La belleza de lo prohibido en la Rusia de principios del siglo XX. “Treinta y tres monstruos/ ¡No!” de Lidia Zinóvieva- Annibal

por Feb 3, 2021

La belleza de lo prohibido en la Rusia de principios del siglo XX. “Treinta y tres monstruos/ ¡No!” de Lidia Zinóvieva- Annibal

por

Lidia Zinóvieva- Annibal, Treinta y tres monstruos/ ¡No! 

Traducción de Miguel Ángel Chica Benayas

Madrid, Akal

160 páginas, 12,00 euros

Pese a que las injusticias y dificultades que enfrenta la homosexualidad en Rusia sean desgraciadamente un tema de actualidad, en 1907 aparece la novela Treinta y tres monstruos donde se narra abiertamente una historia de amor entre dos mujeres y que además está escrita por una mujer. Curiosamente, en su día y tras ser revisada por la censura, no se consideró que atentara contra la moralidad de la época – a pesar de algunas críticas-  y ese mismo año se publica una segunda tirada tras el éxito de la primera. En esta nueva edición de 2020 de Akal, se añaden a la novela siete relatos bajo el título de ¡No!, algunos nunca antes publicados y otros aparecidos en revistas y periódicos. Cabe destacar en esta edición la práctica y acertada introducción del también traductor de las obras Miguel Ángel Chica Benayas.

Lidia Zinóvieva-Annibal (San Petersburgo, 1866) nace y crece en una Rusia socialmente convulsa, entre el reinado de Alejandro II y la revolución de 1905. En el contexto artístico y cultural esto propicia que aparezcan nuevos estilos en todas las artes: se desarrolla el simbolismo, vanguardismo, modernismo, un realismo renovado entre otros.  Llega así la denominada Edad de Plata rusa, que abarca desde mediados de siglo XIX hasta principios de siglo XX y donde se enmarca la obra de Lidia Zinovéia: la primera escritora rusa que habla abiertamente de una relación lésbica en su novela Treinta y tres monstruos, escrita durante su romance con la también escritora Margarita Sabashnikova.

La autora nos presenta un texto escrito por la protagonista en forma de diario. Es una joven de la que no sabemos su nombre, solo que ha abandonado a su familia para irse a vivir con Vera, una actriz de algunos años más que ella y de la que está profundamente enamorada. Las dos mujeres son muy diferentes y conforman un tándem que comparte amor, pasión, sabiduría y ternura pero donde también conviven celos, inseguridades y crueldad. La idea central de la novela es la misma que podría definir la relación entre ambas: la búsqueda, importancia y prevalencia de la belleza por encima de todo. En muchos momentos parece que la idealización recíproca de ambas mujeres reside en algo tan frágil y efímero como es la apariencia exterior, la juventud, el momento del éxtasis en sí mismo. El lector solo conoce una parte de la versión de los hechos ya que la narración siempre está contada por la protagonista a través de entradas esporádicas en su diario (aunque en muchas ocasiones parafrasea o copia frases de Vera, la que también escribía un diario que terminó por quemar), lo que le da más dramatismo por las elipsis temporales que desvelan en muchas ocasiones episodios de conflicto y escenas de clímax.

Zinóvieva juega también con la ambigüedad de su propia voz y experiencia puesta en boca de la protagonista, sin dejar claro hasta donde llega el contenido autobiográfico ni siquiera si lo hay de verdad. De hecho, las reflexiones y opiniones que escribe en su diario van cambiando hasta llegar incluso a contradecirse. Encontramos un retrato muy crítico al mundo del arte y los artistas. Vera es una actriz de éxito acostumbrada a los halagos y frivolidades y encuentra en este ambiente el lugar perfecto para desarrollar sus múltiples personalidades. Es aquí donde la protagonista se encuentra de frente con los treinta y tres monstruos o “copias imperfectas” de sí misma.

Quizá una de las cosas más interesantes y “rompedoras” de la novela, más allá de la historia de amor entre dos mujeres, es la carga erótica y como está presente en la prosa de la autora y en la trama (teniendo en cuenta la fecha de publicación). La pareja no solo comparte un amor romántico y platónico (las referencias a dicho filósofo son recurrentes), sino que también practican y se profesan un amor y una pasión muy carnal: hay prácticas de fetichismo, juegos de sumisión y referencias a escenas religiosas que podrían parecer sacrílegas contadas con naturalidad y donde se remarca la complicidad entre amantes. La idea de lo sublime en el arte, en el amor y en la vida y la obsesión por conseguir la perfección en lo bello es, desde el principio, un presagio de la desgracia en este drama romántico.

En cuanto a los relatos, forman una colección de siete historias que su marido recopila para publicarse en 1918, once años después de la muerte de la autora. Coincide además con una guerra civil en Rusia que culmina en 1922 con la victoria del ejército rojo. Son relatos duros, oscuros y en su mayoría violentos. Principalmente tratan sobre la libertad (“Al otro lado de las rejas”) y la moralidad, así como sobre la muerte, el amor (“La gata”), la religión (“Pascua”), el sexo y el arte a través de personajes anónimos y muy dispares que casi siempre nos hablan en primera persona.

Lidia Zinóvieva- Annibal nos presenta un conjunto de imágenes muy bellas habitadas por personajes profundos y delicados que son capaces de hablar de lo extremadamente horrible y vulgar sin perder esa aura de pomposidad característica de la época.

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