Una novela cruel. “Humo”, de José Ovejero

por May 19, 2021

Una novela cruel. “Humo”, de José Ovejero

por

José Ovejero, Humo

Barcelona, Galaxia Gutenberg

144 páginas, 15,90 euros

Hablaba José Ovejero (Madrid, 1958) en La ética de la crueldad (Anagrama, 2012) sobre la literatura cruel, aquella que “provoca indecisión, incertidumbre y a la vez exige esfuerzo” y que “va en contra de las expectativas del lector y de la lógica capitalista.” En este sentido, Humo es una novela cruel. Aunque su argumento sea relativamente simple en cuanto a sinopsis, Ovejero no otorga ninguna respuesta que satisfaga el afán hiperracional de quienes buscan desentrañar la ficción como si se tratase de un puzle.

Si abro la reseña citando a Ovejero no es para tratar de explicar la novela a través de la mente de su autor (algo, por otro lado, imposible para la crítica) sino para resaltar esa disposición hacia la incertidumbre, hacia ciertos vacíos y silencios que a pesar de todo tienen significado. Podemos hacernos multitud de preguntas sobre el universo de la novela y sus personajes, sobre todos estos vacíos que se proponen en sus palabras, pero las respuestas que podamos o creamos obtener serán solo válidas para nosotros, escapando cualquier intento de objetivación o generalización. Humo es, ante todo, una novela sobre los sentimientos, complejos y humanos, de sus personajes —y los sentimientos no se comprenden acercándonos a la ficción o la realidad desde una lógica determinista.

No quiero indagar demasiado en el argumento de Humo, no por miedo a desvelar nada sino porque no es lo esencial de la novela. No obstante, trato de resumirlo en una frase: una mujer y un niño intentan vivir —no solo sobrevivir— en una cabaña en medio de un bosque. Resulta tentador decir que Humo es una novela postapocalíptica, pero los elementos que harían pensar en ello (supervivencia, escasez, muerte, desconfianza, desigualdad) no son suficientes para enmarcar a la novela en este género. Al fin y al cabo, se encuentran estos mismos temas en el día a día. Si Humo no es una novela postapocalíptica es principalmente porque no tiene interés en serlo, al menos no abiertamente, pero sí que hace pensar que quizá nuestra realidad comparta varios elementos asociados a este género (incluso si obviamos por un momento la pandemia del COVID).

Uno de los elementos más definidos y concretos de la novela —aparte de sus personajes— es la cabaña en la que transcurre la mayor parte de la acción. Este escenario sirve como nuestro nexo de unión con los personajes: parece que siempre estuvo ahí, para nosotros y para ellos. A través de sucesos horribles y hermosos, la cabaña es el lugar donde Ovejero explora la sensibilidad de sus personajes y, en cierta manera, de sus lectores.

La incertidumbre que impregna la narración de Humo sirve precisamente como catalizador de las sensibilidades de sus personajes. Si, en ocasiones, Ovejero huye de concreciones y ciertas explicaciones es porque su interés está en la realidad de las cosas y de los sentimientos; no hace falta nombrar estos últimos cuando se describen y se sienten. Tampoco es necesario dar nombre a los personajes porque se presentan a los personajes en sí mismos.

“Y, sin embargo me da igual saber cómo ese llama ese pico, cuál es el nombre de ese río; lo que pone en los mapas no me preocupa, sólo las palabras que definen y me acercan a una cualidad propia, única, de lo que toco o veo.”