Una risa que sacude. “María, Superstar”
Una risa que sacude. “María, Superstar”
María, Superstar
Dirección: Olivia Lara Lagunas
Dramaturgia: Beatriz Justamante, Olivia Lara Lagunas
Elenco: Beatriz Justamante, Olivia Lara Lagunas
Música: Cristian Olarte y Beatriz Justamante
Técnico: Juan Barahona
Compañía: Teatroz
Sábados de marzo, Teatros Luchana

Un chiste es, primero que nada, un cuestionamiento. Un exceso de comedia ligera puede hacernos olvidar este principio esencial: la risa debe sacudir las estructuras, desmontar los prejuicios fosilizados de la sociedad. Este parece ser el motor detrás de María, Superstar, escrita por Beatriz Justamante y Olivia Lara Lagunas, interpretada por ambas y dirigida por la última. La obra, como se puede intuir por el título, es una reescritura del famoso pasaje bíblico que inaugura el nuevo testamento y, desde cierto punto de vista, redirecciona la historia de occidente. En este sentido, es poco lo que se puede decir sobre la anécdota: se representa la vida de María, desde que se le anuncia que va a ser madre hasta el momento en que pierde a su hijo, según el plan de Dios. La potencia está, sobra decirlo, en la perspectiva. Sobre las tablas, solo vemos a María (Olivia Lara Lagunas) y al Arcángel Gabriel (Beatriz Justamante), y se les da una voz que no poseen en el relato bíblico.
Este texto teatral bebe de varias tradiciones. Quizá su pariente más conocido sea la famosa película de Monty Python, Life of Brian (1979), que se proponía a mostrar cómo la (sobre)interpretación de un hecho deviene en formas de conservadurismo y extremismo tóxicas. Si bien el guion de Justamante y Lara se vincula a este clásico del cine, en la manera como apela al rebajamiento carnavalesco de los personajes centrales para humanizarlos, aun así, toma una dirección diferente. A pesar de los muchos cambios, la historia sigue con relativa fidelidad el paratexto original. Esto otorga fuerza al cambio de perspectiva: una historia es, al mismo tiempo, varias. Una luz diferente acaba por transformar lo narrado y mostrar sus matices profundos. En este caso, como se puede intuir, la nueva mirada es feminista. María, Superstar muestra lo problemática que puede ser la historia de la madre de Jesús. Este cuestionamiento, aunque no es novedoso, no deja de ser necesario: el arquetipo de la madre virgen sigue latente en la sociedad moderna, sobre todo, en la española. Interpelarlo, mostrar sus contradicciones y aspectos negativos, sigue siendo importante.
El párrafo anterior puede dar la impresión equivocada: de solemnidad, de un exceso de seriedad. Parece irónico haber abierto con un cuestionamiento a la comedia ligera, dado que el tono de María, Superstar posee una cierta ligereza o, mejor dicho, algo de cercanía. Es una de las virtudes de la obra, su capacidad de transmitir cuestiones de alta complejidad a través de un formato nada hermético. Tampoco renuncia a la posibilidad de construir símbolos que confrontan e incomodan al espectador y que llevan las posibilidades discursivas de la obra al extremo (pienso, sobre todo, en la escena del parto). Esencial para la efectividad de este manejo de la comedia es la interpretación de Justamante y Lara, y cabe hacer una mención especial al número musical, compuesto por la primera y por Cristian Olarte.
Volvamos sobre un término: incomodidad. Hoy por hoy, es común confundir entretenimiento y arte. En un mundo en el que se concibe al espectador como un cliente, es normal que éste espere ser tratado como tal. Así, el entretenimiento se centra en la complacencia, en la comodidad. El arte, en cambio, debe inquietar. Lo interesante de obras como María, Superstar es que alcanzan un punto medio. Son comedias próximas al público, capaces de captar la atención de cualquier persona, que al mismo tiempo buscan generar reflexiones profundas sobre el mundo en el que vivimos y la forma en que se ha formado el discurso cultural imperante. Los chistes arrancan una carcajada inevitable, la música mueve el pie bajo el asiento. Pero la clave está más allá, en cómo esa carcajada sacude las estructuras patriarcales intrínsecas al texto bíblico original, formas ideológicas que siguen incrustadas en el mundo moderno.
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