Una voluntad inquebrantable. “Soledad”, de Víctor Català
Una voluntad inquebrantable. “Soledad”, de Víctor Català
Pocos son los lectores que han oído hablar de esta obra cumbre de la literatura catalana. Víctor Català, pseudónimo de la autora Caterina Albert (Girona,1869), escribió este drama rural para la revista Joventut, sufriendo diferentes dificultades hasta su publicación debido a, como cuenta su autora, la Guerra Civil española. La novela constaba en un principio de 20 capítulos, pero por petición de la revista, Albert la redujo a 18. Durante la ocupación de su casa en plena Guerra Civil, la autora cuenta que se perdieron dos capítulos inéditos de la novela, conservando simplemente unos fragmentos que fueron rescatados y publicados en la misma edición que más tarde recogerá y acercará a los lectores Trotalibros Editorial.
Albert decidió acoger el pseudónimo Víctor Català cuando, tras ganar los Juegos Florales de Olot de 1898 con un monólogo teatral, el galardón se le fue retirado por ser una mujer, entre otras razones. Desde entonces, la autora decidió mantenerlo siempre que publicaba y por ello, a pesar de que Trotalibros ha rescatado esta joya para los castellanohablantes en pleno siglo XXI, se ha mantenido el pseudónimo en vez del nombre real. Como la mayoría de sus coetáneas que se dedicaban a las artes y a las letras, Català fue silenciada, como cuenta Jan Arimany, editor de Trotalibros Editorial, por las críticas de los novecentistas, a pesar del éxito internacional que tuvo su obra Soledad.
Una de las mayores dificultades con las que se ha encontrado su traductora Nicole D’Amonville a la hora de rescatar esta obra en castellano, es que la autora inventó un dialecto catalán para uno de sus personajes. D’Amonville explica en una nota previa a la novela en esta maravillosa edición de tapadura que decidió llevar a cabo una “traducción cronológica’’, remontándose a la lengua española de los tiempos de Cervantes.
Soledad es una historia que comienza al pie de la montaña que Mila, la protagonista, y su marido Matías ascienden para llegar a una lejana ermita de la que han de hacerse cargo. Pronto, los sinsabores de la vida matrimonial comienzan a hacer estragos: Matías es un marido fantasma; un hombre irresponsable, holgazán, insípido, que revolotea alrededor, pero que tiene a su mujer completamente abandonada y del que tienen que hacerse cargo como si fuera un niño. Sus paisajes están inspirados en el Massís de Montgrí, lugar al que su autora fue una única vez de excursión el día de su santo, y cuya topografía manipula a merced de su imaginación.
Una obra sobre crecimiento personal, de superación; es una obra introspectiva, sensorial, evocadora y con una carga erótica notoria. La montaña es un personaje más que acompaña e influye a Mila, en sus sensaciones, sus emociones, su evolución. Será con la ayuda de las relaciones que Mila teje con el pastor Gaietà y el pequeño Badiret, y su fuerza interior que podrá sobreponerse a las dificultades y luchar por su felicidad. Los personajes son entrañables, y la descripción que Català hace de los paisajes y las estaciones poseen mucha belleza. Además, la autora permite a los lectores echar la vista atrás y convertirse en espectadores de cómo era la vida campesina catalana del siglo XX, así como transformarse en un oyente más de las leyendas contadas por el carismático pastor; factores que acabarán cautivandolo por completo. La atmósfera que describe puede, asimismo, inducir al lector a recordar otras grandes obras de la literatura de la altura de Los Pazos de Ulloa, de Emilia Pardo Bazán, Cumbres Borrascosas, de Emily Bronte o Jane Eyre, de Charlotte Bronte.
Es el final de Soledad lo que sin duda hará que el lector termine completamente enamorado de esta gran obra, porque ese final es fuerza, es esperanza. Ese despertar de Mila, esa autoafirmación, ese romper con todo que desgarra el corazón de cualquiera pero que es tan liberador al mismo tiempo. Esto es, quizás, lo que distingue a esta obra, haciendo que sobresalga de cualquiera de las comparaciones a las que haya podido someterse durante su lectura.
Los lectores de esta historia quedarán con ganas de seguir descubriendo a esta magnífica autora y no evitarán preguntarse cuántas obras y autores quedarán por descubrir de otras lenguas peninsulares que no cuentan con tantas traducciones al castellano o con tanta repercusión; y se reafirmarán, sin duda, en la riqueza cultural que nos rodea y la cantidad de mundos y de puertas que abre la lectura.