La frase y la vida. “Patos, Newburyport”, de Lucy Ellmann

por Oct 3, 2022

La frase y la vida. “Patos, Newburyport”, de Lucy Ellmann

por

Lucy Ellmann, Patos, Newburyport

Traducción de Enrique Maldonado Roldán

Madrid, Automática Editorial

1272 páginas, 36,00 euros

El hecho de que la novela Patos, Newburyport no se agota, sino que se ensancha y desparrama en una frase interminable (pero que termina), el hecho de que la cubierta escogida para la estupenda traducción de Automática Editorial sugiere que tiene forma de puzle, como de piezas que se encajan en una superficie plana por yuxtaposición, más que en una línea narrativa con planteamiento, nudo y desenlace, el hecho de que es bastante cierto, aunque yo sí la leí como una línea, solo que larguísima, una línea que gira, gira otra vez y vuelve a girar, a veces de manera casi imperceptible y a veces dando vueltas sobre sí misma, para acabar dibujando un complejo y concreto garabato, el hecho de que eso tampoco es lo que se suele llamar «narrativa tradicional», el hecho de que sí tiene algunos pequeños planteamientos, nudos y desenlaces por ahí entremetidos, entrometidos, no hay que asustarse, el hecho de que todo está filtrado por un sujeto, al que lx lectorx se acerca y con el que lx lectorx se identifica desde el más puro impresionismo, un catálogo de cosas que no es un catálogo cualquiera, es su catálogo, y así también el nuestro, el hecho de que todo termina por conformar la cosmología y la cosmovisión más incompletas, y por tanto más honestas, de esa mujer, madre, estadounidense, de mediana edad y del siglo xxi, el hecho de que la protagonista es al mismo tiempo narradora, tema y foco, el hecho de que nadie controla del todo su pensamiento, el hecho de repetir «el hecho de», enlace entre dos elementos variopintos, o no tanto, en busca de relaciones causales, lógicas, metonímicas, o simplemente sonoras, por cadencia, por similicadencia o por contraste, o incluso por azar, modelo para armar, bramar, tramar, trenza, ética de los cuidados, el hecho de que en algunos momentos la enumeración es reflejo de la rutina ajada pero no por ello menos estresante y sin fin, el hecho de que en otros casos la enumeración capta las vacilaciones y los torrentes de pensamiento, streams of consciousness, los sintagmas saltan de un tema a otro sin que haya ninguna razón justificada, Joyce obvio, más de lo que parece de Proust, un poco de sensación de la enormidad contemporánea à la David Foster Wallace, mucho de la autoficción escrita por mujeres, porque hay mucho de confesión y de reivindicación, solo que dado la vuelta, o tal vez estrujado y vuelto a alisar, todavía se distingue lo que fue un pliegue del gurruño, un espejo muy pequeño hecho añicos muy pequeños, el hecho de que lo subjetivo se da la mano con lo sistémico, lo nimio se da la mano con lo significativo, lo vanguardista se da la mano con un realismo extremo y lo aparentemente aséptico se da la mano con la crítica visceral, esa que se siente en las vísceras, vamos, el hecho de que sin embargo y con todo la novela nunca pierde interés, incluso con una simple lista de marcas, Lay’s, Doritos o lo que toque, el consumismo plasmado en la literatura de la forma más simple y a la vez más explícita, el hecho de que las relaciones intertextuales se mezclan con la misma sencillez y el mismo grado de importancia que los «hechos», el hecho de que a veces la frase se corta, la frase que en realidad es una constante interrupción, un collage de segmentos o un cuadro puntillista que parecía figurativo y termina casi en abstracción expresionista, quizá porque es tan grande, tan amplia, tan masiva, tan a rebosar de comas que resulta imposible tomar suficiente distancia para leerla de un solo vistazo, si es que esta forma de hablar tiene sentido, el hecho de que la lista de argumentos sería interminable, y aun quedándonos cortos nada opaca el hecho, la novela Patos, Newburyport, una gran novela.