La imaginación de los niños. “Niños”, de David Roas
La imaginación de los niños. “Niños”, de David Roas
David Roas, Niños
Madrid, Páginas de Espuma
120 páginas, 14,42 euros

“Niños”, la palabra evoca sentimientos contradictorios. Para algunos, interpela. Quienes deciden no tener hijos son constantemente interrogados. También hay personas que ven en la palabra un anhelo, algo que quieren en sus vidas. Dentro de ese grupo, habrá aquellos que saben que es un deseo frustrado, por razones que los exceden. Tampoco se puede omitir a los padres y madres, cuyas vidas están definitivamente alteradas por la llegada de nuevos integrantes a la familia. Finalmente, para casi todos, es una evocación del pasado, un término que dispara la memoria: todos fuimos niños, tuvimos miedos, alegrías, traumas y pérdidas. Poseemos, dicho en breve, un pasado que miramos con distintas emociones y que determina el presente. El título del libro de David Roas (Barcelona, 1965) es inquietante. No solo por los miedos que puede incitar, y que el texto explora, sino por su cualidad literalmente inquieta: el campo semántico de esta palabra, “niños”, parece móvil, cambia constantemente, se redefine.
Esta amplitud de significados es lo que da cohesión a Niños. Las historias que encontramos en cada uno de los cuentos son diversas: un hombre que espera el nacimiento de su hijo y escucha una misteriosa e imposible risa (“Vinieron de dentro de”); una pareja que ve cómo su vida está marcada por la presencia de su recién nacido (“La agonía del salmón”); un niño que asiste a un espectáculo de freaks (“Zoltar speaks”); un padre que vuelve, con su hijo, a la casa de la infancia (“Ancestros”); un pequeño que desarrolla una extraña relación con una “Alexa” (“Voces”); la reescritura de un relato de Shirley Jackson (“La (otra) lotería”); la historia postapocalíptica de una familia (“Subsistencia”). Esto da una idea de la amplitud del volumen, y quedan algunos ejemplos sin mencionar.
Los “niños” no son el único elemento aglutinante del volumen. Ciertos temas son recurrentes. Cabe subrayar la importancia del tiempo. No es extraño que la estructura misma del libro, dividido en cuatro partes según las etapas de desarrollo de los insectos (“Huevo”, “Larva”, “Pupa” y “Adulto”), apunte a la temporalidad asociada a la niñez. La infancia se extingue de manera inevitable, solo para dar paso a una renovación (nuevos infantes nacen cada día). Sin embargo, esta perspectiva evolutiva, el progreso del desarrollo del individuo (el insecto o el niño), es subvertida. Lo que el padre descubre en “Vinieron de dentro de” resulta incongruente con el estadio de desarrollo en el que se encuentra su hijo innato. El pequeño que protagoniza “Subsistencia” está encaminado a una adultez prematura. De esta manera, el libro de Roas, en su conjunto, desestabiliza las estructuras vitales, los distintos relatos muestran cómo la niñez y la paternidad no responden a los estereotipos a los que está asociada (la inocencia, la pureza, el crecimiento progresivo, etc.).
Esta subversión no se limita a la estructura. Siguiendo la línea que Roas ha trabajado en libros previos, este se puede clasificar dentro de la literatura no-mimética, con especial énfasis en el género fantástico. Encontramos elementos que parecen imposibles, que confrontan y obligan a cuestionar lo real. Retomando el tema del tiempo, “Zoltar speaks” plantea la posibilidad de una cronología no coherente con la percepción habitual de discurrir del tiempo. De forma análoga, algunos relatos muestran cómo, siguiendo las palabras de Valeria Luiselli que sirven de epígrafe, la imaginación de los niños desestabiliza el sentido adulto de la realidad. “Voces”, comentado previamente, y “Terrores nocturnos”, que relata las visiones terroríficas del hijo del narrador, dan un giro a esta idea y muestran su lado inquietante.
La advertencia inicial, que asegura que el libro está “inspirado en hechos reales”, sirve como referencia paródica a un tópico del género del terror (y a buena parte del cine hollywoodense, en el fondo). También, como sugestión para quien lee: lo límites de lo real pueden ser difusos y los elementos irreales que son narrados en los relatos desafían nuestra tranquilidad, muestran el lado turbador de lo cotidiano. La idea adquiere fuerza cuando percibimos efectos de vida, guiños que permiten sospechar de una autoficción fantástica (el uso del término es, lo reconozco, polémico). Tanto la advertencia como la posibilidad de rastros biográficos son manejados de forma irónica (y siempre con toques de humor), elemento característico de toda la obra de Roas y que maneja con maestría. Es esa estructura paradójica de la ironía, que acepta elementos contradictorios, la que acentúa, no solo lo inquietante de las historias, sino la amplitud semántica del término que da título al libro. Niños adentra a los lectores en las distintas faces de la infancia, buenas y malas, placenteras y dolorosas, pero siempre inquietantes.
Fotografía: © lsabel Wagemann.
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