Hilos que se cruzan: tiempo y tradición en «Tu nombre», de Makoto Shikai

por Jul 22, 2019

Hilos que se cruzan: tiempo y tradición en «Tu nombre», de Makoto Shikai

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Hoy por hoy, la animación producida en Japón o anime no necesita una defensa. Hace años que ha demostrado ser un género capaz de producir películas y series de calidad, que pueden —y deben— ser leídas como textos artísticos. Bastaría con revisar la filmografía del Estudio Ghibli para justificar esta afirmación. La tumba de las luciérnagas (1988) y El viaje de Chihiro (2002), por dar algunos ejemplos, son obras maestras del cine, cuya potencia simbólica no se agota con el tiempo. También cabría considerar películas de otros estudios, como Akira (1992) —de Tokyo Movie ShinSha—, una distopía que, más de veinte años después, sigue desafiando al espectador. Si vamos a la pantalla chica, encontramos ejemplos igual de significativos: Cowboy Bebob (1998-1999) es un punto de referencia para la ciencia ficción y Neon Genesis Evangelion (1995-1996) explora la psicología humana con una profundidad que pocas veces vemos en productos culturales análogos. Aun así, esto no explica el éxito del filme de Makoto Shikai (Koumi, 1973), 君の名は (Kimi no na wa; Tu nombre, en España). Estrenada en 2016, se ha convertido en un fenómeno mundial. Esto puede verse reflejado en el anuncio realizado por J. J. Abrams, importante director estadounidense, según el cual se estaría trabajando en un remake americano.

Algunos elementos salen a relucir al preguntar por el éxito de Tu nombre. Primero, la construcción de una trama interesante, narrada con una efectividad indiscutible. En otras palabras, la historia engancha y los personajes, redondos y complejos, generan empatía. Segundo, no podemos dejar de mencionar la animación, no solo por la belleza de las imágenes, también por la forma en que cada cuadro contribuye a la estructura narrativa, tanto en el desarrollo de la historia como en su potencia simbólica. Como dicta el tópico sobre los directores, Shikai no deja nada al azar, cada detalle tiene un significado. Esta es una de sus marcas, como se puede comprobar en otros trabajos —Cinco centímetros por segundo (2007), por ejemplo—. Tercero, y aunque esto no explique en sí mismo el éxito de la película, debemos considerar los elementos fantásticos, tan prominentes en la historia.

Me parece necesario ir más lejos. El largometraje es un texto artístico y no sencillamente un producto de la cultura de masas. Más allá de su popularidad, la fuerza del filme reside en su capacidad para construir símbolos e interpelar al espectador a través de estos.

Tu nombre se centra en la historia de Taki Tachibana y Mitsuha Miyamizu, dos adolescentes con vidas distintas, casi opuestas. Mitsuha está cansada de vivir en un pequeño pueblo rural, Itomori. Va al colegio y participa en las tradiciones que le enseña su abuela. Taki, en cambio, lleva una ajetreada rutina en Tokio. Además de estudiar, trabaja como camarero. La vida de los adolescentes se conecta de forma inexplicable: empiezan a intercambiar cuerpos. Coherentemente, también comienzan a compartir sus amigos, familias y cotidianidades. Al principio, se fastidian entre ellos, pero terminan por crear un lazo.

La importancia de los elementos fantásticos es evidente. El motor de la trama es el intercambio de cuerpos que experimentan los protagonistas. Como es natural en este tipo de historias, la irrupción de lo imposible desafía la realidad. Es un mecanismo para interpelar el mundo que conocemos. Al hacer que Taki y Mitsuha cambien de cuerpos, se pone en escena un cruce de realidades literal y figurado: el campo y la tradición colisionan con la agitada vida de la capital nipona. Esto saca a relucir las contradicciones de los dos mundos y los anhelos de quienes viven en ellos.

