A falta de traducciones. “Un amor”, de Sara Mesa
A falta de traducciones. “Un amor”, de Sara Mesa
Sara Mesa, Un amor
Barcelona, Anagrama
192 páginas, 17,90 euros

Las novedades literarias, en nuestros días, son tantas que es llamativo el fenómeno que sucede con ciertos autores; en cuanto aparecen sus nombres en todas las librerías, el tiempo se detiene y una agradece —“por fin, un nuevo libro de…”—, se sorprende —“¡¿otro libro?!”— o, incluso, deja escapar un grito de emoción. La emoción de los reencuentros. Sin duda, la escritora y periodista Sara Mesa (1976, Madrid), entrevistada hace tiempo para Contrapunto, provoca en los lectores asiduos esa misma ilusión por volver a sus páginas, por sumergirse de nuevo en sus escrituras. Si bien es cierto que, en un principio, el título de Un amor puede repeler a ciertos lectores, la pintura de Gertrude Abercrombie utilizada en la portada supone una declaración de intenciones. Esta sugiere a la perfección el aroma del libro: el desequilibrio, el desasosiego. Aunque, a decir verdad, tampoco se aleja mucho de los títulos de sus anteriores novelas (Cicatriz, 2016; Cara de pan, 2018; entre otras); todos ellos compactos y abiertos a interpretaciones, como invitando a que se descubra su verdadero significado.
En especial, Un amor es una novela sobre significados. La protagonista Nat se traslada a La Escapa, una pedanía en pleno paisaje rural —¿castellano?, ¿andaluz?, ¿todos y ninguno a la vez?—, para dedicarse a sus labores de traducción. Del mismo modo que ella no domina la traducción literaria y tropieza con todas las cuestiones que este ámbito alberga, Nat tiene que hacer frente a los significados de la burbuja social en la que ha penetrado. La gente de La Escapa experimenta la llegada de Nat, pero ellos ya tienen conformada su sociedad, un círculo cerrado donde todos conocen las normas implícitas y los rasgos de comportamiento. Nat siempre será una intrusa, como si hubiese alterado el hábitat natural de sus pobladores. La trama de Un Amor nace, entonces, de ese lugar desapacible y, sobre todo, de la relación de Nat con los habitantes de La Escapa: el casero, el hippie, el alemán, los vecinos de fin de semana… Es en ese entorno social donde su oficio de traductora fracasa también, porque no es capaz de desentrañar el significado de ese lenguaje utilizado en La Escapa; un idioma que pareciera igual que el de Nat pero que no se codifica del mismo modo; un idioma donde todo queda en el plano de la ambigüedad. Esta falla en la comunicación produce en ella una falta de entendimiento que provoca el declive paulatino de su bienestar.
Desde la perspectiva de la protagonista, el lector ingresa en esa ruralidad de aura casi irreal y entra a formar parte de las decisiones de Nat. Mesa siempre ha destacado por la lectura activa de quien la lee, en concreto, por la alta involucración que se puede llegar a tener en el transcurso de la historia. Es una autora que no acepta como inamovibles los juicios morales de la sociedad y juega con sus límites. Este aspecto ya está presente en otras obras de Mesa, pero en Un amor los dilemas realmente parecen plantearse hacia el lector. Este levanta la mirada del libro, toma aire y sabe que, sea cual sea el camino que tome Nat, no quedará indiferente. Sin embargo, esta reacción no se reduce a esos momentos, sino que se van acumulando, según avanza la trama, produciendo un fuerte desasosiego, aunque lo suficientemente oxigenado como para que la lectura siga siendo agradable.
A través de esa inquietud constante, Un amor muestra una visión sobrecogedora de las relaciones interpersonales: reflexiona sobre la cara oscura de la amabilidad; sobre la culpabilidad, las obsesiones; y sobre las relaciones de poder y los comportamientos autoritarios. Esto la lleva a exhibir el funcionamiento de los roles de la sociedad, en especial, los aplicados al género y a las relaciones afectivo-sexuales, a partir de los ritos de seducción y el poder de las expectativas. “¿No es eso lo previsible, lo que se espera de un hombre?”, se pregunta Nat al principio de la novela. Lector y personaje se deconstruyen página a página y ayudan a dilucidar la naturaleza de estos comportamientos. Estos, cuando llegan a su final, siempre quedarán con preguntas en el aire, pensamientos que asaltan en los momentos más inesperados. Porque este es el perfecto ejemplo de que no se necesitan grandes tramas épicas para condensar la esencia humana, tampoco culebrones enrevesados. Un amor tan solo necesita de la sencillez de la escritura de Mesa, siempre pulida y trabajada, para atrapar desde la primera página, como le sucede a Nat en cuanto pone un pie en ese extraño lugar que es La Escapa.