Co(g)nociendo palabras

por Dic 31, 2019

Co(g)nociendo palabras

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Han sido numerosos los filósofos que han formulado sus teorías sobre el “conocimiento” a lo largo de la historia. Por ejemplo, para Platón en un principio el conocimiento no es más que un recuerdo y posteriormente considerará que hay dos modos de conocimiento: opinión o doxa y verdad o episteme. Pero, ¿qué hay detrás de la palabra “conocer”?

El verbo “conocer” significa: “averiguar por el ejercicio de las facultades intelectuales la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas; entender, advertir, saber, echar de ver a alguien o algo” (DLE). Proviene del latín conoscere, cuya forma original es cognoscere, resultado de la adición del prefijo co– (del latín cum-) al verbo latino (g)noscere (conocer, saber). A su vez, el verbo latino (g)noscere se asocia con la raíz indoeuropea gno-.

Podemos ver que de esta raíz indoeuropea que significa conocer también han surgido palabras en otras lenguas; por ejemplo, en inglés ha dado lugar a: know y knowledge, que significan “saber” y “conocimiento”, respectivamente.

No obstante, volviendo al español, es considerable el número de palabras que podemos encontrar relacionadas con “conocer” o con su raíz indoeuropea gno-.

Cuando conocemos o cognocemos (forma anticuada de “conocer”) algo, lo sabemos o entendemos, nos convertimos en conocedores de esa cognición, conocencia o conoscencia, lo que conocidamente llamamos conocimiento (saber elemental) o noción, que no es lo mismo que convertirnos en conocidos, que son las personas ilustres o con las que tenemos trato. Nocional, es lo relativo a la noción; la posibilidad de que algo sea conocido es la cognoscibilidad; y lo que podemos conocer es porque es conocible o cognoscible, lo que no, por tanto, es incognoscible. Las personas podemos adquirir conocimientos porque tenemos facultad cognoscitiva, es decir, tenemos la capacidad de conocer; esta va ligada al desarrollo cognitivo, proceso por el que adquirimos conocimiento a lo largo de diferentes etapas. Ahora bien, si un conocimiento no es nuevo, sino que ya lo habíamos conjeturado anteriormente, lo preconocíamos, tenemos una precognición o prenoción.

Por otro lado, si no conocemos algo, lo desconocemos (del prefijo de negación des– unido al verbo “conocer”) o ignoramos (del latín ignorare, formado por el prefijo latino i- (in) que significa “no”  unido al verbo –(g)noscere), somos unos ignorantes o desconocedores, que no es igual que ser desconocidos o ignotos. Los ignorantes o desconocedores de algo, tienen desconocimiento, están sumidos en la ignorancia (falta de conocimiento) o ignoración (forma desusada de “ignorancia”) y suelen actuar ignorantemente (con ignorancia) o desconocidamente (con desconocimiento, aunque actualmente este adverbio no se usa). Los desconocidos o ignotos (“innotos” es la forma en desuso de “ignoto”) son las personas a las que no conocemos, irreconocibles (no reconocibles/recognoscibles) para nosotros, bien porque han cambiado mucho y ya no las reconocemos (identificamos), bien porque no son personas reconocidas (muy conocidas) o bien porque nunca han obtenido reconocimiento (agradecimiento) alguno reconocidamente (de forma notoria). Algunas veces, incluso, no las conocemos porque van de incógnito (del prefijo latino in– unido al participio de pasado del verbo cognoscere, cognitus), es decir, se camuflan para pasar desapercibidas. Esto hay que diferenciarlo del sustantivo femenino incógnita, que no significa exactamente lo mismo que incógnito, sino que hace referencia a la causa o la razón oculta de algo; en los problemas de matemáticas a la incógnita se la suele llamar x y debemos hallar su valor.

El verbo “añorar” procede del catalán enyorar, y este a su vez del latín ignorare, por lo que también contiene la raíz gno-. Significa recordar con pena a algo o alguien, es sinónimo de la expresión “echar de menos”. Este significado actual se deriva de expresiones del latín oral como ignorare de aliquo, que significaba no saber dónde está alguien o no tener noticias de él. La persona que añora es añorante porque tiene añoranza (nostalgia).

