El periodismo del santo bebedor. «Años de hotel. Postales de la Europa de entreguerras», de Joseph Roth

por Jul 21, 2020

El periodismo del santo bebedor. «Años de hotel. Postales de la Europa de entreguerras», de Joseph Roth

por

Joseph Roth

Traducción de Miguel Sáenz

Barcelona, Editorial Acantilado

320 páginas, 20 euros

“Me gusta ir y venir. Es bonito pensar que en el hotel me esperan” afirmaba Joseph Roth (Brody, 1894 – París, 1939) en su “Despedida del hotel”, uno de sus numerosos artículos recopilados por Michael Hofmann en The Hotel Years para la editorial londinense Granta Publications en 2016. Hofmann, conocido por sus traducciones de escritores en lengua alemana, reunió 64 textos que hoy ven la luz en español, bajo el título Años de hotel. Postales de la Europa de entreguerras, de la mano del traductor Miguel Sáenz y la Editorial Acantilado.

Años de hotel se despliega como un abanico de reportajes y folletines escritos por Roth para la prensa más significativa en lengua alemana de la época. Sus textos aquí compilados se erigen no solo como un mosaico de la Europa de entreguerras, sino también como un testimonio laboral y vital de Roth. La selección se organiza en ocho partes, según criterios geográficos o temáticos, precedidas por un “Envoi” y rematadas por una “Coda”. Las dos primeras partes –“Primera parte: Alemania” y “Segunda parte: bocetos”– transcurren en Alemania; la tercera en “Austria y otros lugares”; la cuarta en la “URSS”; la quinta en “Albania”; la sexta y séptima –“Sexta parte: hoteles” y “Séptima parte: los placeres y las penas”– abordan aspectos más prosaicos, como los hoteles, los conciertos, los cafés o los viajes; y la octava parte, “Final”, recoge su actividad en el exilio.

Los artículos de Años de hotel no son solo el reflejo de la Historia, sino también de la historia personal de Roth. Nacido a finales del siglo xix en uno de los extremos orientales del Imperio austrohúngaro, llegó a Viena en 1914 para iniciar sus estudios de Filología Alemana, que abandonó dos años después para alistarse voluntariamente en las tropas del Káiser. El fin de la Primera Guerra Mundial supuso el inicio de la relación de Roth con el periodismo. En 1919 comenzó a trabajar para el periódico izquierdista Der Neue Tag, en el que publicó “De perros y hombres” (“Primera parte: Alemania”), una crítica a las consecuencias humanas de la Gran Guerra. A partir de la figura de un lisiado de guerra, que tiene que recorrer las calles de Viena ayudado por un perro, Roth concluye: “Hemos salido airosos de esta guerra, que fue el adiós a la caballería, y gracias a ello los perros montan a lomos de los hombres”. Otra de las consecuencias del conflicto bélico fue la desaparición del Imperio austrohúngaro y la aparición de nuevos Estados. Para esta misma publicación, escribe “Brück y Királyhida” (“Tercera parte: “Austria y otros lugares”) en el que se puede leer: “Brück-Királyhida se escribían en otro tiempo así, con guión. Luego vino el derrumbe, el guion desapareció, y con él, la Monarquía Dual”. Asimismo, critica la instauración de la “dictadura de Béla Kun” y, con sorna, afirma que “desde que no se llama Brück-Királyhida se ha vuelto un lugar un poco extremo. Y todo por un guión. Lo lamento por el guión…”.

Roth empezó a trabajar para otras publicaciones periódicas tras su traslado a Berlín en 1920. Algunas de ellas fueron el Neue Berliner Zeitung, el Berliner Börsen-Courier, Vorwärts –órgano del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), en el que firmaba como “Der rote Joseph” (El Rojo José)– o el Prager Tagblatt. Pero sin duda, una de las colaboraciones más fructíferas fue con el Frankfurter Zeitung, cuya relación laboral se inició en enero de 1923. A partir de entonces, Roth y su esposa, Friederike (Friedl) Reichler, vivieron solo en hoteles. La debilidad que sentía Roth por estos lugares, pues él se autodefine como “un ciudadano del hotel, un patriota del hotel”, se observa con claridad en la “Sexta parte: Hoteles”, en cuyos artículos recoge el microcosmos de estos espacios.

