Entre hombres y fiestas. “No es un río”, de Selva Almada

por Jun 9, 2021

Entre hombres y fiestas. “No es un río”, de Selva Almada

por

Selva Almada, No es un río

Barcelona, Random House

144 páginas, 15,10 euros

El río es el elemento que no solo comunica a los habitantes de una isla con el continente, sino que es también el testigo silencioso de las aventuras juveniles y de adultez de tres viejos compinches. El río es implacable como la naturaleza boscosa que envuelve a la isla, se mantiene presente a lo largo de la novela de Selva Almada (Entre Ríos, 1973), No es un río. Como en toda novela realista, los personajes que protagonizan la historia, a pesar de ser comunes, encarnan cierta complejidad psicológica, con comportamientos ilógicos y un carácter bastante diferenciado. Cada uno incurre en un acto de rebeldía, de maldad, de transgresión.

No es un río se centra en un viaje corto de dos amigos de vieja data con el joven ahijado de uno de ellos. A lo largo de la novela el lector conocerá la historia de vida de cada uno, íntimamente relacionadas entre sí. Al comienzo se narran las vidas de Enero, Eusebio y el Negro. Los tres amigos comparten amores, alegrías y secretos; son cómplices a pesar de algunas desavenencias. Posteriormente, a medida que la historia avanza, Almada va presentando otros hechos y otros personajes hasta que la trama se entrelaza, manteniéndose en un ir y venir constante entre el presente y el pasado, pero no por ello el lector pierde el rumbo, aparecen los conflictos y finalmente se va desenvolviendo con sutileza.

La narración transporta al lector sin titubeos a las escenas de pesca, al baño en el río, al juego de cartas, al asado y al vino, y también a aquellos momentos en los que se bebe cerveza o tereré, se ceba y comparte el mate, tan tradicionales en el lugar donde se sitúa la historia. La autora retrata tanto a los habitantes de la isla como a los forasteros y permite que el lector los acompañe a visitar sus recuerdos, emociones y vivencias, como el coqueteo, las parrandas y los escapes de casa de dos chicas que solo buscan diversión. Asimismo, en medio de este escenario, Almada aborda la violencia sin rodeos en diversas circunstancias: la pesca de una raya, el aborto clandestino, las peleas masculinas, la muerte accidental.

La forma detallada y precisa pero bella en la que la historia se narra atrapa al lector desde el inicio. El estilo de Almada no es barroco, por el contrario, la riqueza de la narración se halla en la naturalidad, espontaneidad y autenticidad de los personajes y de los diálogos. Las características propias no solo de la variedad rioplatense sino, también, de las particularidades lingüísticas del interior del nordeste de Argentina y el lenguaje a veces coloquial a veces vulgar encuadran la historia en un contexto específico y le dan expresividad narrativa. Además, la descripción tanto de los ambientes íntimos, como lo es una casa, hasta el paisaje que rodea al río, al pueblo y a los lugares por donde transitan los personajes traen a nuestra memoria las líneas de La vorágine (1924) del colombiano José Estacio Ribera, a la inolvidable Doña Bárbara (1929) del venezolano Rómulo Gallegos y a Huasipungo (1934) del ecuatoriano Jorge Icaza.

Sin lugar a duda, es posible afirmar que esta novela de Selva Almada está a la altura de la mejor producción literaria latinoamericana contemporánea, lo cual invita a leer sus dos novelas anteriores, El viento que arrasa (2012), y Ladrilleros (2013). Con No es un río (2020), la novela que aquí reseñamos, Almada completa la saga que denomina «trilogía de varones». La novela cierra magistralmente con un episodio en el que aquellos dos viejos y el ahijado huyen por el río, apabullados, y las chicas se entregan al sueño, cansadas, en el silencio de la noche.