Futuro editorial y otros miedos. “Dobles vidas”

por Jun 5, 2019

Futuro editorial y otros miedos. “Dobles vidas”

por

Dobles vidas

Dirección y guion: Olivier Assayas

Reparto: Guillaume Canet, Vincent Macaigne, Juliette Binoche

Duración: 1h 48m

Puede que sea por la calidad de los efectos especiales; por las estrellas y sus alfombras rojas; o, tal vez, por las sagas que seducen a los grupos de fans. Muchas son las posibilidades para atraer al público y conseguir que acuda religiosamente a los estrenos cinematográficos; mas lo que es evidente, en lo que respecta a las salas de cine, es el predominio de las grandes producciones. Estas llegan con puntualidad y suelen ser, en su mayoría, de procedencia estadounidense. Pocos son los cines que se atreven a proyectar películas de carácter más independiente o de orígenes variados. A pesar de ello, algunos títulos consiguen perfilarse sobre el panel de la cartelera, a la vista de los espectadores más curiosos. Este es el caso del nuevo filme de Olivier Assayas: Dobles vidas. Como toda película francesa, esta producción llega con meses de retraso y es que su estreno depende del impacto producido en el país vecino y de lo reconocibles que sean los nombres subtitulares, como los de Juliette Binoche o Guillaume Canet, en este caso.

En Dobles vidas, todos los personajes descubren su vulnerabilidad ante la posible obsolescencia de sus vidas. Assayas introduce la crisis de la industria editorial ante una indudable adversaria: la tecnología. Presenta la figura de Alain, un editor parisino que se debate entre la tradicionalidad del papel y el paso a los libros electrónicos o los audiolibros. Todas las novedades del mercado se alzan frente sus ojos. Esta problemática lleva a que se establezcan conversaciones que reflexionan sobre el final del libro como producto físico. Este es un tema que parece haber quedado atrás. Aunque hace unos años el papel sí se vio amenazado por el ebook, ahora la convivencia entre ambos es posible o, incluso, puede que el uso del libro digital haya disminuido ante su reciente subida de precio.

La película no solo se centra en el mundo de las editoriales, sino que también trata asuntos políticos y sociales a partir de la idea de las “dobles vidas” que transmite el título. Cada personaje esconde a sus allegados parte de su realidad, sobre todo en lo que concierne a las relaciones. Se sucede una cadena de infidelidades que simbolizan ese deseo de cambio. Esos engaños se enlazan con una vida profesional que no les es satisfactoria: Alain como editor que se ve obligado a mirar hacia el futuro; su mujer, Selene, como actriz atada a un papel de televisión que la oprime; y otro personaje, Leonard, como escritor estancado en su literatura especular. En cierto punto, sorprende la impasibilidad de los personajes ante los cambios que sufre su vida profesional y privada, pero se entiende que las emociones las llevan por dentro para mantener su red de mentiras que tal vez pueda acabar por romperse.

Precisamente, el personaje de Leonard introduce otro de los temas que está en boga en las últimas décadas: la autoficción. Es un autor incapaz de escribir una novela que se aleje de su propia persona y, según se repite varias veces a lo largo de la trama, es bastante transparente a la hora de retratar a la gente que le rodea. Esto le lleva a afrontar diferentes polémicas sobre su obra que, a su vez, dan pie al guion a introducir reflexiones sobre este modo ficcional. No es la primera vez que se trata la autoficción en los medios audiovisuales. Sin ir más lejos, no hace mucho veíamos en Dolor y Gloria a un Banderas como espejo de Almodóvar, o a Berto Romero en la serie de Movistar, Mira lo que has hecho. Además, en Francia varios son los actores y directores que ya se han decantado por este medio: Guillaume Canet en su Cosas de la edad (en francés, Rock’n’ Roll) y la serie Huge in France de Gad Elmaleh.

Con una paleta de color suave y una luz tenue durante toda la película, el espectador es absorbido al interior del día a día de los personajes. Lo importante es la naturalidad, hasta en el sonido ambiente: el bar, la calle, el ruido del silencio… En contraste con lo natural, apuesta por las largas escenas de debate entre individuos de clase acomodada. Esa posición social y sus diálogos recuerdan a las comedias de Woody Allen, aunque Assayas resbala en la repetición de ideas, que puede hacer que el espectador pierda el interés. Sin embargo, el ritmo de la peli y los cambios de perspectivas entre personajes mantienen su atención; y no faltan las risas que conducen a la única conclusión que no se deja para la meditación del público: “pero el cambio debe seguirse, no sufrirse”.

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