Un trampantojo en la literatura. “Mañana tendremos otros nombres”, de Patricio Pron
Un trampantojo en la literatura. “Mañana tendremos otros nombres”, de Patricio Pron
Patricio Pron, Mañana tendremos otros nombres
Madrid, Alfaguara
264 páginas, 17,95 euros

La palabra trampantojo surgió como tecnicismo empleado en el campo del arte. Nació de la lexicalización de “trampa ante ojo” (del francés trompe l’oeil, según reza la etimología popular). Se refería así a un efecto logrado en la pintura y, a veces, en la arquitectura: el engaño a la vista mediante el uso de la perspectiva o entornos arquitectónicos, de manera que lo que en realidad es una superficie plana o casi plana, se percibe como un espacio dotado de profundidad y volúmenes entrantes y salientes; lo que se da muchísimo en murales y frescos de techo. El significado del término trampantojo, sin embargo, ha sobrepasado los límites de lo arquitectónico en las últimas décadas. Como sucede con muchas de las palabras que se utilizan de manera habitual, se ha extendido su ámbito de uso hasta referirse a la “trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es”, como aparece definido en su entrada del Diccionario de Lengua Española. “¿Qué es un trampantojo en la cocina?”, reza el título de una entrada de RTVE de 2015, haciendo alusión a los juegos visuales en la presentación de los platos de la alta cocina.
Y, ¿qué es un trampantojo en la literatura? Cuando Mañana tendremos otros nombres (2019) recibió el premio Alfaguara de novela, las opiniones del jurado la definían como “un texto sutil y sabio, de gran calado psicológico”; “la autopsia de una ruptura amorosa que refleja la época contemporánea de manera excepcional”, evitando dirigirse a ella utilizando el término “novela”. Y es que acercarse al último escrito de Patricio Pron (Rosario, Argentina, 1975) pensando que se trata de una novela es caer en la trampa que el escritor ha ideado, la ilusión con la que intenta hacer ver al lector que su obra es algo que no es. Las vivencias de Él y Ella que se narran a lo largo de las páginas de Mañana tendremos otros nombressirven solo como pretexto para cartografiar la sociedad contemporánea; para realizar un análisis sobre las relaciones como objeto de consumo, los límites de la propiedad individual o la importancia de los objetos materiales en la vida de las personas, así como la creación de debates, como el que se establece en torno a las nuevas masculinidades.
La separación de una pareja innominada en el Madrid del siglo XXI se erige como telón de fondo sobre el que los protagonistas, y con ellos el lector, reflexionarán sobre el (mal) uso de las redes sociales a la hora de intentar construir relaciones afectivas duraderas. Los personajes que pueblan las páginas de Mañana tendremos otros nombres sirven al propósito de ejemplificar la tensión entre el agotamiento de la fórmula monógama tradicional y la aparición de nuevos modelos de relación amorosa, la fragilidad de las relaciones poliamorosas y el establecimiento y ruptura continua de relaciones personales efímeras, que pueden conllevar, como bien saben los protagonistas, consecuencias mucho más duraderas que el idilio amoroso.
La obra que concibe Pron va “más allá del amor” y de las relaciones. La apertura y cierre de librerías regentadas por vendedores que no conocen las obras que ofrecen al comprador potencial, la visión del escritor y del lector como figuras marginales, la reducción de los productos culturales a su dimensión económica y el consumismo masivo de una sociedad caprichosa y voluble son algunos de los temas que aparecen en la obra de Pron. Pero el problema sobre el que gira Mañana tenemos otros nombres es mucho más concreto y profundo, y es el mismo que obsesiona al protagonista masculino: el proceso de construcción de la identidad:
A lo largo de toda su vida había aspirado a disfrutar de una posición privilegiada para contemplar esas batallas sin participar de ellas, pero los acontecimientos de los últimos meses habían cambiado las cosas: también habían cambiado —era evidente— la forma en que Él y Ella pensaban en sí mismos, y muy pronto tendrían otros nombres […] A diferencia de muchas personas, Él siempre había pensado en la identidad como un punto de llegada, nunca como uno de partida, y pensó que tal vez tendría que escribir sobre ello en alguna ocasión, como hacía siempre que trataba de entender algo.
A lo largo de la historia de la literatura se han escrito muchas novelas con una clara intención crítica, con la voluntad de establecer un modelo de reforma social o incitar a la reflexión. La diferencia entre esas novelas y la obra que propone Pron reside en el tono intimista, la profundidad de las reflexiones y la manera de encajarlas; que es lo que lleva a quien se acerca a Mañana tendremos otros nombres, constantemente, a dudar del género al que se enfrenta en su lectura. Mas, sea verdad o sueño… escribir bien es lo que importa. Y crear una obra capaz de explotar tantos temas, de establecer tantas incógnitas, de abrir tantas esferas de debate y de proponer un diálogo tan rico con el lector es algo que merece, como mínimo, el premio Alfaguara. Aunque sea de novela.
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