El ayer y el hoy de Carmen Sotillos
El ayer y el hoy de Carmen Sotillos
‘’Que no soy de tener muchos hijos, por lo que sea’’, sentencia Carmen en varias ocasiones a lo largo de su monólogo. A día de hoy esta afirmación en boca de una mujer aún sorprende, no cabe imaginar en 1966, año en el que se publicó y ambientó Cinco horas con Mario. Esta obra se sitúa en una España dividida tanto social como ideológicamente, una España que por una parte se mantiene anclada al pasado y por otra quiere abrir sus puertas. Eso se refleja en el matrimonio de Carmen y Mario. Él representa al intelectual progresista; ella a la mujer sumisa y conservadora, fiel a sus costumbres y tradiciones, alejada de todo conocimiento, cuya única función es la de cuidar de su hogar y familia.
Aparentemente lo que pretendía Miguel Delibes al escribir esta obra era reflejar el retraso de esa España dividida a partir del monólogo de Carmen, algo que sin duda consigue. En Mario podemos ver un reflejo del propio autor, un progresista que, visto con veinte años de perspectiva, mantiene un poso costumbrista propio de la época. Aunque Carmen nos presenta a Mario como un personaje contradictorio, ella es sin duda el interrogante más interesante. A lo largo de toda la obra demuestra cierto rencor hacia su marido como consecuencia de una vida conyugal con la que no ha quedado satisfecha. En primer lugar, y como ya se ha anticipado, Carmen no tenía la ambición de ser madre de familia numerosa. Este puede considerarse un principio contradictorio para la época, ya que para el régimen la mujer es un modelo de procreación cuya única finalidad y meta en la vida es engendrar y criar hijos para la patria. Otra contradicción que se observa son los manifiestos sobre sus frustrados deseos sexuales. Afirma en repetidas ocasiones que, solamente tenía voto Mario y no cabía objeción ni consideración. Para el régimen así era como debía ser, la mujer era un simple objeto en el que el hombre se liberaba de sus impulsos más primarios, de los que la hembra debía carecer. Por consiguiente, Carmen realiza el reproche pero automáticamente se disculpa por ello. Este elemento se expone también cuando habla de su vida marital con su amiga Valen, a la que envidia. Este aspecto supone una contradicción para ambos personajes. Por parte de Carmen, por tener unas pulsiones que según el régimen en una mujer digna no deben existir; y por parte de Mario por tratar a su mujer como un objeto, renegando así de todos los modernos principios de los que alardea.
El verdadero motivo de todo el monólogo de Carmen es el sentimiento de culpa que le persigue por haber estado cerca de saciar sus anhelos. Esta es la mayor contradicción de la obra, el intento de adulterio de Carmen con Paco, personaje que al principio de la obra carece de importancia pero que a medida que transcurre va tomando más protagonismo. Paco es un hombre que siempre ha estado en la vida de Carmen, pudo tener una relación con él de joven pero ni lo contempló ya que pertenecían a una clase social distinta. Paco es el ejemplo de que la sociedad está avanzando y de que ese concepto de clase se está quedando obsoleto, como tantas otras cosas en la mente de Carmen.
El tiburón es mucho más que el coche de Paco, es el darse cuenta de que sus principios han fracasado. Ese coche representa el futuro que le habían pronosticado, no el de no tener ni siquiera un seiscientos. La vida que sus padres le habían prometido si seguía sus pasos jamás llegó y solo queda la frustración de un hombre que era lo correcto pero que nunca la correspondió ni hizo que se sintiera feliz. Carmen encuentra en Paco al hombre ideal, con una buena situación económica, que la entiende, le resta atención y, sobre todo, la trata como una igual sin hacerla sentir una inútil. Esto lleva a la cuestión cultural. Carmen no entendía las novelas que escribía Mario, pero él tampoco quería que ella las entendiese. Sentía que para ella era demasiado elevado, que solo era capaz de entender las novelas enredo que tanto consumían las mujeres. En un principio por gusto, ahora queda la duda de si era así o si en realidad era lo único que estaba bien visto que leyesen.
Realmente Miguel Delibes quiere encarnar en Carmen el mal de España, el atraso, sin embargo, lo que nos encontramos es a una víctima de esa sociedad que ya se está dejando atrás. Una sociedad que no entendía, pero que acató unas costumbres sin reproche ni cuestión, simplemente porque era lo correcto. Se han mencionado ciertas contradicciones del personaje, pero ¿son contradicciones o es el principio del progreso?
Carmen ha vivido atrapada en lo correcto, no le ha sido permitido pensar más allá de lo que le imponía su familia, en especial su madre, desde la elección de la persona con la que debía casarse hasta el cómo cuidar a sus hijas. Las aparentes contradicciones que Carmen presenta son pequeñas aperturas de pensamiento de las que se siente culpable porque escapan de lo que le han inculcado como correcto. Ella quiere que la historia se repita en bucle, que la vida siga un ciclo sin accidentes, quiere que sus hijas no estudien, que encuentren un hombre de bien, se casen y tengan unos hijos a los que cuidar. Es decir, que sigan sus pasos. Lo que no entiende es que es imposible, que ese camino recto en el que ha sido colocada comienza a abrirse, y al no haber tenido poder de decisión a lo largo de él, ahora no sabe cómo utilizarlo: se siente perdida.
La muerte de Mario puede suponer una liberación para Carmen si acepta que la sociedad ha cambiado, aunque suponga también la muerte de la falsa comodidad y felicidad que le proporcionaban esos preceptos de los que ha sido mártir.