Isabel II, siempre en el momento justo. Quinta temporada de “The Crown”
Isabel II, siempre en el momento justo. Quinta temporada de “The Crown”
The Crown, T5
Creador: Peter Morgan
Reparto: Imelda Staunton, Jonathan Pryce,
Lesley Manville, Dominic West, Elizabeth Debicki
Duración: 10 episodios

La reina más icónica de la historia europea contemporánea vuelve a las andadas en esta quinta temporada de la inglesa serie “The Crown” para tratar algunos de los asuntos más controvertidos que inmiscuyeron a la realeza británica en la década de los noventa. Tras su sorprendente muerte a principios del mes de septiembre, la serie ha sido para muchos un consuelo y una vía para seguir teniendo presente a Su Majestad. Anglófilos y críticos vuelven a recurrir a la serie de la Corona para intentar indagar más a fondo y descubrir qué fue lo que realmente ocurrió en esa oscura época para “Lilibeth” y allegados.
Tomando el relevo de Olivia Coleman, Imelda Staunton interpreta a la renovada y más inflexible Isabel II de Inglaterra, que ha de afrontar cómo su mito va cayendo para muchos en este momento tan álgido para la casa Windsor: separaciones reales, discusiones reales, amores reales, y una reina que tiene un carácter de lo más real. Una mujer que alcanza los cuarenta años de reinado y que ya no resulta tan innovadora para las generaciones más jóvenes, que parece quedarse atrás aunque sepamos con certeza que su mito ha pretendido resistir contra viendo y marea hasta nuestros días. La nueva Isabel, o por qué no, una Isabel algo anticuada para una década decisiva, trata de enfrentarse a su mundo en estos nuevos capítulos. Sin duda, vemos que esta temporada da cabida a que nuevas puertas puedan abrirse, y, cómo no, otras hayan de cerrarse.
No sorprende a ninguno de los espectadores cómo el protagonismo de la nueva temporada es acaparado casi al completo por el escándalo archiconocido entre Lady Di y el Príncipe Carlos, interpretados por Dominic West y Elizabeth Debicki. Sumidos en ese asfixiante ambiente de la corte, pretenden aparentar ese matrimonio de “cuento de hadas” impuesto casi completamente por la opinión pública de ambos y que los dos bien saben que no existió nunca. Entre miradas que juzgan y miembros de la realeza verdaderamente autoritarios, la princesa se sincera ante el pueblo y huye desesperadamente del ahogo que la familia Windsor le produce aunque jamás sea capaz de escapar del todo de ese destino. Aparecen nuevas oportunidades en su vida y sin mirar atrás solo implora que le devuelvan su lugar. Mientras tanto, el ahora Carlos III -pero al que todos conocemos como “príncipe de Gales”- se encuentra en una severa y constante pugna con la soberana del estado por reafirmar su condición de sucesor, que, como adivinamos, no se producirá con efectividad hasta tres décadas después. La propia serie nos prepara para los acontecimientos que sucederán en la siguiente temporada -y cuyo contenido no nos es desconocido-, colmándonos de situación psicológica de la propia Lady Di o la Isabel II más debilitada hasta la fecha.
Estamos de acuerdo en que la serie sobre la monarquía británica por antonomasia sigue conquistando y encandilando con ese toque tan auténtico que caracteriza a todos sus personajes; sin embargo, es posible que se aprecie que esta última temporada ha sido ciertamente más abstracta y que concretiza poco la problemática. Como resultado obtenemos diez capítulos que hablan de asuntos muy variopintos entre sí, como el declive de Isabel II, la frustración de un hijo que parece que nunca llegará a ser rey, el abatimiento de una mujer traicionada por su familia política, la ascensión y culminación de un empresario egipcio o las facturas que comienzan a llegar de un pasado en el que son latentes los genes familiares. Se nos presentan conflictos que ya hemos visto en temporadas anteriores o que conocemos de primera mano y, como consecuencia, una vaga y poco definida conclusión sobre qué es lo que realmente quieren mostrarnos esta vez y qué la diferencia de lo que ya hemos presenciado. Se trata de una sucesión de capítulos utilizados como transición hacia el momento más sombrío de su gobierno.
Lo que casi parece premeditado es que percibamos esta quinta temporada con un sabor ciertamente melancólico, y nostálgico, en el que hay poca acción y mayor reflexión, como si acaso fuera una de las muchas maneras en las que se pueden recordar, hoy por hoy, a Isabel II.
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