El nihilismo de Rusia a España – “Dostoievski y Baroja”
El nihilismo de Rusia a España – “Dostoievski y Baroja”
Convendría empezar este ensayo con una breve explicación del término nihilismo, su origen y el uso que se hace del término desde su creación. El nihilismo surge como una corriente de pensamiento; etimológicamente proviene de la palabra latina nihil, ‘nada’, y hace referencia a las doctrinas que promueven la inexistencia de valores o de creencias reales. Niega todo principio o dogma, y sostiene que la existencia carece de sentido: la vida no tiene explicación y, por tanto, no hay un fin último que perseguir en ella.
Según Nietzsche, el pensador nihilista por antonomasia, existen dos sentidos distintos para el nihilismo: el negativo y el positivo. El negativo se basa en la inversión de los valores, anteponiendo la vida a la razón. Además, postula que los valores que impone el cristianismo llevan consigo una animadversión hacia la vida y todo lo relacionado con ella.
El sentido positivo plantea que no se cree en nada de lo que existe, pero se busca la reconstrucción desde cero, intentando erradicar todo lo que se conoce y comenzar una nueva base ética en la que sustentar la sociedad; se elimina la idea de Dios y no se entiende como fiable seguir sus preceptos ni creer en él.
Una vez nos hemos acercado a este ambiguo concepto, podemos observar el uso que hacen de él Dostoievski o Pío Baroja. Tomaremos como ejemplo dos de sus obras más representativas: Memorias del subsuelo y El árbol de la ciencia.
Partimos de la hipótesis de saber que el nihilismo es una propuesta teórica que tiene una aplicación literaria en las obras mencionadas.
Podríamos decir que Dostoievski lucha contra un orden opresor en su novela, de una forma directa y brutal, con la que, a fin de cuentas, intenta decir, aproximadamente, lo que dijo Baroja con Andrés Hurtado: no hay nada por lo que luchar, ni por lo que existir, porque a fin de cuentas, todo es nada; no merece la pena salir de la posición en la que la sociedad ha terminado enmarcándonos, puesto que el esfuerzo de hacer algo es en vano. No hay una meta que alcanzar; no hay objetivos que conseguir.
En Memorias del subsuelo el autor plantea el desarraigo total respecto de la sociedad en la que vive su personaje y se muestra arisco ante todo lo que le rodea. El protagonista se encuentra inmerso en un retiro existencial en el que pretende explicar por qué se siente así, y hacer al lector empatizar con su visión y su modo de ver la vida. Andrés Hurtado, por su parte, lucha continuamente contra la voluntad, intentando minimizarla o exterminarla, a pesar de que realice este esfuerzo en vano, puesto que el resultado final es la muerte, haya o no lucha.
Respecto a esta lucha contra la voluntad, podemos decir que el protagonista de Memorias es un hombre inteligente que no hace nada. Encarna la opción, frente al hombre de acción por el hombre de inteligencia. Es un rasgo interesante que puede verse también reflejado en la obra de Baroja, cuyo protagonista no reacciona ante las circunstancias que lo rodean, sino que tan solo sigue viviendo de un modo enajenado, llevando a cabo luchas a pequeña escala que le hacen sentir “útil”. Esto plantea un problema con su propio entendimiento de la realidad, ya que no pretende hacer nada y sin embargo, termina haciendo algo; es un hombre infeliz porque “come continuamente del árbol de la ciencia”. No puede parar de categorizar aquello que lo rodea, y la imposibilidad de entenderlo y analizarlo todo lo lleva a esa infelicidad e incluso, más tarde, a la muerte.
Cómo máximo ejemplo de la pasividad y del no hacer nada para cambiar aquello que incomoda o disgusta, cabría mencionar al tío de Andrés, Iturrioz, quien se resigna por completo ante los hechos que le toca vivir, aunque con una actitud más que nihilista, epicúrea. Esta guerra contra la voluntad nos permite observar un claro ejemplo de la aplicación que tiene el nihilismo en las vidas de estos personajes.
Por otro lado, Dios no solo está ausente, sino que debe ser negado: un ejemplo claro de nihilismo es «el hombre en que soñaba nuestra tierra madre naturaleza cuando nos puso amablemente sobre la tierra» (Dostoievski, 2006, p.6), lo cual se dice irónicamente.
La negación de Dios es uno de los puntos principales de esta corriente de pensamiento, ya que, se comienza negando su existencia para erradicar todos los valores que condicionan la sociedad y así empezar de cero en la implantación de normas y concepciones. Entendemos que el protagonista sin nombre de Dostoievski se siente limitado y fuera de lugar dentro, ya no del Estado, sino del mundo. Esto puede verse también en El árbol de la ciencia, donde, desde el primer momento -incluso en el propio título- puede observarse una presencia continua de la ciencia y todo lo que tiene que ver con el estudio del mundo desde un punto de vista tangible y demostrable, basándose en la observación y la experimentación, e intentando aplicar leyes y etiquetas a todo lo que se ve, que es lo único que interesa, y para lo que se decreta que no hay explicación ni justificación que lo trascienda.
Por tanto, entendemos que nos encontramos ante dos autores de corte pesimista que, cansados de buscarle un fin último a su existencia, terminaron dándose por vencidos y resignándose ante lo que consideraban evidente: la nada. Todo este pensamiento se ve plasmado en su creación literaria y deja patente el punto de “desesperación” que alcanzaron.
Cabe destacar que el nihilismo es, en la época, un modo innovador de ver la vida que da, a los pensadores a los que no convence la idea de un ser superior que lo gobierne todo, una nueva razón de ser, la ‘no-razón’ de ser. Parece un mensaje vacío, pero es importante empatizar con esta corriente y pararse a meditar en que, a pesar de que «un nihilista es alguien que prefiere creer la nada a no creer en nada», todos necesitamos confiar en algo para que nuestras existencias no se encuentren carentes de sentido. Podemos llamarlo de cualquier modo, pero todos, por mucho que lo neguemos, depositamos nuestra confianza en una causa superior a nosotros mismos.
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