Un vuelo a través de la memoria: “El otro nombre”, de Jon Fosse
Un vuelo a través de la memoria: “El otro nombre”, de Jon Fosse
El otro nombre, Jon Fosse
Traducción de Cristina Gómez Baggethun y Kirsti Baggethun
Madrid, De Conatus
18,90 euros

Un año después de que se publicase la impactante Trilogía, la editorial De Conatus vuelve a traernos a Jon Fosse con El otro nombre (Septología I). Recién salida a la calle con su particular prosa hipnótica sin puntos, lenta, El otro nombre es el primer volumen de lo que parece que va a ser un trayecto literario muy especial: Septología. Se trata de un lanzamiento internacional en el que los sellos que publican al autor en las distintas lenguas de cada país se unirán para dar el pistoletazo de salida a esta aventura en la que está absolutamente inmerso el autor, quien, como Ishiguro, parece que jamás va a poder quitarse esa distinción de eterno aspirante al Nobel.
Sin duda, el aprendizaje que deja la lectura de esta nueva novela de Fosse es la capacidad innata con la que es posible deslizarse sobre la memoria. Quizás, porque es esa libertad con la que se mueve Fosse sobre la literatura la que nos permite sentirnos de esa manera. En El otro nombre no existen ataduras ni corsés de ningún tipo, y esto en gran medida lo causa el recurso que diferencia a simple vista a esta novela de cualquier otra: la falta de signos de puntuación. Así es como se va construyendo un relato que se aleja de cualquier convencionalidad; que parte de pensamientos y visiones, y obliga a indagar profundamente en la condición humana. Poco a poco los lectores se ven atrapados, cautivados por un ritmo y una música que crean ese carácter hipnótico de la narración. Fosse, en una entrevista para El País Semanal, ya hacia hincapié en esta característica de sus relatos: “Para mí escribir es escuchar, es un acto más musical que intelectual. En un texto la forma debe ser extremadamente exacta, cada coma, cada cambio está medido para que al leer puedas sentir las olas, un latido, y el cambio de ritmo según avanza la trama.”
Esta narración tiene como protagonista a Asle, un afamado pintor, viudo, que ha dejado el alcohol y busca el sosiego mientras realiza un viaje introspectivo a su pasado. La novela discurrirá continuamente entre la realidad y el ensueño, a través de un largo y profundo monólogo (en algunos casos incluso repetitivo) salpicado de imágenes y de escenas deslumbrantes. El autor logra construir un completo juego de espejos, de identidades que se borran a sí mismas, que luchan por sobrevivir.
Fosse no busca inventar una historia simbólica, mítica en cierta medida. No quiere ni siquiera contar una historia. Aquí se deja llevar por ese vuelo a través de la memoria y demostrar cómo somos capaces de crear algo así y por qué –en algunas situaciones– lo necesitamos. Nos introduce en la vida cotidiana de un hombre que es artista, y que solo se dedica a ese arte como si estuviera inhabilitado para la vida normal. Y este hombre, que ya no vive –sino que sobrevive– después de la muerte de su mujer, no es capaz de encontrar satisfacción alguna durante el transcurso de su vida. Y reza, reza para superar el tedio a esta gran limitación. Puede ser que los términos miedo y angustia no se relacionen habitualmente con la limitación, pero en este relato se ve claro: tan solo el recuerdo del primer amor o de la muerte de un familiar, el recuerdo de las experiencias infantiles y juveniles donde todavía no estaba impuesta esta limitación, nos traen la vivencia de la libertad y el juego.
El otro nombre es un libro que puede adscribirse a la literatura radical, que no le concede nada al pensamiento coyuntural. Un libro pensado desde el deber de vivir del ser humano que carece de certezas. Es una búsqueda en la experiencia en lo común sin salir de nuestra más profunda intimidad.
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