Hacia las estrellas – “Ad Astra”
Hacia las estrellas – “Ad Astra”
Ad Astra
Dirección: James Gray
Reparto: Brad Pitt, Tommy Lee Jones, Donald Sutherland
Duración: 122 minutos

Apenas un mes después del estreno de la tarantiniana Once Upon a Time in Hollywood, el actor estadounidense Brad Pitt (Shawnee, Oklahoma, 1963) regresa a la gran pantalla con un nuevo film, Ad Astra, dirigido por James Gray, responsable de otros títulos como La otra cara del crimen (2000), La noche es nuestra (2007) o El sueño de Ellis (2013). En un futuro que podría no ser muy lejano, el astronauta Roy McBride (interpretado por Pitt) vive bajo la carga de ser el hijo del mejor astronauta de todos los tiempos: Clifford McBride, interpretado por Tommy Lee Jones. Su padre, a quien no tuvo la oportunidad de conocer demasiado, desapareció casi veinte años atrás en una fracasada misión a Neptuno (el proyecto Lima) y ahora el gobierno le pide al protagonista que vaya en su búsqueda ante las graves amenazas a las que está siendo sometida la Tierra y, con ellas, la existencia de la vida tal y como la conocemos. Haciendo escala en las bases americanas instaladas en diversos puntos del sistema solar, McBride estará inicialmente acompañado por otros astronautas —destaca el papel de Donald Sutherland, que interpreta a un viejo compañero y amigo de su padre— para finalmente verse solo ante el peligro, ante lo desconocido: la grandeza del universo, pero también la asfixiante realidad que puede ser encontrarse a solas con uno mismo.
No son pocos los títulos de estética y temática similar que en los últimos años han copado la cartelera, con mayor o menor éxito: Gravity (2013), Interstellar (2014), Marte (2015). Con este nuevo estreno, la ciencia ficción parecía estar de enhorabuena al conjugarse en su cartel algunos de los elementos indispensables a la hora de llamar la atención de los posibles espectadores: una cara conocida protegida bajo un casco de astronauta, un par de vehículos rovers recorriendo la superficie lunar y una oración revestida de una, en apariencia, profunda reflexión (“Las respuestas que buscamos están fuera de nuestro alcance”). Sin embargo, después de más de dos horas de visionado, la sensación que le queda al espectador resulta ciertamente amarga: se trata de un largometraje descafeinado, a ratos prometedor pero aburrido y lento en su mayoría.
Si bien la introspección del personaje, que viaja solo durante largas jornadas en las que se cuestionará absolutamente todo —incluso a sí mismo—, y el dolor por la búsqueda del padre perdido consiguen captar el interés de la sala, la aventura interespacial de McBride termina careciendo de emoción y poniendo el foco en un mensaje sin fuerza y totalmente alejado de las expectativas iniciales: somos todo lo que tenemos. Ese debe ser el verdadero sentido de la vida. La historia del solitario protagonista se presenta poblada de numerosos tintes deprimentes hasta que una bombilla se enciende en su cabeza y le hace tomar un nuevo rumbo vital, como puede verse en los últimos cinco minutos, hecho que desvirtúa lo que se ha intentado reflejar durante el resto de la película. La más que respetable interpretación del oscarizado Pitt, una cuidada fotografía y la constante visión de las estrellas como telón de fondo se convierten así en los pocos puntos positivos del film, que, no obstante, quedan desprovistos de su valor en contraste con un guion pobre y un final acelerado. Puede resultar irónico pero Ad Astra no está a la altura de las estrellas, ni de las de la galaxia ni de las de su Hollywood natal.