También comparte su raíz con “conocer” la palabra “noble”, del adjetivo latino nobilis (del verbo noscere); esta significa “ilustre, célebre”, o puede hacer referencia a la persona que ostenta un título nobiliario. Por tanto, teniendo esto en cuenta, la nobleza es el estamento social de la época medieval, conformado por las personas con un título nobiliario, es decir, con privilegios; pero, además, como sinónimo de honradez, es la cualidad de una persona noble. A las personas que actúan con nobleza, es decir, noblemente, también se las puede llamar coloquialmente noblotas. Lo contrario a la nobleza (como cualidad) es la ignobilidad y las personas con dicha cualidad son innobles o ignobles (forma desusada de “innoble”). Noblecer es hacer noble a alguien, igual que ennoblecer, aunque este último también puede tener como acepciones dignificar o ilustrar, y lo contrario (hacer perder la nobleza) es desnoblecer (aunque este verbo ya no se usa). Cuando un acto ennoblece a alguien, se dice que es un acto ennoblecedor y el ennoblecimiento es la acción y efecto de ennoblecer, en la Edad Media se llamaba así al acto por el que una persona pasaba al estamento de la nobleza. A los nobles se les podía llamar por su agnomento (del latín agnomentum del verbo agnoscere) o agnombre (forma desusada de agnomento), esto es el sobrenombre que reciben algunas personas para ser conocidas y que no las confundan con otras con el mismo nombre, era muy frecuente en los reyes (por ejemplo: Alfonso X, el Sabio). El agnomento y cognomen se parecen, pues el cognomen es el sobrenombre que destaca características de una persona; este se usaba principalmente en la antigua Roma y se podía extender al resto de los miembros de la familia, actualmente sería el apellido. Cognominar, por tanto, es llamar a alguien por su apellido. Una palabra que igualmente procede de agnoscere es agnición; sin embargo, esta no tiene nada que ver con agnomento o cognomento, pues hace referencia a un recurso literario por el que en la trama de una novela los personajes se reconocen, lo que supone el fin del conflicto que se había creado.

Asimismo, encontramos un gran número de palabras que parten del participio perfecto de noscere: notus. Podemos notificar (del latín nota unido al verbo facere), noticiar o anoticiar, es decir, dar a conocer una noticia (formado por el sufijo –itia unido al participio). Estas suelen informar sobre hechos, los cuales son noticiables (se pueden hacer noticia) cuando son notables, notorios o de gran notoriedad, esto es importantes o de relevancia, y si informan de hechos realmente extraordinarios podemos hablar de noticiones. Estas noticias se suelen dar en un noticiario, que es el programa televisivo o la sección del periódico que da las noticias, y la persona que las da es el noticiero, que hay que diferenciar de noticioso, persona erudita con conocimientos en diversas materias. El periodista encargado de la noticia es al mismo tiempo anotador, ya que suele tomar apuntes, notar, anotar, hacer anotaciones o tomar notas de la información necesaria para poder escribir luego dicha noticia. Debemos distinguir anotación y notación, pues la notación es el sistema de signos convencionales que se adopta para expresar conceptos en una materia determinada. Notario también viene del participio notus y antiguamente era el que escribía al dictado, ahora hace referencia al funcionario público que da fe en contratos, testamentos, etc. El lugar donde las personas vamos a que un notario nos notarice, notarie o autorice un documento es la notaría, y el conjunto de notarios, el notariado.

A partir del adjetivo latino gnarus, que comparte también la raíz indoeuropea gno– y significa “conocedor”, obtenemos el verbo “narrar” (“enarrar” es la forma en desuso de este mismo verbo”), que significa contar, aunque siendo fieles a la etimología sería “hacer a uno conocedor de algo”. El narrador es el que cuenta una narración o historia, esta debe ser narrable no inenarrable, es decir, debe poder ser contada. La narrativa es el género literario constituido por la novela, la novela corta y el cuento, la narratología la teoría y metodología crítica de este género y lo narratológico lo relativo a esta teoría.

