armas más poderosas a las que debe aferrarse una mujer para sobrevivir en un mundo dominado por los hombres. La bondad es una característica destacable de esta joven, que muestra compasión hacia su tía cada vez que hay un problema e intenta mantenerse fuerte por ambas.

La principal similitud entre ambas mujeres, que favorecerá los escasos momentos en los que se llevan bien y se entienden, será su sucesivo encarcelamiento en la torrecilla de Udolpho. Son condenadas a un cruel destino debido a su carácter indomable, ya sea por negarse a entregar todas sus propiedades y estados a Montoni o por manifestar simplemente su desacuerdo con sus despreciables intenciones. Un rasgo característico de esta novela es su posicionamiento crítico contra el patriarcado. Podría decirse que el encierro de las mujeres en un lugar apartado y lúgubre es una metáfora de una sociedad que sólo buscaba su comportamiento perfecto y rehuía a quienes no se ajustaban a esos ideales. Tanto Emily como Madame Cheron son víctimas de la terquedad e intransigencia de algunos de los personajes masculinos que las llevarán cautivas; sólo diferirán en su forma de afrontar la situación; luchar y escapar o lamentarse y morir.

4. Análisis de Drácula

Lucy es una joven hermosa y rica, amiga íntima de Mina, que, al principio de la novela, tiene tres apuestos pretendientes a sus espaldas. Fue mordida por Drácula y no es hasta la aparición de Van Helsing cuando los personajes descubren por lo que realmente está pasando. Desgraciadamente, fallece y regresa convertida en un vampiro sediento de sangre que es asesinado por Van Helsing y los demás hombres, de los que forma parte el prometido de Lucy. Como prototipo del «Ángel del Hogar» victoriano, Lucy es ingenua, delicada, dulce y bella, pero nunca atractiva sexualmente. Normalmente es una mujer sumisa y asiste a su madre y a los hombres con sumo cuidado. Dicho esto, tiene un breve momento de liberación cuando presume y se enorgullece de tener tres pretendientes que piden su mano. Matthew Brennan explica la razón por la que ella es el blanco perfecto para el Conde: «Drácula destruye a Lucy por su falta de autoconocimiento y autodesarrollo. Su psique es vulnerable a las in- vasiones de Drácula porque ha experimentado poco crecimiento en la formación de una identidad; carece de un sentido del Yo que pueda incorporar el inconsciente y, al hacerlo, impedir que el inconsciente se trague al ego» (49). Tras ser mordida por Drácula, intenta mantenerse fuerte y, en cierto modo, envidia la fuerza de Mina para escribir un diario. La joven muere trágicamente y es enterrada en un cementerio, pero resucita como vampiro, transformando todas sus buenas cualidades en un monstruo lujurioso.. Por primera vez, Lucy no es vista como delicada y encantadora, sino como una mujer sexualmente atractiva, igual que las esposas de Drácula. Como veremos cuando los hombres le claven una estaca en el corazón, su condición vampírica desaparece, quedando sólo su cadáver y la delicadeza y belleza angelical que una vez poseyó.

Junto con la dulce Lucy Westenra, tenemos a las tres esposas de Drácula. No tienen nombre en la novela y aparecen por primera vez en el castillo del Conde cuando intentan atraer a Jonathan Harker y alimentarse de él. El hecho de que ninguna de las tres vampiresas tenga nombre podría estar relacionado con la forma en que las mujeres carecían de importancia y debían renunciar a su identidad en aras de las exigencias patriarcales; especialmente después del matrimonio debían renunciar a sus sueños y ambiciones abogando por la maternidad y las tareas domésticas. Sus apariciones son infrecuentes y volveremos a encontrarlas intentando convencer a Mina para que se una a ellas y se convierta en otra novia. Finalmente, Van Helsing las mata en sus ataúdes. Las vampiresas son descritas como mujeres jóvenes y sexualmente atractivas, con un comportamiento ligeramente grosero y «lascivo». Incluso Harker se excita al verlas y, aunque ve los dientes manchados de sangre de la vampiresa que se abalanza sobre él, no parece importarle. Incluso cuando el Conde la enfurece, Harker sigue describiéndola como hermosa. Drácula las trata como animales más que como compañeras, lo que se refleja en su comportamiento depredador y animal. No hay que olvidar que las novias tienden a enfrentarse a las figuras masculinas de autoridad, tanto al Conde como a los hombres de Van Helsing. Los únicos momentos en los que parecen tiernas y pacíficas son cuando hablan con Mina e intentan convencerla de que se una a ellas, llamándola hermana. Incluso cuando no están haciendo nada para atraer a los hombres, siempre se las considera objetos sexuales o prostitutas. Los hombres utilizan su condición masculina para excusarse cuando las ven y son incapaces de controlar sus instintos, ya que son débiles en presencia de tales bellezas. En un momento dado, Van Helsing las describe como poseedoras de una «figura voluptuosa» (308) e intenta disfrazar de «amor» su deseo sexual por ellas. Extrañamente, Mina y Lucy (como humanas) nunca son descritas o vistas como sexualmente atractivas debido a su pureza y delicadeza femenina.

