“Promare”. Una parodia al anime de acción.
“Promare”. Una parodia al anime de acción.
Promare
Dirección: Hiroyuki Imaishi
Historia y guion: Kazuki Nakashima
Reparto: Kenichi Matsuyama, Taichi Saotome, Masato Sakai, Ayane Sakura
Productora: Trigger y XFLAG
Duración: 1 hora 51 minutos

Promare (2020) es una película de animación japonesa producida por el estudio Trigger, escrita por Kazuki Nakashima y dirigida por Hiroyuki Imaishi, dúo que ha trascendido el mundo del anime por ser los creadores de las famosas Kill la Kill (2013) y Tengen Toppa Gurren-Lagann (2007). Aunque se estrenó por primera vez en Japón en mayo de 2019, no ha llegado a la cartelera española hasta el 23 de octubre de este año.
Esta última producción del estudio Trigger apuesta por un shonen con un grupo de bomberos como personajes protagonistas. Galo Thymos será el encargado de luchar contra Lio Fotia, el líder de un grupo terrorista, y contra los Burnish, mutantes que amenazan la seguridad del resto de civiles con su habilidad para controlar el fuego.
Promare reúne las características clásicas del estudio Trigger, heredadas de otro conocido estudio, Gainax, donde Hiroyuki Imaishi trabajó en el archiconocido Neon Genesis Evangelion (1995) y el ya mencionado Tengen Toppa.
El diseño de los personajes principales, sobre todo del protagonista, Galo, siguen el mismo esquema que se puede observar en otras obras del estudio. La animación tampoco innova mucho en este sentido: colores neones, brillantes y expresivos; los movimientos de los personajes son rápidos; la cámara retrata las escenas desde diferentes ángulos, muy contrastados entre sí. Todo esto genera el movimiento y el dinamismo que es costumbre no solo en el estudio sino en el género de los mechas o robots controlados por pilotos.
Ya hay muchas críticas en internet que alaban la maravillosa animación y la espectacular banda sonora, sin embargo casi todas coinciden en que la historia es un reciclado de clichés dentro de los shonen y del propio estudio. Plana y con personajes arquetípicos sin mucha profundidad, así es como más se la ha descrito. Sin embargo, las diversas opiniones también coinciden en que la historia parece ser simplemente una excusa para trasladar a la gran pantalla una sucesión de imágenes y sonidos que, convertidos en una narración en sí misma, son suficientes no solo para entretener al espectador, sino para emocionarle por completo.
A pesar de todo ello, es posible que se pueda hacer otro tipo de lectura. Promare se puede entender como una parodia de estos shonen de los que se viene hablando. El shonen es un género dentro de la animación japonesa que va dirigido a un público masculino joven. Las tramas suelen girar en torno a las aventuras de un adolescente o de un grupo de amigos; las escenas de luchas son bastante recurrentes y pueden llegar a durar varios capítulos; además, los discursos sobre la valentía y la amistad son típicos de estas historias. Estas características suelen ser motivo de burla y risas por parte del fandom ya que en muchos casos trascienden lo absurdo. La intensidad de los discursos mencionados resulta hiperbólica y en muchos casos hace referencia a unos temas inverosímiles como la comida en Shokugeki no soma (2015) o la ropa en Kill la Kill y acaban resultando completamente irracionales.
El guion que presenta Promare hace uso de todos y cada uno de los tropos usados en los shonen y los mecha y la vehemencia con la que expresan estos discursos y estas escenas de acción y los manifiesta en forma de parodia. Al contrario que otros animes que también satirizan la figura del “héroe de anime” como One Punch-Man (2009), la última entrega del estudio Trigger enfoca su narración en la exageración absoluta de estos elementos para resaltar lo absurdas y poco creíbles que resultan ser, en muchos casos, estas figuras épicas. En Promare la recurrencia a la valentía y la superación de los miedos se une a la metáfora sobre el ardor del fuego a la hora de crear discursos motivacionales. Estos interrumpen en numerosas ocasiones el ritmo de la historia, del mismo modo que lo hacen las constantes transformaciones de los mechas y la sobreexposición de títulos heroicos. Un ejemplo muy esclarecedor de esto es una de las luchas finales entre el héroe y el villano en el que transmutan un incontable número de veces sus respectivos robots para adaptarse a un nuevo medio de lucha, con su correspondiente nombre cada vez que se forma una máquina nueva. Por si no queda claro a lo largo de la película el tono satírico esta escena no deja rastro alguno de duda.
Cada elemento de Promare, desde el guion hasta la animación, los planos o la banda sonora, resulta exagerado hasta la extenuación. Parece irónico, por lo tanto, el balance con el que se conjuga cada parte de esta producción para lograr su propósito. Finalmente el espectador puede disfrutar del típico anime de acción y aventuras con el añadido de la peculiar animación y la maravillosa banda sonora. Y, además, si se quiere dar una vuelta de tuerca a lo que a simple vista parece ser una historia nimia y simple, también se puede disfrutar de una fantástica crítica a los estereotipos más comunes del mundo del anime.
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