Pathos
Pathos
Se secan las lágrimas
que gotean como grifo roto
al compás del insoportable desquicio.
Las lágrimas derrochadas por los ojos
que nunca miraron.
Y se secan las lágrimas,
pero no el dolor que refulge
dentro de un corazón devastado.
Un corazón no tiene suficiente cuerpo,
estalla, revienta.
El dolor de la tormenta arrasando,
dando libertad a la catástrofe,
al caos incontenible.
El reflejo del relámpago reprimido
en el charco de barro.
El olor a tierra mojada
calma el escozor de las heridas abiertas
después de la sal.
Y la arcilla, bálsamo
que acuna el alma agitada.
Un alma que no encuentra paz
entre truenos de ideas
bombardeando su frágil cúpula de cristal.
Los pantanos se desbordan,
los torrentes arrastran el lodo.
El velo de estrellas
se raja en dos,
bailando su último vals
con la cálida profundidad del abismo
que se funde bajo sus pies.
Discurre la sangre
en el arroyo siempre seco
y ahoga las cosechas
sedientas de la vida
que no llegarán a tener.
Teresa Martín Merchán
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