La risa o la justicia. “Hijos de la fábula”, de Fernando Aramburu

por Jun 14, 2023

La risa o la justicia. “Hijos de la fábula”, de Fernando Aramburu

por

Fernando Aramburu, Hijos de la fábula

Barcelona, Tusquets

320 páginas, 20,90 euros

Tras el rotundo éxito de crítica y público que cosechó Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) con su obra Patria (2016) llegan los Hijos de la fábula (2023) donde vuelve, una vez más –tras Los peces de la amargura (2006) y Años lentos (2012)– a la cartografía del terrorismo vasco. En verdad Hijos de la fábula es el envés de Patria; si aquella estaba inserta en el realismo trágico y en el simbolismo vasco, su nueva entrega podría ser considerada una tragedia cómica que roza, por momentos, el humor del cine mudo, el esperpento y, sobre todo, la parodia. Y, a pesar del estilo, Hijos de la fábula se inserta en el mundo ético que Aramburu viene sembrando desde hace más de dos décadas: ante la barbarie no cabe el silencio.

El argumento de la pieza es encarnado por dos personajes simples que le sirven al autor para denunciar la supremacía nacionalista. Lo hace con ritmo rápido y ágil, en diálogos cortos sin prodigarse en simbolismo alguno. Y lo hace porque con la forma elegida intenta captar la esencia del lavado de cerebro teniendo que medir con exactitud las palabras de sus personajes que son incapaces de decir una oración con más de un verbo. ¿Por qué se habrá impuesto tamaño reto el autor? Pareciera que nos quiere hacer ver cómo operan en las mentes las ideologías radicales: sin argumentario.

Hijos de la fábula es la historia de dos jóvenes, Asier y Joseba, que ingresan en la banda terrorista ETA cuando esta abandona las armas definitivamente y se disuelve en octubre de 2011. La pareja de jóvenes aprendices queda así abandonada por la organización en el sur de Francia donde, a pesar de todo, siguen formándose en acciones cada vez más irrisorias como robar una gallina, hacer pruebas de tiro con escoba o lanzar piedras simulando ser granadas –entre otras patéticas actividades– en una granja de pollos. Finalmente, deciden crear su propia organización en la que uno de ellos adopta el papel el líder y el otro de subalterno, construcción esta que nos lleva a pensar que quedan a la deriva, al estilo Vladimir y Estragón sin rumbo, persiguiendo la tierra prometida. No la encontrarán, pues la historia, que avanza a un mundo cada vez más absurdo llega a su clímax cuando Joseba y Asier se encuentran con una joven –las mujeres siempre al rescate en las novelas de Aramburu– que les propone un plan que tornará el argumento principal hacia un final impregnado de carga dramática: la familia como centro de vida.

He aquí esta denuncia ética bajo la construcción de una parodia que viene a seguir la estela de la célebre frase del filósofo vasco Fernando Savater y que, el propio Aramburu, confiesa que la tiene grabada a fuego: “Queríamos sobrevivir a los terroristas y después reírnos de ellos”. Con Hijos de la fábula lo consigue.