A pie de un libro mancillado. “El año del Búfalo”, Javier Pérez Andújar
A pie de un libro mancillado. “El año del Búfalo”, Javier Pérez Andújar
Javier Pérez Andújar, El año del Búfalo
Anagrama, Barcelona
151 páginas, 17,95 euros

La antigua astronomía china estableció su propio modelo cosmogónico a raíz de la asignación de cinco elementos a sus cinco planetas principales: a Venus, el metal; a Júpiter, la madera; a Mercurio, el agua/aire; a Marte, el fuego; y a Saturno, la tierra. Así, la relación de estos planetas está dictada por un ciclo binario (basado en la figura del Yin Yang) de diez años. De esta forma, al dividir el ciclo del zodiaco de los doce animales en este sistema polarizado, solo es factible que cada símbolo pertenezca al Yin, aquellos de año impar, como el Buey (también llamado Búfalo), o al Yang, aquellos de año par, como el Dragón. Esta combinación crea un ciclo de sesenta años, el cual comienza con la Rata y termina con el Cerdo. Según la astrología taoísta china, la posición de estos planetas, junto con la posición del Sol, la Luna y cualquier cometa que surque el cielo, puede ser un determinante clave para el destino de una persona.
Javier Pérez Andújar (1965, Sant Adrià de Besòs) toma la astronomía china como eje principal de su obra, ganadora del Premio Herralde de Novela 2021, para introducir la historia de cuatro artistas encerrados, voluntariamente, en un garaje por el miedo a una realidad que cada vez se torna más en una ficción descorazonadora y vacía de sentido. Los nombres (falsos para enmascarar su verdadera identidad) de estos personajes son: Folke Ingo, escritor finlandés enamorado de España y la anfibología, autor de este mismo libro; Ugo Rende, sombra de un cuerpo absurdo abandonado a la pasividad existencial; Basilitz Zhlobin, pintor adepto de la corriente prehistórica; y Tatos Kelkit, músico de voz exiliada que se comunica mediante las teclas de su piano. Sin embargo, estos solo son los personajes del escaño superior, ya que en este libro el pie de página no está formado por meras referencias bibliográficas, sino que está vivo y ocupado por personas con alguna relación con el autor: su traductora de finés-español, su madre finesa, un profesor del Ministerio de Humanidades, los padres del resto de artistas encerrados en el garaje, el presidente del Club de amigos del periodista Gregorio Morán, la exdirectora del cineclub de Santa Coloma de Gramenet: Padrino Búfalo, e incluso el propio Folke Ingo, cuyas notas son de naturaleza póstuma (aspecto que ha roto mi esquema cronológico del libro, si soy sincero).
Pero, antes de seguir comentado esta doble vertiente de personajes y su función dentro de la obra, resulta necesario que también se comente la estructura del escrito, para que así el lector comprenda la introducción de esta misma reseña. Como ya se ha dicho, el argumento principal de la narración es la reclusión, voluntaria, vuelvo a matizar, de los cuatro artistas en un garaje junto a una extraña criatura, la cual les ofrece la libertad a cambio de su humanidad. Este suceso, a su vez, se alterna con “pequeños” fragmentos de información que Ingo dejó escritos y que la traductora llama “Psicofonías” (debido a que los relaciona con mensajes que recibe del autor actualmente fallecido). Hay un total de sesenta psicofonías cuyo contenido se basa en acontecimientos sociopolíticos y culturales que ocurrieron en años que coincidieron con el año del Búfalo, según el horóscopo chino. El contenido de estas psicofonías es insustancial. El propio Andújar señala que mucha de su bibliografía se basa en búsquedas en la Wikipedia y otras fuentes que simplemente ha expuesto en las páginas, lo que realmente tiene un valor es la coherencia y cohesión que el autor (Javier, no Folke) ha empleado para estructurar toda esta serie de acontecimientos, en los que a través de elementos tan nimios como un bigote es capaz de presentar diferentes tipologías morales. Rescatando la creencia taoísta china de que el tiempo astronómico puede determinar el destino de una persona, la mayoría de las figuras políticas que se nombran en estas piezas de información son gobernadores que alcanzaron el mando por la fuerza para hacer de su país un lugar mejor, pero que finalmente se vieron corrompidos por las ansias de poder.
Una vez explicado esto, ya podemos volver al pie de página, el cual quebranta las reglas formales de la escritura convencional. Dejando de lado el hecho de que las personas que están involucradas en el proyecto utilicen este espacio para apuntar opiniones propias y discrepar continuamente del resto de “editores” (no hablan del libro, sino que interactúan entre ellos), parece increíble la osadía que demuestran con tal de proteger su orgullo y sus creencias, hasta llegar al punto de provocar una transvaloración de papeles. Con esto me refiero a la profanación del cuerpo literario, es decir, la escritura (de los anotadores) fuera de sus límites del pie de página. El autor (Folke, no Javier) se ve despojado de su obra y queda relegado a un segundo plano a lo largo de varias páginas en las que el argumento principal pasa a ser protagonizado por ellos, ya que, durante esta revolución, el autor finés se ve obligado a comunicarse con el lector mediante este espacio a final de página ahora deshabitado.
El libro brilla por su desarrollo de los aspectos formales y por sus personajes, con los que Andújar logra que el lector, por una vez, esté más interesado en leer el pie de página que la propia historia, la cual representa una parte ínfima del conjunto, simplemente una contextualización de un contenido narrativo simple y que, en muchas ocasiones, resulta muy pesado.