Homenaje a la palabra de Gustavo Adolfo Bécquer. “Vano fantasma de niebla y luz”, Ana Contreras
Homenaje a la palabra de Gustavo Adolfo Bécquer. “Vano fantasma de niebla y luz”, Ana Contreras
Vano fantasma de niebla y luz
Dirección escénica a cargo de Ana Contreras y adaptación de guión de Raúl Losánez
Interpretación: Beatriz Argüello, David Luque, Jorge Bedoya y Raquel Riaño
Corral de Comedias de Alcalá de Henares
Entre el 22 y 23 de abril de 2023

La compañía madrileña “La Otra Arcadia”, formada por la Vicepresidenta de la Asociación Internacional de Teatro del Siglo XXI, Ana Contreras, y el poeta y dramaturgo español Raúl Losánez, firma un contundente espectáculo guiado con el propósito de reencontrar al público actual con el escritor que para Azorín y Antonio Machado significaba la máxima expresión de belleza: Gustavo Adolfo Bécquer. Vano fantasma de niebla y luz es un recital de poesía y música que homenajea a uno de los más grandes poetas de nuestra Historia reviviendo sus versos que hoy mantienen intacta toda su belleza y profundidad; recuperando y poniendo sobre las tablas la obra poética de quien está considerado como el autor nacional más leído después de Miguel de Cervantes. Por ser inmensamente reflexiva y con plena vigencia, por su hondura y universalidad, por su lenguaje sencillo, contundente y musical, la obra de Bécquer es adaptada al teatro para no solo recuperar la palabra de uno de los más grandes escritores contemporáneos sino también para celebrar a viva voz el Día de la Lengua Española con la espiritualidad que merece.
Espectáculo centrado en la palabra, primando lo lírico sobre lo dramático, impera la presencia de la música. Compuesta e interpretada en directo por el célebre pianista Jorge Bedoya con la colaboración de la cantautora Raquel Riaño, los encargados de revivir la palabra de Bécquer son dos de los actores mejor valorados del panorama teatral actual: David Luque y Beatriz Argüello; y es que el precursor de modernistas y simbolistas, de la Generación del 27 y de un clima poético que se extendió por toda España durante todo el siglo XIX y XX se merecía un espectáculo que hiciera presente su memoria con la musicalidad y maestría que deben sus palabras. Labor además llevada a cabo en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares, pues es importante remarcar cómo Madrid, a pesar de haber sido una ciudad importante para Bécquer -desarrollándose en la capital como periodista y escritor- nunca se habían realizado grandes fastos por representar las palabras del autor sevillano en suelo madrileño. El propio Raúl Losánez, encargado de adaptar la obra de Bécquer a un guión teatral, declara cómo hay que poner en valor al segundo autor más leído en la Historia de España quien guarda el privilegio de mirar a los ojos a Cervantes, a un autor decimonónico que, aunque no esté demasiado presente hoy día, es sin duda parte del ser de nuestra literatura. Tachada incluso de escritura adolescente por su enfervorecido romanticismo, con todo, la obra de Bécquer es de los pilares más prestigiosos de la literatura española.
Comenzó Vano fantasma de niebla y luz con un apagado total en el teatro; de esta oscuridad surgió la melodía ascendente de un piano que gobernaba el hombro izquierdo del escenario y la atención de toda la sala; qué mejor manera de empezar un homenaje a la palabra eliminando todo sentido que no sea el de la escucha. Conforme avanzaba la melodía se hacía presente la luz, un haz frontal empezaba a esclarecer una figura en el hombro derecho del proscenio; David Luque comenzaba a recitar los primeros versos. Tras él, la silueta de una mujer se entreveía a través de un telón de gasa que caía desde el telar, caminando lentamente hacia el centro de la escena; Beatriz Argüello se presenciaba bajo la musicalidad del piano y la poesía. Así comenzaba una pugna poética entre ralentí y aceleraciones, entre ambos rapsodas con un sinfín de efectos y cambios en la velocidad con el propósito expresivo de hacer material la propia poesía; de que cada verso de Bécquer sea vivido, recitando los más conocidos en lo que es una batalla dialéctica. Aunque, solo mediante la palabra pues los rangos de movimientos son reducidos y en principio no contactan ni física ni visualmente en el espacio escénico, como si ambos fueran incapaces de encontrarse. Es una entremezcla de versos solamente interrumpidos por las breves canciones de Raquel Riaño que, entrando en los momentos más álgidos, cortaba esta cumbre poética y enfriaba el fervor que lograban David Luque y Beatriz Argüello. Con todo, estas intervenciones servían como elemento de transición en la narración y daban pie a nuevas tandas de batalla poética que lograban remontar la atención y el sentir de la sala. Así, bajo la incesante música del piano de Jorge Bedoya y las melodías intermedias de Raquel Riaño, David Luque y Beatriz Argüello se encuentran por primera vez en el escenario y el misterio de la distancia torna en poesía. La belleza del romance entre ambos se presenta ahora como el auge de la obra, sin embargo, ella, tras un intenso encuentro donde solo cupieron los mejores versos dedicados el uno para el otro, le abandona sin explicación alguna. Y es que el amor donde mejor se vive es en el recuerdo y, ahora sí, la palabra cobra sentido escénico y se entiende el significado de la obra: David Luque es Gustavo Adolfo Bécquer persiguiendo la idea que se le escapa, ella, Beatriz Argüello. La adorada de un día ahora es el sentido de la obra, de Bécquer y del arte mismo. Vagando, muerto en vida nuestro poeta por el escenario al no haber podido alcanzar a su amada, un haz de luz cenital se centra únicamente en el piano de Jorge Bedoya, último actor que queda sobre las tablas tras la marcha de David Luque y, tal y como empezó, el teatro queda inmerso exclusivamente en un solo de piano que se funde en un lento oscuro.
Tras el torbellino de emociones que representó Vano fantasma de niebla y luz, el silencio que precedió al verso y se fundió en un black-out en todo el teatro fue únicamente interrumpido por una jauría de aplausos que duró más de cinco minutos y obligó a salir al elenco de actores tres veces a reverenciar. La música, la danza y la luz se unen a la poesía de Bécquer, que, con altibajos y momentos de desconexión, son llevadas por un reparto actoral más que notable que logra transmitir el sentimiento romántico de anhelo y plenitud que el poeta sevillano vislumbra, más que alcanza, a través del amor y de la creación artística; materializando el ímpetu y la tormenta que se agitan en el interior de sus palabras que hoy perduran.