“Las criadas”: el absurdo se viste de doncella
“Las criadas”: el absurdo se viste de doncella
Las criadas
Dirección de Juan Romero
Reparto: Eva Pego, Isolina Cerdá y Francisco Montejano
Viernes de febrero y marzo en El Corral de Lope

El centro de Madrid puede presumir de albergar, tanto en sus vías principales como en los callejones que se ocultan en su corazón, una cantidad más que notable de espacios para la representación teatral. La cartelera madrileña, en sus teatros más icónicos, presenta opciones para todos los paladares; con clásicos, textos contemporáneo o grandes espectáculos. También pueden encontrarse pequeñas salas, alternativas, en las que disfrutar de representaciones que, aunque menos ostentosas en cuanto a organización y nombres, serán de disfrute para el público. En la calle Lope de Vega, situada dentro de la galería de arte Modus Operandi, se ubica una minúscula sala donde solo un número reducido de espectadores tienen cabida: El Corral de Lope. En su cartel, como su propio nombre refleja, también incluye algunos de los grandes clásicos, tanto nacionales como universales. Entre las obras seleccionadas, se encuentra Las criadas (1947), del dramaturgo francés Jean Genet, resucitada en la escena madrileña por la compañía Kallisté Teatro.
Las criadas, una de las obras cumbre del teatro del absurdo, presenta en escena a dos hermanas: Clara y Solange Lemercier. Ambas han trabajado toda su vida como criadas para una casa burguesa, donde atienden las necesidades y los caprichos de la Señora. Para sobrellevar su angustiosa rutina y su vida carente de esperanzas, desarrollan un juego. Un intercambio de roles en el que una de las hermanas asume el papel de la Señora, mientras la otra profesa sobre ella todos los sentimientos y palabras que su condición le obliga a adoptar; el fin del juego llega con la representación de su muerte. No obstante, esto sigue siendo una mera simulación, lo que hace crecer en ellas la frustración por sus vidas. Este sentimiento de odio lleva a las hermanas Lemercier a planear el asesinato de la Señora, por lo que provocan el encarcelamiento del Señor —personaje latente de la obra— y envenenan su tila. Sin embargo, la fortuna nunca sonríe a las gentes de su condición, y la situación se tornará en su contra. Finalmente, Clara beberá la tila envenenada y Solange esperará, consciente de su fatal destino, la llegada de la policía.
La representación de Las criadas se presenta fiel a la estética del absurdo. Son muchas las dificultades que surgen a la hora de escenificarla, algo que eleva la calidad de la dirección de Juan Romero. La situación genera una atmósfera de angustia, en la que la distorsión de la realidad llega al punto en que el juego de roles termine convirtiéndose en un juego de identidades, en el que la alteridad propia del absurdo deja paso a la confusión sobre el quién es quién de la obra. Este hecho acrecienta la dualidad: entre el amor y el odio, la admiración y el desprecio, la gratitud y la envidia. El espectador acude a la constante confusión que desprenden los sentimientos de las hermanas Lemercier, tanto por la Señora como entre sí. La angustia por ser conscientes de su condición las hace odiarse y odiar a la Señora; pero también se aman como hermanas que son, a la vez que admiran a la Señora. Para ello, es imprescindible la sobresaliente interpretación de los actores: Isolina Cerdá como Clara, Eva Pego como Solange y Francisco Montejano en el papel de la Señora. Se evita en todo momento la ridiculización del personaje en el cambio de roles: no se ve forzado el cambio, sino que se asume como la propia piel, hecho que refleja la verdadera necesidad de las criadas por huir de su vida, aunque sea durante el juego.La angustia que esta situación les genera se clava en sus rostros cuando comienzan a ser conscientes de que el juego termina, de que no es más que eso, un escape de su realidad. Por otro lado, está la Señora, para cuya interpretación se recurre al travestismo, recurso que fortalece la dicotómica dualidad del personaje. Se puede hablar, por consiguiente, de una notable asimilación de los preceptos del absurdo por parte de los actores.
Serán los viernes de febrero y marzo cuando, El Corral de Lope, presente ante el público su versión de la más icónica pieza de la producción dramática de Genet. Con Las criadas, el espectador asistirá a una escenificación auténtica propia del teatro del absurdo. Por lo tanto, es una buena ocasión para visitar Modus Operandi y presenciar, desde el mismo escenario, este clásico del teatro francés.
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