Una entrevista de trabajo. “El método Grönholm”

por Mar 23, 2022

Una entrevista de trabajo. “El método Grönholm”

por

El método Grönholm

Dirección: Tamzin Townsend

Autoría y traducción: Jordi Galceran

Reparto: Luis Merlo, Ismael Martínez , Marta Belenguer y Jorge Bosch (Eleazar Ortiz)

Teatro Cofidis Alcázar

Hasta el 26 de junio

 

El método Grönholm es una obra del autor catalán Jordi Galceran (Barcelona, 1964) estrenada en el año 2003 en el Teatro Nacional de Cataluña y puesta de nuevo en escena en 2021 en el Teatro Cofidis Alcázar de Madrid por la compañía Verteatro. El argumento parte del aparente encuentro casual de cuatro personas muy dispares, Fernando, Carlos, Mercedes y Enrique, que acuden como candidatos a una entrevista de trabajo de una empresa. En esta situación se descubrirán las relaciones de poder entre los personajes, basadas en engaños y manipulaciones.

Se trata de una comedia cuya trama se organiza como una secuencia de diversas situaciones disparatadas encadenadas, en las cuales no hay mucha acción y el humor sirve como recurso crítico. Se hace gala de diversos mecanismos cómicos: chistes, ironía, parodias, exageraciones, etc., bajo los cuales se representa una realidad cotidiana cruel y, en cierto modo, violenta. Además, se lleva a cabo una triplicación del plano teatral inicial y, con ello, de los elementos que lo componen, en favor del cariz de experimento social que muestra el argumento. Se da así una perfecta conjunción de humor y metateatralidad.

Conforme a la estética del espacio escénico, se puede determinar que adopta un estilo propiamente realista y, a su vez, minimalista. Se escogen los elementos imprescindibles para representar una sala de reuniones (tres sillones, un estante con cuatro botellas de agua y cuatro vasos, el buzón con la marca de la empresa y la puerta de entrada y salida), e incluso se unifica todo bajo el mismo color, el blanco, presente tanto en los objetos como en la iluminación. Este espacio, pequeño, cerrado, blanco, casi se puede considerar aséptico como un laboratorio, y los sillones situados en el centro focalizan la atención como si de una mesa de operaciones se tratase. Mercedes, Enrique y Carlos, como si fuesen científicos, observan a Fernando y experimentan con él llevándolo a situaciones complejas e incómodas. Por su parte, Fernando queda reducido a objeto de estudio, no tiene el espacio a su disposición, sus entradas y salidas del escenario responden a órdenes de los otros tres personajes.

 La obra es sencilla en la medida en que no necesita una gran maquinaria ni un gran número de elementos, si bien la estructura dramática cuenta con recursos complejos. Para llevar esto a cabo de forma efectiva, resulta fundamental el modo en que los actores construyen la fábula, ya que potencian la parodia y la sátira y con ello consiguen reflejar esa perfecta caricatura de la sociedad. Asimismo, se debe señalar que los actores han realizado un trabajo profundo y muy cuidadoso a la hora de distinguir los diferentes papeles por los que fluctúan, así como a la hora de imprimir el carácter humorístico a sus personajes. Destacan especialmente en su interpretación Ismael Martínez, que termina de definir a Enrique de una forma completa al dotarle de rasgos muy meticulosos y peculiares, y Luis Merlo, en el que se advierte el esmero al combinar la “acidez cómica” y el carácter desgraciado propios de Fernando. Igualmente, se observa que, aunque las dimensiones del escenario sean relativamente reducidas, aprovechan con sus movimientos y desplazamientos todas sus posibilidades.

En cuanto al vestuario, este sigue una paleta cromática de tonos más bien fríos y apagados (negros, azules, grises, marrones…) en consonancia con el minimalismo y la sobriedad de la puesta en escena. Se refleja de este modo un contexto aparentemente ordinario y serio en el que van a irrumpir las situaciones disparatadas de la entrevista. Por tanto, la linealidad entre vestuario y escena parece muy adecuada, así como su contraste con el humor y la parodia.

El ritmo del desarrollo dramático resulta muy dinámico debido a la agilidad y la fluidez con las que se van encadenando las diversas situaciones, la trama se va moviendo por la propia inercia que el humor genera. Esto tiene dos implicaciones fundamentales: la acción avanza rápidamente, a pesar de que sucede en un espacio fijo, y no hay tiempo para que el espectador reflexione sobre el sentido de esas circunstancias que se han llevado al extremo.

Atendiendo a la relación entre el texto de Galceran y la historia representada, cabe señalar que hay una importante diferencia, en la función se modifica el final original. Este nuevo final nace de una lectura por parte de la compañía con una perspectiva un poco más optimista. Mediante la ambigüedad con la que juega el personaje de Fernando, que se agarra a un resquicio de resistencia, se esboza la posibilidad de alterar el orden inicial. En consecuencia, esto resulta mucho más atractivo al espectador.

La representación de esta comedia garantiza el entretenimiento al mismo tiempo que invita a reflexionar sobre la realidad más o menos precaria en la que vivimos. Por lo que, finalmente, se puede concluir que El método Grönholm es una buena apuesta dentro de la cartelera teatral del contexto español. No solo presenta calidad dramática, sino que, además, teniendo en cuenta los elementos detallados, goza de una recepción exitosa.