La nostalgia del pasado. “Los últimos románticos”, de Txani Rodríguez

por Nov 17, 2020

La nostalgia del pasado. “Los últimos románticos”, de Txani Rodríguez

por

Txani Rodríguez, Los últimos románticos

Barcelona, Seix Barral

191 páginas, 18 euros

 

Los últimos románticos no es, como puede sugerir el nombre de la obra, una novela de amor. De hecho a Irune, su protagonista, nunca le han gustado las historias ni las películas románticas: “no las soportaba, y no porque fueran previsibles y edulcoradas, sino porque me molestaba ver enamorados a los demás”. Tampoco es la narración de un viaje al París de finales del XIX, si bien el título puede inducir a engaño. Los últimos románticos son los restos de una época que vio su fin hace tiempo, y de la que solo quedan buenos recuerdos que rememorar.

Irune tiene cuarenta años. Pese a haber estudiado Bellas Artes, trabaja desde hace tiempo en la fábrica de papel de un pequeño pueblo del País Vasco que se precipita inevitablemente al final de sus días. Vive en un piso frente al cementerio, para permanecer cerca de las tumbas de sus padres. Es una mujer solitaria que continúa anclada a la sombra de un pasado que ya no le pertenece.

El miedo a la muerte se sucede a través de las páginas de la novela. La evocación del fallecimiento de sus padres y el bulto del pecho que la protagonista tiene desde hace algunos días le recuerdan una y otra vez la fugacidad de la vida y la soledad de su existencia. Tras la discusión con su vecina Paulina, Irune no cuenta con ningún tipo de apoyo. Su único consuelo son las conversaciones telefónicas con Miguel María López ―el operario de Renfe que siempre atiende sus llamadas en las que planea e imagina viajes que nunca llegará a realizar. Una metáfora de todos aquellos sueños que el miedo y la desgana no le permiten alcanzar. De forma paralela al debacle de la sociedad discurre la agonía de la industria. Pronto Irune se ve inmersa en una huelga de trabajadores que no termina de comprender y que apoya con desgana, casi sin querer. La huelga conlleva consecuencias; consecuencias que la protagonista se ve obligada a aceptar y que cambian el rumbo de su vida.

Txani Rodríguez (Llodio, 1977) critica la frivolidad de la sociedad actual y su ausencia de valores a través del peculiar sentido del humor de la protagonista de su novela. Una sociedad que, sin ser plenamente consciente de ello, avanza inexorablemente hacia la autodestrucción. Una sociedad en la que sentimientos como el amor, la amistad, la solidaridad o la compasión ya no tienen cabida.

La enemistad es, en realidad, el sentimiento dominante, perfeccionado, la parte fuerte del binomio. La amistad, en cambio, emite una pulsión débil: las personas se tratan bien mientras se interesen unas a otras por motivos más o menos prácticos, pero el vínculo puede romperse por cualquier razón, por ejemplo, porque antes los amigos coincidían al salir del turno de tarde, y luego dejaron de hacerlo.

Los últimos románticos es una novela intimista, una visión pesimista y solitaria del siglo XXI. Con un estilo cuidado y sencillo Rodríguez narra las inquietudes de esa mujer desencantada con el tiempo que le ha tocado vivir. Los últimos románticos es una mirada nostálgica a un pasado que no va a volver. Pero también es una mirada esperanzada a un futuro que puede aportar algo de frescura. Porque siempre existe la posibilidad de un giro inesperado, de emprender un viaje que lo cambie todo, de vencer el miedo y permitir que la vida tome otro rumbo, como quiere hacer creer la autora en las últimas páginas: “Y entonces, con un estruendo de velocidad anunciado desde lejos, como pasan los trenes de mercancías, todo cambió”.

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