Ella no quiere ser comida. “La ternera”, de Aurora Freijo Corbeira
Ella no quiere ser comida. “La ternera”, de Aurora Freijo Corbeira
Aurora Freijo Corbeira, La ternera
Barcelona, Anagrama
122 páginas, 16,05 euros

Una niña de apenas cinco años se convierte en ternera, en esa carne tierna y tan virgen en la vida, apenas sin experiencia alguna… Así se siente: un trozo de carne que, una vez comido, deja de tener función alguna. Ella no quiere comer carne porque la carne le recuerda a ella. No quiere comerse a sí misma, no quiere ignorarse a sí misma. Quiere que pare.
Sus ojos de niña nos guían y nos adentran en un baño con baldosas negruzcas, un lavabo blanco, una bayeta gris y una lavadora, el mismo baño donde el vecino que cuidaba de ella la encerraba para enseñarle cosas que no se enseñan a esa edad. Y mucho menos de esa forma. Un baño que atormentará sus recuerdos para siempre, un baño donde quedó partida en infinitos trozos imposibles de pegar: “Desordenadas las piezas ya no pueden volver a encajar. Las suyas tampoco podrán volver a hacerlo. Despiezada, como pasada por el matadero, sus partes ya no serán lo que eran”. Y cuando sale de ese baño lleno de una humildad que la perturba, se siente como una muñeca. No tiene valor, no hasta que él vuelve a tomarla de la mano y conducirla hasta el baño. Ahí sí sabe cuál es su función, pero después… ¿qué hacer después? ¿qué es si no la ternera de su vecino? Y a veces piensa en que alguien pueda verla a ella o a sus ojos. Que pueda ver cómo ese brillo que antes decoraba sus pupilas se ha extinguido y que pueda ver el vacío que ahora se apodera de ellos. Alguien que vea entre tantos que miran sin ver, alguien que vea ante tanta ignorancia, alguien que vea las piezas de puzle que no encajan, lo único que ha quedado de ella…
Continuamente la ternera nos coge de la mano, quizás con una ternura con la que a ella no se le concedió, para enseñarnos el origen de todo, de una vida partida, de un alma eternamente rondada por el trauma. Nos conduce a una desgarradora intromisión en un abuso que todos ignoran. La ternera es una voz que se alza por todas aquellas niñas y mujeres que han sufrido y sufren solas, enredadas en pensamientos llenos de dolor, de falta de amor y, sobre todo, de falta de entendimiento. La ternera no entiende lo que está ocurriendo, pero siente que no está bien. Igualmente, no se opone porque tampoco tiene la fuerza para hacerlo. Y mientras los días transcurren, ella se sume más y más en un profundo dolor del que no logra escapar nunca: “A ante bajo cabe con contra de desde en entre hacia para por según sin so sobre tras. Él está en todas partes. Da igual dónde se coloque. Hay un tiempo de tregua pero siempre vuelve, incluso cuando no está, está en su ausencia, del mismo modo que sucederá también cuando se vaya para siempre”.
El abuso rompe, destruye e impregna de tal forma la vida del ser humano que lo sufre que es imposible deshacerse completamente de él. Nadie tiene el derecho de romper la vida de otro, ni de profanar su cuerpo, ni mucho menos de aplastar su alma. “Ahora vas a tener un secreto ahí inscrito en las ingles, tatuado en el aire de cada soplo de tu respiración. Prueba a contar el secreto, a despegar los labios, para decirle: no hay ni voz ni palabra para ello. Como le pasaba a la rana despellejada. Te he cosido los labios por dentro, a ti, la elegida en el secreto”.