Jaque a la UE
Jaque a la UE
Como si se tratara de una partida de ajedrez de las que hicieron contener la respiración a medio mundo durante la guerra fría, la naturaleza ha dicho jaque con la Covid-19 a todos los sistemas y, en especial, a la Unión Europea.
Aunque todavía hay algunos asegurando sin detenerse o echar la vista atrás que todo volverá a ser como antes, otros nos paramos y miramos el camino que hemos recorrido hasta llegar aquí y qué fácil nos resulta ver las huellas que dejamos en la arena e incluso nos alarmamos de cómo no lo vimos venir al contemplar el paisaje. ¿No lo vimos venir o no quisimos verlo?
La Unión Europea nace el 7 de Febrero de 1992 bajo el tratado de Maastricht solo tres años después de la caída del muro de Berlín y tras una época de bonanza económica en el territorio (1985-1990). Los dirigentes europeos observaron con acierto que había que crear y consolidar una hegemonía para una Europa en tiempos de paz y en un mundo donde el capitalismo había ganado en occidente. Además, la globalización cabalgaba sin control, los avances tecnológicos iban a despegar en Wall Street (para después despeñarse) y McLuhan había hecho apostolado tiempo atrás sobre las bonanzas de un mundo cambiante e interconectado bajo el término aldea global.
Pero su despegue como agente jurídico llega definitivamente el 13 de Diciembre de 2007 con la firma del Tratado de Lisboa, antes del desplome de la bolsa de 2008, antes de los insultos de los financieros anglosajones a algunos estados miembros (los PIGS: Portugal, Italia, Grecia y España), pero después del no de Francia y de los Países Bajos a la Constitución Europea durante el año 2005. Era el proyecto fallido de una UE que pretendía ser reconocida como un estado pleno, es decir, otorgarle el control de la política exterior, la seguridad, la economía, la soberanía… demasiados riesgos para los que observaban desde la tribuna que Europa se unía por la paz que proporcionaba una economía inflada y burbujeante.
La primera década del 2000 nos mostró la cruz de ser uno. Las medidas económicas al dictado de unos políticos en Bruselas desató tanto malestar que los euroescépticos se apropiaron del espacio público y con ellos llegó también la ultraderecha: Amanecer Dorado (Grecia), FPÖ (Austria), Verdaderos Finlandeses (Finlandia), Agrupación Nacional (Francia), Forza Nuova (Italia), Vox (España)… En efecto, acabado el periodo de expansión económica, comenzó la fractura que creímos acabada con el Brexit. Parece que los europeos solo sabemos serlo cuando todo va bien y que todo nuestro sistema de valores cae a plomo al ritmo de los índices económicos.
Pero no hemos hecho más que iniciar la segunda década del siglo XXI y la UE ha vuelto a titubear antes de tomar ninguna medida, las fronteras se han levantado y el espacio Schengen ha caído como un castillo de naipes por el Covid-19. Sin embargo, la problemática no es ninguna línea imaginaria, sino que parece que los países miembros están abocados a salir de la crisis sanitaria en soledad. El filósofo Hobbes determinó que en un tenebroso horizonte de inseguridades, la competencia entre individuos, en este caso naciones, se desata. Cuando Italia ya tenía 3 916 contagiados y 197 muertos, el Consejo Europeo determinó reunirse el 10 de Marzo para proceder a dar una respuesta común. El 12 de Marzo y con evidentes muestras de desabastecimiento de equipo sanitario, la Comisión Europea anunció que convocaría el Consejo Europeo de Transportes para evitarlo. Todas las soluciones propuestas por la UE hasta la fecha han estado relacionadas con aportaciones de índole económica: una jugada torpe, lenta, tardía y, por lo tanto, ineficaz, solo a la altura del peor juego de Spassky.
Frente a estos datos destaca la respuesta China. El día 13 de Marzo llegaba a Italia el grupo de médicos que lideró el control de la pandemia en Wuhan y cuatro días después llegaron a España 500 000 mascarillas del país asiático.
¿Qué unión declina su liderazgo en tiempos de incertidumbre? ¿Quién tira la partida antes de empezar? Este pensamiento, quizás algo pesimista, se fundamenta en que el ser humano casi nunca decepciona y las naciones menos. Como dijo mi santo Hobbes, el hombre siempre será un lobo para el hombre y la UE está a una piedra en el camino de ser devorada. ¿Jaque? Sí, ha perdido la credibilidad para determinarse como líder en esta crisis ¿Mate? Aún no, pero si no modifica su postura pronto, los nacionalismos exacerbados solo tendrán que esperar a que la piel del lobo europeo caiga en sus manos.
¿Te ha gustado el artículo? Puedes ayudarnos a hacer crecer la revista compartiéndolo en redes sociales.
También puedes suscribirte para que te avisemos de los nuevos artículos publicados.