Su trabajo como reportero para el Frankfurter Zeitung le llevó a emprender numerosos viajes, casi todos de ellos en tren –como refleja en algunos de los artículos de la “Séptima parte: los placeres y las penas”–, por una Europa que advertía el fin de un régimen a la par que los nacionalismos comenzaban a engullirla. Para dicho periódico escribió varios reportajes: los “Viajes” por Galitzia (1924), Alemania (1925), Rusia (1927) y Albania (1927), así como las “Cartas desde Polonia” y “La cuarta Italia” en 1928. La “Tercera parte: Austria y otros lugares” refleja sus viajes por Italia y Polonia. Del país en forma de bota advierte de las transformaciones que se están produciendo debido al “cambio de régimen” encabezado por Benito Mussolini. En cuanto a Polonia, Roth se centra en la región de Galitzia, que “tiene su belleza, sus canciones, sus gentes y su encanto; el triste encanto de los lugares dejados al margen”, describiendo sus paisajes y habitantes.

Otro de los países eslavos que visitó fue la URSS (“Cuarta parte”). En sus textos muestra las consecuencias de la Revolución rusa, cuyo valor cuestiona, pues “a lo que se produjo en Rusia después de la Revolución lo tacharon de «antirruso», «judío» o «cosmopolita»”. Asimismo, describe sus experiencias en su viaje por el gigante soviético, que emprende por el Volga hasta Astracán y Bakú. En ellos analiza irónicamente la huella de la Revolución en Kazán –“Como en la mayoría de pueblos musulmanes de Rusia, también entre los tártaros la religión es más una costumbre que una fe. De modo que la Revolución, más que suprimir algo necesario para estos pueblos, ha destruido una costumbre”–. Además, satiriza las consecuencias de la industrialización en Bakú –“Hace dos años la tierra era todavía hostil, pantanosa, estéril, exhalaba muerte. Que haya cobrado vida confirma a los trabajadores el maravilloso poder del socialismo”–.

La quinta parte de Años de hotel está dedicada a Albania. En su viaje por el país, Roth se entrevista con el presidente de la República de Albania (1925-1928), Ahmed Zogu, de quien esboza una lúcida semblanza sobre su carácter y su actuación política; aborda con cinismo la labor del Ejército albanés, extensible a todos los ejércitos, y del mundo diplomático extranjero en el país; y refleja la caótica situación de Tirana –“una capital moderna [en la que] se han echado abajo bazares, se han abierto calles y se han dividido y revendido casas”– y del país –“Algunas casas, sin ventanas, como fortaleza, como cubos de piedra sordos y ciegos, toscos, enigmáticos y trágicos, delatores de los destinos y las maldiciones que encierran”–.

Además de sus reportajes por estos países, Roth dedicó una gran parte de sus textos a la Alemania de posguerra (primera y segunda parte), que permiten entender al lector la complicada situación de la República de Weimar. Así, nos describe los barcos de inmigrantes que marchan de Europa, la ocupación de Renania por parte de soldados franceses africanos tras el retraso del país germano en los pagos de las indemnizaciones a Francia, la industrialización de la cuenca del Ruhr o el auge del nazismo. En cuanto a este último, destacan los artículos “El miembro de la hermandad” y el “El invierno alemán” en el que se puede entrever la tensa situación que reinaba en el país: “¡Muera, muera, muera la república de los judíos! / ¡Que caiga la república de los judíos! / ¡Que caiga la república de los judíos!”.

Estos cantos premonitorios tuvieron su realización con la llegada de Hitler al poder en 1933. Con la muerte de la República, Roth se vio obligado a abandonar Alemania. En el exilio, escribió para diversas publicaciones periódicas, como Pariser Tageblatt y Das Neue Tage-Buch, cuyos textos se recogen en la octava parte de esta antología. En ellos criticó duramente a la Alemania nazi, como muestra el artículo “El tercer Reich, filial de infierno en la tierra”, en el que acusa a Joseph Goebbles de la manipulación de los medios –“Porque es sabido que la prensa alemana ya no se dedica a publicar lo que ocurre, sino a ocultarlo; ni se limita a difundir mentiras, sino que también las inventa; ni a engañar al mundo […] sino también a imponerle noticias falsas con una ingenuidad apabullante”– y defendió la legitimidad de la cultura exiliada y la existencia de otra Alemania y otra Austria en la historia de estos pueblos, como ejemplifican sus artículos dedicados a las figuras de Heinrich Heine y Franz Grillparzer, ambos representantes de la Alemania y la Austria democráticas.

Años de hotel. Postales de la Europa de entreguerras es una parte del testimonio periodístico y vital de Joseph Roth que refleja las consecuencias del nuevo orden y la desaparición de ese mundo de ayer tras la Primera Guerra Mundial. Por las líneas de sus textos desfilan numerosos paisajes, personajes y situaciones, descritos con un estilo bello, mordaz, crítico y, muchas veces, clarividente. Los 64 artículos conforman, en definitiva, un fresco de esa Europa de los años veinte que, creyendo que la pesadilla de la Gran Guerra había quedado atrás, acabaría devastada por otra guerra mundial, que Joseph Roth no llegó a presenciar.

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