Vidas de iceberg. “El mundo según Mark”, de Penelope Lively

por Dic 11, 2020

Vidas de iceberg. “El mundo según Mark”, de Penelope Lively

por

Penelope Lively, El mundo según Mark

Traducción de Alicia Frieyro

Madrid, Impedimenta

336 páginas, 22,80 euros

La editorial Impedimenta ha rescatado de la mano de la traductora Alicia Frieyro una novela imprescindible de la británica Penelope Lively (1933, El Cairo): El mundo según Mark. La obra, finalista del Booker Price en 1984, aparenta ser una clásica novela de amor, pero pronto rompe sus esquemas y destapa la profundidad de su argumento. Mark Lamming ―biógrafo de profesión, casado como estatus― se dirige a la antigua mansión de Dean Close, en el condado de Dorset, para investigar sobre la vida del afamado escritor Gilbert Strong. Allí reside la nieta de Strong: Carrie. Ella, lejos de formar parte del mundo literario, se encarga de trabajar en el centro de jardinería que ha abierto en la misma mansión. De ahí en adelante, el lector espera la típica historia de enamoramiento y aventuras extramatrimoniales y, pese a que Mark sí que llega a enamorarse (o a creerse enamorado) de Carrie, nada sucede como marcan los estereotipos. La ficción toma un rumbo único, inesperado y con una frescura que se agradece. Deja de lado las pomposidades y opta por innovar, cosa que consigue a partir de una profunda caracterización de los personajes y, sobre todo, del de Carrie.

La nieta de Strong es todo un enigma en la primera parte de la novela. Si bien al principio se sospecha que va a adecuarse al canon femenino de la época, pronto se descubre que Carrie no sigue los patrones de comportamiento asociados al amor romántico y, cuando lo hace, es con pasividad y apatía. Carrie es el espejo de toda mujer a la que le han enseñado que debe subordinarse a los deseos y sentimientos de los hombres para no ser una marginada social. De esta forma, ella se siente incómoda y no es dueña de sus propias decisiones ―salvo en lo que concierne a la jardinería y a su amor por las plantas―, puesto que siempre quiere contentar a todo el mundo. La transformación de Carrie, su descubrimiento del mundo y de sus propios sentimientos son de los aspectos más significativos del libro. No obstante, aun siendo un personaje no canónico e independiente, la historia pierde su afán rupturista en cuando Carrie, a la que critican por no encajar en el círculo intelectual de Mark, empieza a introducirse, precisamente, en ese círculo. Si desde el principio de la novela tan solo está interesada en su jardinería y no en tener una familia, al final acaba emparejada y pensando en el futuro. Si no mostraba un mínimo interés por la lectura, de tanto insistir Mark acaba interesándose por ella. En parte, podría decirse que Carrie es un personaje con un gran crecimiento interior, pero este se siente, al final, impuesto por agentes externos, siempre como una mujer condenada a las decisiones ajenas.

Esta no sería sino tan solo la superficie de la novela de Lively. La autora se sirve de la trama amorosa para atrapar al lector ―así como también le sirve como temática estereotípicamente femenina para encajar, al igual que Carrie, en el campo literario―, pero también se vuelven fascinantes otros motivos como pueden ser los viajes, las reflexiones en torno a la percepción de la naturaleza y, ante todo, de la literatura.

El cometido de Mark es escribir una biografía del difunto Strong. Para ello, dedica sus horas a investigar cada carta, libro y documento sobre él. Se vuelve un trabajo obsesivo que deriva en cavilaciones muy pertinentes sobre la realidad de lo vivido, la facilidad de esconder “los trapos sucios” y la preocupación por dejar un rastro impecable en la vida. La identidad de una persona, en este caso el abuelo de Carrie, se concibe como una imagen caleidoscópica, donde se hace imposible encontrar un único discurso verídico sobre su persona. Cuestiona la unicidad de las identidades humanas y, a su vez, reflexiona sobre la figura del biógrafo como el entrometido que busca destapar todo lo que se intentó ocultar en vida. Entonces asaltan preguntas al lector: ¿son necesarias las biografías minuciosas sobre los autores?, ¿hasta qué punto se liga su obra literaria a su figura autorial?, ¿es la indagación en su día a día una forma de destruir su postura de autor? Todo ello queda diluido de igual manera que queda diluida la idea de verdad; porque todo se vuelve ficción, y una biografía escrita por Mark no sería más que una versión de la realidad dentro de las múltiples posibilidades; una visión del mundo.

Y es que, en definitiva, El mundo según Mark trabaja las percepciones de la vida ―como esa Carrie amante de las flores o ese Mark que vive a partir de los libros― y, en especial, revisa los prejuicios, los problemas del deseo humano y del canon de belleza. Todo ello acompañado de la prosa de Lively que nos lleva a rememorar otros tiempos, con un estilo adjetivado que aterrorizaría a cualquier editor actual. La lectura es, sin embargo, ávida y nos ayuda a envolvernos de todas esas posibilidades identitarias. Porque al fin y al cabo el “yo” es un mirarse al espejo y decir, como le dicen a Carrie: “¿te das cuenta de que eres como un iceberg?”.

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