Naves espaciales, dioses antiguos y monstruos: “Love, Death and Robots”, de Tim Miller
Naves espaciales, dioses antiguos y monstruos: “Love, Death and Robots”, de Tim Miller
Love, Death and Robots
Creador: Tim Miller
Reparto: Madeleine Knight, Mary Elizabeth Winstead, Topher Grace (entre otros)
Duración: 3 temporadas

Un año más, la serie antológica de Netflix, Love, Death and Robots, nos trae una nueva colección de cortos de animación donde priman la ciencia ficción, el deleite visual y la interpretación del espectador. Los tópicos de las historias de terror, naves espaciales y monstruos más antiguos que el tiempo se entrelazan con historias innovadoras. En ocasiones la carga humorística prima sobre la trama, que se vuelve superficial y fácil de comprender; sin embargo, la mayoría de los episodios pretenden que el espectador busque respuestas más allá de las imágenes proyectadas.
Algo que siempre ha caracterizado esta serie son la brevedad y las referencias a la literatura y el cine de culto. Un cementerio lleno de zombies, el terror cósmico, el océano embravecido o un planeta inexpugnable son algunas de las ambientaciones de esta tercera entrega de Love, Death and Robots.
Así ocurre en “Mal Viaje”: una tormenta, un tanápodo hambriento y un tripulante demasiado inteligente son el foco de este aterrador corto. Una historia que oscila alrededor de un trato entre este cangrejo monstruoso y el protagonista, quien se enfrenta a una difícil decisión: transportar a la criatura a una ciudad costera para saciar su apetito o sacrificarse junto a la tripulación para proteger a centenares de personas.
El humor es una parte primordial de esta serie, como se muestra en la continuación de “Tres Robots: Estrategias de Escape”. En este episodio los robots viajan por una Tierra postapocalíptica y recorren los últimos intentos de la humanidad por salvarse. Durante esta visita turística, los robots no pararan de burlarse de la estupidez humana proponiendo soluciones obvias a los problemas que las personas causaron. Todo ello busca reflexionar sobre problemas como la hambruna, el calentamiento global o la deforestación. Bien podrían algunos gobernantes escuchar los consejos de estos tres robots.
A lo largo de las tres entregas es común algún episodio que permita al espectador tomar un respiro de los problemas y reflexiones planteados en la serie. En algunas ocasiones estos episodios no se encuentran a la altura del resto por su trama simple, donde priman el humor fácil y el poco desarrollo de la historia. “La noche de los minimuertos” recrea los clásicos de zombis desde una curiosa perspectiva. En este diminuto universo todo pasa a cámara rápida y convierte un apocalipsis zombi en algo adorable. Las voces de pitillo, los zombis en miniatura y el ridículo fin de la humanidad hacen de este episodio una divertida pausa entre los capítulos cargados de temas filosóficos y estremecedores.
Cómo no, no podría faltar una mención honorífica a la mente brillante que creó el terror cósmico y ha inspirado a los autores de este género. Existen claras referencias a las novelas de H.P Lovecraft en “Sepultados en salas abovedadas”, especialmente a su obra cumbre “La llamada de Cthulhu”. El episodio nos presenta a una unidad especial atrapada en una prisión llena de fuerzas malignas y en cuyas entrañas el horror más puro y ancestral aguarda a ser liberado. La escenografía, los altares rituales y la bestia kilométrica cubierta de tentáculos nos envuelven en el más puro estilo lovecraftiano y nos muestran su versión de Cthulhu, una entidad cósmica que puede llevar a la locura a quien le observe por unos segundos.
El mejor logro de esta temporada y, posiblemente, de toda la serie ha sido “Jibaro”, que ha sorprendido no solo por su realismo, sino por su compleja y subjetiva historia. Un grupo de exploración de los colonizadores atraviesan un bosque hasta llegar a un lago, allí una sirena dorada y cubierta de joyas grita para atraer a todos los hombres, quienes bailan hasta ella hasta morir ahogados; un soldado sordo es el único superviviente y protagonista de la historia. La sirena queda prendada del soldado al darse cuenta de que es la única persona que es atraída por sus gritos mientras el hombre, cegado por el egoísmo, desea el oro y las joyas enraizadas en el cuerpo de la criatura. Cabe destacar la belleza y naturalidad de la animación; los movimientos rápidos de la cámara filman a los personajes y se centran principalmente en los ojos, los cuales transmiten los sentimientos de los protagonistas y nos hacen creer que se trata de actores reales y no CGI.
Love, Death and Robots pone al alcance de nuestros dedos el espacio, la literatura y la filosofía, todo ello fusionado en cortos episodios que concentran la esencia de la ciencia ficción y el terror. A pesar de encontrar capítulos con una trama sencilla y sin profundidad, permitiendo que el espectador desconecte, hay momentos excelentes en esta serie que nos plantearán nuevas teorías y formas de ver nuestro mundo.
Qué gran serie, justo en el excelente intersticio entre el entretenimiento y el desafío, entre el tópico y la innovación, como bien dices, María. Disfruté cada capítulo, y comparto tu fijación por «Sepultados en salas abovedadas» (les gusta mucho la combinación de militares y cuevas, es recurrente; en ese sentido, es muy bueno también «Secret War» ) y por «Jíbaro» (¡el genio incontestable de Alberto Mielgo!), que es una obra maestra. Ahora bien, del conjunto de las tres temporadas, aquel lejano capítulo de la primera temporada titulado «Zima Blue» me parece el mejor, ¡qué capítulo, redondo!