Triángulo de contrastes. “El embarcadero”
Triángulo de contrastes. “El embarcadero”
El embarcadero
Creadores: Álex Pina, Esther Martínez
Reparto: Verónica Sánchez, Irene Arcos, Álvaro Morte
Temporada: 8 episodios (50 minutos aproximadamente c/u)

Álex Pina y Esther Martínez Lobato parecen afincarse en la renovación de viejas tramas, algo que ya ambicionaron con su exitosa La casa de papel (2017). Esta serie, a simple vista, presentaba la evolución de un robo común, mientras que en su totalidad albergaba una narrativa compleja que llegó a revolucionar el panorama televisivo nacional (e internacional). Ahora se aventuran hacia lo que se ha llegado a catalogar —como si la cosa fuese tan sencilla— bajo el denominador de thriller romántico. Su nueva propuesta, El embarcadero (2019), se aproxima al conocido argumento del dualismo vital, en este caso, de Óscar, que ha construido dos vidas paralelas: una en Valencia como marido de Alejandra y otra en la Albufera siendo la pareja de Verónica. Es capaz de compaginarlas a la perfección hasta el momento en el que su camino se ve interrumpido y, consecuentemente, se desvelan todos sus secretos.
El cuerpo de Óscar aparece como un inesperado caso de suicidio que lleva a Alejandra a descubrir la doble vida que ocultaba su marido. Traspasando torbellinos de emociones y cambios constantes en sus actos, la esposa del difunto acude a encontrarse con “la otra” y, para su sorpresa, experimenta un viaje por la empatía y la comprensión. ¿Sería posible que Óscar amase de forma equivalente a ambas mujeres, a su vez, tan diferentes entre sí? Instintivamente, Alejandra, bajo la tapadera nominal de “Martina”, entrará en ese ambiente natural en busca de respuestas, causas posibles de la decisión final de su marido. Su investigación casi detectivesca se sustenta sobre el engaño a la residente de la Albufera valenciana. Esta, además, le sirve de apoyo emocional, tal vez el único posible ante la incomprensión de sus amistades y familiares. Verónica es el reflejo exacto de su dolor, pues las dos han sufrido la misma pérdida que ahora afrontan juntas.
La experiencia de Óscar se conoce por medio de flashbacks a momentos anteriores a su muerte. Una muerte que, desde el inicio, se acoge con ventaja al insinuarse como un asesinato encubierto. De esta manera, se entrecruza la trama sentimental (pausada y tranquila) que ocupa la mayor parte de la producción y, a veces, cae en la sobreexplicación, repitiéndose información ya conocida; y la trama de suspense que revela ciertos tintes policiacos (de ahí su clasificación de thriller romántico). Su disposición, aunque excesivamente desigual, recurre a las variaciones inesperadas de intensidad para marcar la dinámica de la historia. Desarrollan el tema amoroso a lo largo del capítulo y, al final, recurren a un avance de la intriga del asesinato para enganchar al espectador. Sin embargo, a medida que avanza la producción, esta última temática le gana terreno a la sentimental.
La serie innova con una reflexión sobre las relaciones poliamorosas basada en la distancia entre los personajes de Alejandra —una arquitecta urbanita de mentalidad cuadriculada— y Verónica —la encarnación de la libertad y lo salvaje, además del rechazo a los prejuicios— que completan un triángulo amoroso. Esas diferencias son potenciadas por una fotografía idealista que indaga en la belleza, apartándose de la realidad en ciertos momentos, como ocurre con las imágenes de una Albufera utópica con una naturaleza alejada de la hostilidad. Se crea un universo que coordina, al mismo tiempo, un plano vertical de tonos fríos para representar esa Valencia de edificios ascendentes; y un plano horizontal, que traslada al “eterno verano” de la Albufera a partir de una gama cromática cálida. En el centro se encuentra Óscar, que es incapaz de renunciar a la armonía perpendicular de ambos mundos. El diálogo acerca del poliamor es posible gracias a esos contrastes, pero no sería eficaz si los universos y personalidades de las protagonistas fuesen más cercanos.
Los creadores de esta nueva serie producida por Movistar son conocidos por no concluir las historias en sus primeras temporadas, dejando al impaciente espectador lanzando maldiciones a la inocente pantalla. Esto ya se vivió al finalizar la primera entrega de La casa de papel con el canto partisano Bella ciao. Así pues, con El embarcadero no iba a ser menos. Su final deja a medias, con ganas de un segundo plato. Resignados, solo queda volver a visionar sus primeros ocho capítulos y esperar la llegada de su continuación que, al haber completado prácticamente el plano sentimental, promete un incremento de la acción y la investigación policial.
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