Lo que subyace es el problema del tiempo, su inevitabilidad. Sobre este tema se construye uno de los misterios centrales de Tu nombre. Cuando Taki va a buscar a su peculiar amiga, descubre que Itomori ha sido destruido. La mayor parte de sus habitantes, entre ellos Mitsuha, ha muerto. El incidente ocurrió años antes: un meteorito, que debió haber pasado cerca de la tierra sin tocarla, se partió y un pedazo cayó en la pequeña ciudad. Es entonces cuando entendemos que el cambio de cuerpos es, además, un viaje temporal. El cruce de realidades apunta, por tanto, al problema del paso del tiempo. La confrontación campo-ciudad señala a la relación pasado-futuro. No extraña, por esto, que la tradición sea un elemento tan importante en la historia. Tu nombre es una película sobre el diálogo que debe existir entre lo que somos y lo que fuimos, como individuos y como sociedades.

Sin embargo, la cuestión central que aborda el filme es la identidad. La importancia del nombre, como seña personal, queda enunciada en el título y articula con el tema del tiempo. En una de las escenas iniciales, la profesora de Mitsuha explica a su clase que la palabra tasokare (誰そ彼), que se traduce como “¿quién es él?”, es la raíz de la palabra tasogare-doki (黄昏時), que significa “atardecer”. Esta breve explicación apunta al campo semántico de la película. Siguiendo con la explicación de la profesora, el atardecer es un punto indefinido entre el día y la noche, donde es posible encontrarse con algo o alguien no-humano. La idea será retomada en una de las escenas finales, Taki y Mitsuha son capaces de verse cara a cara por primera vez durante el final del día. Este encuentro imposible, que niega la linealidad del tiempo, ocurre en el clímax de la historia. No solo es el punto álgido de la acción, también se conjugan los distintos símbolos que se han proyectado a lo largo del filme.

Desde el inicio, queda claro que los dos personajes buscan algo, aunque son incapaces de precisar qué. En un primer nivel, este algo se traduce en el encuentro romántico con el otro. En un segundo nivel, el discurso apunta al cruce de realidades y, finalmente, tiempos. Para entender esto, debemos volver sobre el tema de la tradición. Mitsuha participa, con su hermana, en una preparación ritual de sake. En otra escena, depositan la bebida, aún sin fermentar, en una cueva. Antes, deben cruzar un río y, frente a este, la abuela de las chicas explica: estamos entrando al inframundo —un paso simbólico—. Hacia la mitad de la película, Taki vuelve a este lugar, cuando está apunto de olvidar a Mitsuha, y bebe el sake para reencontrarla. En la bebida, afirma el personaje, hay parte de ella.

Uno de los puntos más significativos de la trama es cómo los protagonistas olvidan sus nombres a medida que el hechizo que los une se desvanece. La forma en que la historia alinea memoria y vida es otro de los ángulos desde los cuales aborda el problema de la identidad. La muerte de Mitsuha y la desaparición de su pueblo, enlazados simbólicamente con la tradición, son definitivas solo si son olvidados. En la historia, ambos puntos —pasado y futuro— entablan un diálogo. La resolución de la trama no está en la salvación del pasado, sino en recordarlo, incorporarlo al presente y otorgarle nueva vida. El ritual del sake apunta a esta concepción del tiempo: la bebida que las chicas depositan en el “inframundo” no es la misma que Taki encuentra, tres años después. Pero esto no cambia que, a pesar de la transformación, algo permanezca.

Finalmente, y gracias al encuentro imposible que ocurre en el atardecer, los personajes logran alterar la historia y, aunque Itomori es destruido, la población sobrevive. Estas personas tienen la posibilidad de avanzar hacia el futuro. A lo largo de Tu nombre, el tiempo es referido como un tejido: hilos que se cruzan para dar un sentido conjunto. La imagen es una síntesis de la trama: la noción de realidades que se trasponen y que adquieren un significado completo al mirar la totalidad; una totalidad que nunca es definitiva, que se transforma constantemente. Esto se traduce en una historia de amor que es incapaz de desarrollarse de forma tradicional, debido a la temporalidad no-lineal en la que existen los personajes. En la última escena, cuando los chicos se reencuentran y se reconocen, a pesar de la pérdida de la memoria, se enuncia la frase que da título al filme. No es una afirmación. Es una pregunta o una sugerencia, un lugar indefinido en el que ellos pueden encontrarse.

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