Un problema verdaderamente serio: “Litus”
Un problema verdaderamente serio: “Litus”
Litus
Director: Dani de la Orden
Reparto: Alex García, Adrián Lastra, Marta Nieto, Belén Cuesta, Quim Gutiérrez, Miquel Fernández
Duración: 85 minutos

Albert Camus advertía, en El mito de Sísifo (1942), que el suicidio es el único problema filosófico verdaderamente serio. A pesar de las discusiones que pueda inspirar una afirmación tan grande, no deja de ser cierto que el pensador francés apunta a una de las cuestiones más complejas que enfrenta cualquier persona: saber si la vida vale la pena o no, preguntar por el sentido de nuestra existencia. No sorprende, por tanto, que el suicidio haya sido, también, un tema recurrente en el arte, desde las tragedias griegas hasta nuestros días, pasando por las idealizaciones del romanticismo y tantas otras variantes en torno a un problema tan profundamente humano. Litus, película dirigida por Dani de la Orden que adapta la obra de teatro homónima de Marta Buchaca, se suma a esta tradición. Sin embargo, no formula la pregunta de forma directa, no se centra, como es usual, en el suicida y sus motivaciones. En cambio, explora los conflictos que surgen en quienes sobreviven a la persona que decidió, para decirlo como Camus, que la vida no tenía sentido.
Meses después de que el personaje que da título a la historia se quitara la vida, estrellando una van contra un muro, sus amigos se reúnen en la que fue su casa. El lugar está ahora habitado por su mejor amigo y compañero de piso, Pablo (Álex García), y por Marcos (Adrián Lastra), que ha perdido su trabajo y sigue obsesionado con su exnovia, Su (Marta Nieto). Ella será la última en llegar a la reunión. Antes conoceremos a Laia (Belén Cuesta), la ex de Litus; a Toni (Quim Gutiérrez), su hermano; y a Pepe (Miquel Fernández), con quien tenía un dúo musical de poco éxito. El reencuentro es convocado por el hermano del suicida, que asegura tener cartas para cada uno de los integrantes del grupo de amigos.
En su estructura, la película recuerda a la obra de teatro que la precede. La acción ocurre, casi en su totalidad, en un único espacio, en el cual los personajes se ven forzados a dialogar. Por un lado, esto produce, en el espectador, la misma sensación de encierro y agobio que viven los amigos de Litus, quienes estarán obligados a enfrentar una realidad que todos, de una u otra manera, han buscado evitar. Por otro, la estructura refleja una de las grandes virtudes de la obra: un guion ágil, coescrito por Buchaca y de la Orden, que en ningún momento pierde el ritmo y que indaga en la psicología de cada uno de los protagonistas. Lo complejo de dicha tarea y la efectividad con la que se lleva a cabo son el mejor argumento para defender la calidad del filme.
La muerte es un problema de los vivos. Por tanto, el suicidio es una interpelación y una crisis para quienes conocieron y quisieron a la persona que decide quitarse la vida. Perder a un ser querido siempre representa un quiebre, pues la desaparición desestabiliza nuestra existencia. El mundo, como lo entendíamos, deja de funcionar y es necesario reinterpretarlo. Pero cuando el fallecido ha muerto por mano propia, esto adquiere unos matices específicos: ¿cómo reconstruir el sentido cuando enfrentamos un hecho que parece afirmar, de forma contundente, la carencia absoluta de sentido? Los personajes del filme de Dani de la Orden enfrentan esta pregunta: la gran paradoja de los protagonistas está en cómo, al continuar la vida, parecen estar traicionando a Litus. Algunos han logrado encontrar el éxito o han intentado rehacer sus vidas a partir de la perdida. Otros, en cambio, son incapaces de moverse hacia adelante.
Que la historia se centre en los amigos del suicida no implica que la psicología de este, las razones que lo llevaron a realizar un acto tan complejo, sean menos importantes. Por el contrario, reflexionar sobre los efectos que el suicidio tiene en familiares y amigos es una forma de indagar en la existencia de alguien que decide poner fin a su vida. No es casual que sea el personaje ausente el que da título a la película. Litus acaba por poner en el centro de atención lo difícil que es comprender a quien decide que la vida no tiene sentido, incluso para quienes creyeron conocerlo a la perfección. Pero, al mismo tiempo, subraya la necesidad de empatizar, de entender. Las historias que cuentan los protagonistas, sus conflictos, son piezas de un rompecabezas que nunca acabará de estar completo.