Mina Harker es la protagonista femenina y desempeña un papel crucial en la trama. Al comenzar la novela, Mina está prometida a Jonathan Harker (más tarde se convertirá en su esposa), un joven abogado que se dirige a Transilvania para reunirse con un acaudalado conde que ha adquirido algunas propiedades en Londres. Al mismo tiempo, es la mejor amiga de Lucy Westenra, una bella y acomodada joven de la que hablaremos en profundidad en las próximas páginas. Mina empieza a detectar problemas con su mejor amiga debido a su frecuente sonambulismo y a su aspecto enfermizo, que incluye dos misteriosos puntos rojos en el cuello. También tiene que acudir en ayuda de Jonathan después de que éste regrese gravemente enfermo de su viaje. Tras la pérdida de Lucy, Mina comprende todo lo que está ocurriendo leyendo los diarios de su marido, en los que relata sus experiencias con Drácula. Mina se une a su marido, al profesor Van Helsing y a otros hombres para acabar con la amenaza vampírica pero, por desgracia, también es atacada por el Conde y casi convertida en uno de los suyos. Finalmente, Van Helsing y su equipo de cazadores de vampiros consiguen acabar con el monstruo y salvar a la joven.

Mina es el prototipo de chica victoriana, abnegada, cariñosa y buena amiga, llena de valores admirados y apreciados por los hombres, aunque estén al borde de la sumisión y el sometimiento. Mina es el personaje más versátil de la novela, ya que oscila constantemente entre el «Ángel del Hogar» y la «Nueva Muje». Es retratada constantemente como la mujer perfecta, femenina y atenta con su marido y su amiga, incluso burlándose de la aparición de la «Nueva Mujer» en la escena victoriana, mientras toma el té con Lucy y siendo «estereotípicamente femenina» por esta perspectiva. La joven se convierte en un apoyo emocional para todos los hombres de la tripulación de Van Helsing, incluidos él mismo y Jonathan. Podríamos decir que todos ellos tienen a Mina como un gran tesoro que aporta luz a sus terribles horas de desasosiego. Un rasgo característico de este personaje es su pureza intachable y, como hemos descrito anteriormente, esta pureza es lo que hace que una mujer sea buena y angelical a los ojos de un hombre, sin ella se convierten en monstruos lascivos y sin decencia. Esto demuestra que Mina es un pilar fundamental en el grupo únicamente por el amor consolador y maternal con el que nutre a estos hombres. Incluso una vez que Mina es mordida por Drácula, parece que toda esperanza está perdida y los hombres entran en una desesperación que sólo ella puede calmar siendo fuerte para los demás.

Además de esta faceta del «Ángel del Hogar», Mina muestra fuertes rasgos de «Nueva Mujer», es profesora y practica la taquigrafía, por lo que mecanografía las cartas y diarios de todos los implicados en los extraños sucesos con el Conde. Es ella quien se da cuenta de que todos estos documentos juntos resultan ser una clave importante que desvela todos los misterios que rodean a Drácula. Se observa fácilmente que Mina es la materia gris del equipo junto con Van Helsing. Ella demuestra una y otra vez su inteligencia y autodeterminación en situaciones difíciles. Fue ella quien descubrió que todas sus historias estaban conectadas, el lugar donde podría estar escondido Drácula o incluso memoriza todos los horarios de los trenes para viajar más rápido. Un hecho digno de mención es cómo Mina idea un plan después de ser mordida por Drácula y descubre que puede oír y ver lo que él experimenta. A pesar de sus grandes ideas, la mayoría de los hombres, especialmente Van Hellsing, excluyen a Mina del grupo y la relegan al papel de cuidadora, al tiempo que le impiden saber nada de sus descubrimientos. A pesar de tener una relación recíproca, en la que los hombres buscan el consuelo maternal de la joven y ella accede gustosamente a ofrecérselo, es obvio que el valor de Mina no es por su inteligencia, sino por su crianza y apoyo emocional. El pretexto utilizado para aislarla es que «los hombres estamos decididos… a destruir este monstruo, pero no forma parte de una mujer. Aunque no se le haga daño, su corazón puede fallarle ante tantos y tantos horrores; y en lo sucesivo puede sufrir tanto en la vigilia, por los nervios, como en el sueño, por sus sueños.» (201). A Mina no sólo se la excluye de la investigación por su fragilidad como mujer, sino que también se la critica en cierto modo por su inteligencia. El doctor Seward utiliza el término «cerebro de hombre» o «un cerebro que debería tener un hombre si estuviera muy dotado» (195), lo que significa que, si Mina es inteligente es porque tiene un cerebro masculino, ya que ninguna mujer puede ser tan inteligente por sí misma.

