No temas, no muerdo. “Miedo a los perros que me han dicho que no muerden”, de J. García Rodríguez.

por Abr 2, 2020

No temas, no muerdo. “Miedo a los perros que me han dicho que no muerden”, de J. García Rodríguez.

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Miedo a los perros que me han dicho que no muerden, de Javier García Rodríguez.

Madrid, SM

144 páginas, 12,25 euros

Tras la publicación de Mi vida es un poema (2018) y bajo el título que acoge un verso del aclamado escritor estadounidense Raymond Carver (1938-1988), “Miedo a los perros que me han dicho que no muerden”, Javier García Rodríguez (1965, Valladolid) profesor universitario y escritor, vuelve abriéndonos la vía de la vida de un adolescente. El poemario, perteneciente a la campaña “Orgullosa de ti” de la editorial SM, se vuelve veraz, cercano y actual con la estética de las ilustraciones en tonos pastel de Naranjalidad (Beatriz Ramo). Porque complementan de manera idónea a los textos, aportando conversaciones de WhatsApp e Instagram y tuits de dos supuestos usuarios, un joven y una joven.

¿Existe la posibilidad de comprimir en ciento cuarenta y cuatro páginas la ajetreada vida de un adolescente? Los adolescentes se levantan sabiendo que a las ocho y media comienza el espectáculo. Una entra al instituto, otro llega tarde, no sabe a dónde, pero llega tarde. Las clases siempre son un cúmulo de sentimientos, de hormigueos y de sacudidas que solo se salvan por la campana. Ahora se subsiste con las redes sociales: la desnudez frente a ellas antes que frente a una misma. Ellas te conocen. Al menos, eso dicen tus seguidores. Pero ¿quién te da la alarma para saber quién eres? La respuesta a esa pregunta es la que trata de dar el autor. Para ello, te reta con un verso: “Amor al primer toque, ¿juegas?” El libro es el aviso dulce que cualquiera espera. La alarma a tiempo. El prevenir antes de tener que, tardíamente, curar. Es un día. Es decir, un mundo en la vida de los jóvenes y las jóvenes. Un mundo que empieza a las siete y media de la mañana, que comprime las horas para postearlas en redes y vuelve poesía las clases de Química. Asimismo, en ese munedo, la cafetería es el lugar predilecto para conversaciones inacabadas porque las rupturas se escriben por las tardes —y por WhatsApp—.

Entre estas páginas, repletas de críticas hacia el consumismo y hacia los estereotipos de la publicidad, García nos vuelve reconocible y palpable esta vida adolescente. Con pensamientos breves, ironías e ingenio, el autor se introduce y logra introducirnos en ella. Nos habla de las primeras inseguridades, del anhelo de la infancia de las niñas —que hubiesen preferido caer mil veces de la bicicleta antes que romperse el corazón—. Nos habla del amor como accidente porque siempre acaba en “poca cosa, comienza a decir alguien/para lo que podría haber sido». Además, incluye homenajes literarios que reviven a Ulises, gritan “¡Viva Rosalía! (de Castro)” o parafrasean a Lope de Vega para hablar de la violencia de género —en formato WhatsApp, por supuesto—, en una mezcla entre cultura, género poético y contemporaneidad que está más que lograda.

Esta obra no es una obra inaprensible. Menos aún para lectores y lectoras adolescentes. Probablemente, por el título, que engancha desde el primer vistazo. O probablemente porque al abrirlo se conecta inmediatamente con el verso de Roger Wolfe: “Te levantas de la cama y es la guerra”. O quizá, si ya no eres adolescente, porque al detenerte en las ilustraciones y acariciarlas, vuelves a tener catorce o quince años. Porque leerlo te da sensación de velocidad. De llegar, de nuevo, siempre tarde. Y fantaseas con la idea de haber tenido entre tus manos un libro así cuando eras más joven. Un libro o tan solo un verso. No solo por la actualidad que trata ni por los poemas fielmente construidos, sino por las adolescentes fuertes, futuras mujeres, que representa. Por lo didáctico que aparece en su compacto soporte, por la viva y esperada llamada que despierta. Por todo ello, humildemente podría apelar a profesoras y profesores, a madres y padres, para que se lo acerquen a adolescentes. Podría dirigirme también, tendiéndoselo en mano, a todas las Gossip Girls, las Élite de Manhattan, reinas del Flow y a los lobitos buenos; decirles que este libro les entiende y es idóneo para ser leído con su lista preferida de Spotify de fondo. Pues, como bien cierra el libro, al fin y al cabo: “Están los que están”.

“¿Lo dices en serie? / de esta no me libro”.