«Landscapers. Cómo meterse en un jardín» (literal y figuradamente)
«Landscapers. Cómo meterse en un jardín» (literal y figuradamente)
Landscapers.
Director: Will Sharpe
Reparto: Olivia Colman, David Thewlis, Samuel Anderson, Felicity Montagu, Kate O’Flynn, Dipo Ola, entre otros.
Duración: 4 episodios

Es innegable que el cartel de “basado en hechos reales” vende. En los últimos años, las plataformas de streaming se han llenado de títulos con historias reales ficcionadas, con documentales sobre casos contemporáneos sobrecogedores e incluso con ficciones históricas que han conseguido una audiencia inigualable.
Sin embargo, Landscapers (2021), producción original de Sky TV y con un subtítulo en español que merece la pena reseñar, Cómo meterse en un jardín, no es una serie basada en hechos reales más. Sin quitar ningún mérito a la producción, cabe decir que poco puede salir mal al juntar a dos grandes de la interpretación, como Olivia Colman y David Thewlis, con un guion atractivo. Es una historia que tiene todos los elementos necesarios de un buen thriller de (no) ficción y casi terror: una pareja que se conoce y enamora a través de una agencia matrimonial en la Inglaterra de los años 80, un pasado familiar lleno de abusos y silencios, una obsesión por objetos de colección de actores de la época dorada de Hollywood e incluso un intercambio de cartas con Gerard De Pardieu. Suena extraño, sí. Pero lo más interesante es que es una historia real.
La pareja protagonista, Susan y Christopher Edwards, son un matrimonio inglés ubicado en Dagenham que salió del anonimato por la puerta grande allá por 2013, cuando salen a la luz los resultados de la investigación. En 1998 la pareja decide matar a los padres de ella una noche que Susan pasa en casa de sus padres (y tras una fuerte discusión, según afirma en el juicio) entierran los cuerpos en el jardín. Consiguieron ocultar este secreto durante nada más y nada menos que los siguientes quince años gracias a falsificaciones de cartas y documentos que convencían a familiares, amigos, colegas, vecinos e incluso a la justicia inglesa haciéndoles creer que los padres de Susan seguían vivos y felizmente retirados en Irlanda. En 2014 fueron condenados a 25 años de prisión por doble asesinato.
Este es el caso en sí, en muy resumidas cuentas. La serie se encarga de poner en contexto y situación a estos personajes con un estilo marcadamente teatral y un guión brillante de Ed Sinclair. No se toman grandes licencias en cuanto a cambios en la trama, pero le da más de una vuelta de tuerca a la manera de contarla, tanto en la forma como en el formato. La ya mencionada teatralidad lleva al espectador a ponerse en la piel de varios de los personajes con rupturas de la cuarta pared; vemos en varias ocasiones los entresijos de un rodaje dentro del propio capítulo con un paseo entre equipo técnico y sets diferentes, así como cambios en la estética que incluso pasa al blanco y negro para recrear una estética de western de los años 40.
Actores que hacen de actores bajo órdenes de compañeros de reparto para mostrar y demostrar las sospechas y coartadas no válidas que intentan sostener los cada vez más perdidos protagonistas. Toda esta “fantasía” contrasta con las escenas más realistas y sobrecogedoras del juicio e interrogatorios, donde la oscarizada Coleman nos regala un retrato lleno de profundidad de una mujer superada y hastiada por la realidad y que parece haber elegido el surrealismo para sobrevivir y que se sincera realmente antes su abogado y después ante el juez. Quizás incluso consigue que lleguemos a empatizar con ella.
Es ella misma quien en una de las últimas escenas nos deja sin aliento al responder al título de “frágil” de lo que le tacha su marido tantas veces, con ánimo de protegerla. Imposible no volver a elogiar a Olivia Coleman que refleja una vulnerabilidad desbordante, una fuerza ligada a emociones extremas y negativas pero que no dejan de ser puras y reales, instintivas, propias de la naturaleza humana. Puestos a juzgar, nos dejan a nosotros, el público de esta representación, decidir sí no es él el más frágil de los dos, quien al fin y al cabo es quien desata todo el principio del fin al no soportar más la precariedad en la que viven, el secreto y la imposibilidad de encontrar un trabajo y llama a la mujer de su padre para pedirle dinero y aliviar un poco su conciencia. Y así, en una conversación telefónica, todo se acaba. ¿Cómo de ínfimos somos los seres humanos ante algunas situaciones, algunos hechos y algunas verdades? ¿Cómo nuestra condición de humanos nos limita para sobrellevar, entender o manejar episodios, decisiones o consecuencias?
Landscapers no deja nada atado a pesar de acabar con un juicio resuelto. Al contrario, deja espacio para la magnitud de todas las posibilidades, historias, relaciones y sentimientos que hay más allá de lo que consideramos la realidad.
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