La nostalgia por la raíz. “Todo lo que crece”, de Clara Obligado
La nostalgia por la raíz. “Todo lo que crece”, de Clara Obligado
Clara Obligado, Todo lo que crece
Madrid, Páginas de Espuma
109 páginas, 13,30 euros

La noción de identidad diaspórica, proveniente los textos de Gilles Deleuze y Félix Guattari, contrasta con la visión de una raíz, aferrada a la tierra, buscando nutrientes bajo la superficie. Más allá de la metáfora, la idea que se expresa puede ser sintetizada con relativa facilidad. Las personas ya no se definen por un origen fijo, causa de todo lo posterior. En cambio, las personas se esparcen a lo largo del globo, generando formas conflictivas de identidad. Por un lado, el yo se define en el tránsito, en el nuevo espacio habitado. Por otro, no se deja de voltear la mirada hacia el lugar de proveniencia. ¿Qué prevalece? En Una casa lejos de casa (2020), Clara Obligado dio una respuesta compleja y, por esto mismo, acertada. El extranjero se define en el constante tránsito, en la desubicación, en el no sentirse de ninguna parte. En Todo lo que crece, la escritora muestra la otra faz del problema, recordando que Miguel de Unamuno estaba en lo cierto, nos hacemos desde las contradicciones.
El nuevo ensayo, contraparte del anterior, plantea una vuelta al origen, literal y metafórica, un regreso a la tierra y a la naturaleza. Así inicia el texto: “Hay un origen”. A continuación, describe el lugar de nacimiento del texto: “Estoy sentada en una terraza. Cruje un sillón pintado de blanco. En la esquina, un tiesto, que entonces llamo maceta. Lo veo casi en otra dimensión. Es un geranio, o malvón, como se le dice en mi tierra”. La voz ensayística recuerda la ruptura identitaria al subrayar la disociación lingüística (una cosa, dos nombres). Hace eco del libro de 2020. Al mismo tiempo, se apunta hacia la otra dirección. La tierra original es mentada a través de un posesivo. Dicho de otro modo, frente a la escritora extranjera, que veía en el tránsito la única identidad posible, esta voz ensayística comienza aseverando la búsqueda del origen. Siguiendo esta línea, la primera parte, “Sur” es un retorno a la infancia. Tenemos un acceso al pasado de Obligado (o de la figura que la reemplaza en el texto) y a los paisajes rurales que definieron el inicio de su vida. Es ahí donde se aprende el deseo de leer “la naturaleza como si fuera un libre”. Lo cual no deja de ser una forma de interiorización, lo que se busca es: “Leernos”. Esta idea recuerda a ciertos discursos de la modernidad filosófica. Sin embargo, el contraste es evidente, donde los pensadores de la ilustración veían un espacio donde ejercer el dominio de la razón, Obligado ve una potencialidad distinta, metafórica, vital.
La segunda parte, “Norte”, retoma el problema central de casi toda su literatura, la extranjería. Encontramos a una persona diferente, que busca el origen a través del presente. La naturaleza sigue siendo el eje de las reflexiones y el reencuentro con el campo y lo vegetal es una reconfiguración del origen. Es aquí donde la metáfora que da título al ensayo adquiere toda su potencia. En el mundo natural, el presente parece ser, en todo momento, una promesa de futuro. Una semilla es la promesa de un árbol. Luego, los tiempos se entrelazan: el reencuentro con el campo que vive la voz ensayística recupera algo del pasado y se proyecta hacia el futuro.
La nostalgia por el origen es, en el fondo, una estructura metafórica. Antes que una necesidad por reafirmar la raíz, Todo lo que crece explora una manera de concebir la escritura del “yo”. Nos encontramos frente a una forma de escritura autoficcional. La voz ensayística se escribe a sí misma y lo hace a través de una reflexión sobre la naturaleza. Este vínculo entre la creación literaria y lo natural es discutido en las páginas del libro: “No puedo dejar de comparar la escritura con la naturaleza, mis estrategias literarias se acercan cada vez más a ella, es la dueña de una economía impecable, todo se reutiliza y lo que muere se convierte en abono. La tensión de los textos, esa necesidad primordial de contacto y palabras”. No es un secreto que la idea de “naturaleza” es histórica, está atada al contexto que la produce, cambia con los años y los discursos. El libro de Obligado, a un lector poco atento, puede parecer que apela a una forma de esencialismo. Sin embargo, parte de la premisa ontológica de que vivimos inmersos en el mundo y de que este, también, existe a través de nosotros. El texto propone una forma distinta de ecologismo: debemos cuidar lo natural porque es una forma de cuidarnos, debemos volver a la naturaleza porque es la única forma de encontrarnos a nosotros mismos.