Tras analizar los principales personajes femeninos de Drácula, podemos llegar a la conclusión de que cada uno de ellos tiene un papel muy marcado y representa un prototipo de mujer, siendo Lucy el ejemplo perfecto del «Ángel del Hogar», las novias de Drácula lo que podríamos considerar «Nueva Mujer», por su libertad sexual y su determinación a desafiar a los hombres, y Mina, una mezcla de ambos. Como ya se ha dicho, la «Nueva Mujer» suponía un peligro para la sociedad victoriana, con sus ideas liberales y su deseo de igualdad, así como de libertad sexual; por eso Stoker eligió a las tres vampiresas como representación de esta vida pecaminosa. Es evidente que la desconfianza hacia esta mujer hipersexual es intensa, tanto en el caso de las tres novias como en el de la vampiresa Lucy, que son asesinadas al clavarles una estaca en el corazón; simbolizando cómo las emociones de las mujeres podían acabar fácilmente mediante la violencia o la intimidación. La mordedura de Drácula podría ser una metáfora para mostrar cómo una puritana y dulce mujer victoriana, en otras palabras, un «Ángeldel Hogar», se convierte en una «Nueva Mujer» que no respeta los valores sociales ni a los hombres. Tras la muerte como vampiro, este estado de vampirización desaparece, lo que podría implicar que para que una mujer vuelva a ser un «Ángel del Hogar», sus convicciones tienen que ser arrancadas de raíz, del corazón. También fueron los hombres los principales opositores al movimiento feminista y a la liberación de la mujer en aquella época. Como consecuencia, Mina renuncia a su condición de «Nueva Mujer» y se convierte en un «Ángel del Hogar» al renunciar a sus diarios, a la taquigrafía y a su trabajo para cuidar de su familia.

Como hemos visto, Drácula no es sólo una novela gótica sobre vampiros, sino una posible advertencia a las mujeres victorianas para que se mantengan en el buen camino. Las consecuencias de ser «mordida por Drácula» pueden ser fatales y relegar a las mujeres antaño puras a una vida de lujuria y terror.

5. Conclusión

En resumen, podría decirse que el género está intrínsecamente ligado a la narrativa del período gótico y condiciona la visión que los autores tienen de las mujeres y de los papeles que desempeñarán en la trama. Tras el estudio y análisis de la teoría de género en MdU y Drácula, se podría sugerir que la influencia de figuras positivas para la mujer, o la falta de ellas, es lo que permitió la constitución de las dos ramas de la literatura gótica, el gótico femenino y el gótico masculino. Además, ambas novelas se han visto influidas por el trasfondo histórico, cultural y personal de Radcliffe y Stoker, lo que nos permite apreciar las influencias feministas de MdU un siglo antes de la escritura de Drácula, su claro opuesto.

Las ideas del Movimiento Feminista se reflejan claramente en ambas novelas, ya sea positiva o negativamente. Las figuras del «Ángel del Hogar» y la «Nueva Mujer» expresan tanto el deseo de liberación de las mujeres como el temor al cambio social y político. Mientras que MdU refleja el poder que pueden tener las mujeres gracias a su inteligencia e independencia, Drácula pretende advertir de los peligros de una mujer «nueva» y reflexiva que contradiga a los hombres.

A través del análisis de los distintos personajes, MdU ha presentado una amplia gama de personalidades, desde fuertes y egoístas hasta dulces y astutas; la novela muestra cómo la inteligencia, la educación y un buen apoyo permiten a las mujeres pensar por sí mismas y enfrentarse a la injusticia. Por otro lado, Drácula muestra a personajes femeninos encajados en roles inmutables que simbolizan o bien a la mujer pura y sumisa, o bien a la mujer corrompida por las ideas feministas; lasciva y resentida con los hombres.

Por tanto, tras el estudio y análisis del periodo histórico y de los personajes de ambas novelas, se podría afirmar que la diferenciación entre Gótico Masculino y Femenino son la clave para entender el papel de la mujer en la literatura gótica. La clara distinción entre la literatura gótica escrita por hombres y mujeres no sólo viene determinada por el género, sino también por la influencia de sus entornos sociales y políticos. El estudio de la vida de los autores permite comprender mejor sus ideas sobre el género y la representación de la mujer.

Bibliografía

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