La palabra latina norma, que en castellano da “norma” (regla), podría venir a su vez del griego gnomona y esta deriva de gignosko que significa conocer o llegar a conocer, por lo cual podríamos incluirla en este grupo de palabras con la raíz gno-, al igual que sus posibles derivaciones como: normar, normativa, normal, anormal, normalizar, normalización, subnormal, etc.

Hasta el momento, todas las palabras mencionadas anteriormente, no solo compartían la raíz indoeuropea, sino que además venían del latín. A continuación, nos adentraremos en aquellas que igualmente comparten la raíz gno-, pero tienen su origen en el griego gnôsis que significa “conocimiento”. Partiendo de este punto, en español encontramos la palabra “gnosis”, que hace referencia al conocimiento absoluto e intuitivo, especialmente de la Divinidad, que pretendían alcanzar los gnósticos (o nósticos), seguidores del gnosticismo, doctrina filosófica y religiosa de los primeros siglos de la Iglesia, que propugnaba tener un conocimiento intuitivo y misterioso de las cosas divinas. Lo opuesto a nóstico es agnóstico (prefijo a-, que significa “sin” unido a la palabra gnosis), que es el que profesa el agnosticismo, doctrina filosófica contraria al gnosticismo, pues defiende que no es posible tener conocimiento de Dios ya que no se puede experimentar. La gnoseología es la teoría del conocimiento y lo gnoseológico lo relativo a dicha teoría.  Por el contrario, agnosia, con el prefijo a– que significa “sin”, es la incapacidad de reconocer, de procesar información, por una alteración de la percepción; y agnósico es el que la padece.  La autognosis es el conocimiento de uno mismo y la prognosis (prefijo pro– que significa “antes” unido a gnosis) es el conocimiento anticipado de algún suceso, por ello, cuando hacemos un pronóstico, es decir, pronosticamos algo, estamos prediciendo lo que pasará en un futuro. La diagnosis es la capacidad de distinguir, discernir o reconocer; los médicos son también diagnosticadores, pues diagnostican, es decir, analizan los síntomas del paciente para elaborar un diagnóstico, o citodiagnóstico, si se han basado en examinar las células, y así pueden llegar a la enfermedad que tiene, aunque a veces si son enfermedades muy raras estas no son diagnosticables (que se puede diagnosticar). Dentro de este campo médico, podemos hablar también de la anosognosia, que es la situación patológica por la que los pacientes desconocen padecer una enfermedad, no tienen conciencia de ello; y la farmacognosia, que consiste en el estudio de los medicamentos. Al mismo tiempo, dentro del campo de la geología podemos distinguir términos como hidrognosia o geognosia. La hidrognosia es el conocimiento de la historia y cualidades del agua de la Tierra. La geognosia, palabra formada por la raíz geo– que significa “tierra” unida a gnosis(conocimiento), consiste en el estudio de la estructura y composición de las rocas de la Tierra, y el especialista en ello es el geognosta.

Por último, concluiré con el refrán: “A la cama no te irás sin saber una cosa más”, en este caso sin co(g)nocer una palabra más. Por consiguiente, conocidas todas estas palabras, ahora estamos un poco más cerca de comprender lo que significan, su origen y de entender las relaciones que entre ellas se dan, lo cual a su vez podría contribuir a la filosofía, sobre todo en el área del conocimiento, y nos ayudaría a profundizar en esta. Además, podemos observar la gran productividad de la raíz gno-, que nos ha dejado un gran número de palabras en la lengua española, muchas que usamos de forma habitual, pero también otras que conforman el vocabulario técnico de algunos ámbitos científicos, aparte de aquellas que no hayamos mencionado.

 

Webgrafía:

Base de datos de Morfología: Morfogen: https://morfogen.iatext.ulpgc.es/Grafo

Diccionario Etimológico de Chile: http://etimologias.dechile.net/

Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española: https://dle.rae.es/?id=DgIqVCc