Metafísica y vida. “Maldito Espinosa”
Metafísica y vida. “Maldito Espinosa”
Maldito Espinosa
Texto y dirección: Sergio Santiago Romero
Ayudante de dirección: Paula Montero
Dirección de arte: Cristina Sanz
Dirección musical: Rosa Fernandez
Dirección técnica: Marta Santiago
Escenografía: Alberto Villegas
Diseño de luces: Luz Carrillo
Reparto: Luz Carrillo, Fernando Salamanca, Sara Moreno, Víctor Plaza, Alejandro Sánchez, Paula Solís y Diego Valverde
30 de octubre, Pasillo Verde
2 de noviembre, Corral de Comedias de Alcalá

La obra presenta tres niveles al público. Para empezar, escenifica una suerte de performance que, para un espectador desinformado (sobre la vida de Baruch Espinosa y su relación compleja con el judaísmo), no tendrá relación aparente con la historia que se despliega a continuación. Inmediatamente, se presenta a los personajes centrales y las circunstancias en las que están envueltos: un Erasmus español, estudiante de ingeniería, viaja a Ámsterdam, ansioso por independizarse de la casa materna y vivir esa forma frívola de bohemia tan propia de los universitarios. En las personas que conoce, vemos el otro rostro de esta manera de vivir. Especialmente, en una historiadora del arte y en su hermano, estudiante de filosofía. El último introduce el tercer nivel de la obra: la filosofía moderna, la metafísica. De forma concreta, el pensamiento del filósofo que da título a la obra.
Maldito Espinosa es una obra sobre el tránsito a la adultez. Como tal, presenta los temas propios de este tipo de historias: la búsqueda de independencia, el descubrimiento de nuevas maneras de ver el mundo, la interpelación a la identidad y a lo que la define. También presenta un motivo conocido. Un hecho trágico servirá como catalizador para poner el punto final a la juventud (a la era de ingenuidad y despreocupación) y marcar el inicio de una nueva etapa vital. Hay que sintetizar. Miguel es el Erasmus que viaja a Ámsterdam. Se enamora de Marga, que no parece tener ningún interés en él. Sin embargo, se entabla una amistad. Juan, obsesionado con Espinosa, es el hermano de la historiadora del arte. Es un chico retraído, callado, obstinado y de difícil trata. Entre él y el ingeniero sociable y despreocupado, casi su opuesto, surgirá una improbable amistad.
Lo que inicia como una estrategia de Miguel para acercarse a Marga, acaba en una relación entrañable y compleja, verdadero centro de la obra. Los diálogos entre el protagonista y Juan son el eje en torno al cual se entrelazan los distintos niveles. Los incisos de corte filosófico, en los que se indaga en torno al pensamiento espinosista, se explican a través de la mente del estudiante de filosofía y se hacen menos abstractos a medida que avanza la obra, pues se escenifican como conversaciones entre los personajes, conversaciones que tendrán ecos en la vida de cada uno de ellos. Asimismo, la vida y la obra del pensador moderno adquiere forma en escena. Pero no de manera literal. A las escenas que representan la historia de los protagonistas, se intercalan otras de corte simbólico, reflexivo. Muestran la complejidad de Espinosa, vista en todo momento desde la mirada de Juan, cuya obsesión académica se funda en problemas psicológicos que desembocaran, como hemos dicho, en un final trágico.
En resumen, una de las virtudes del texto de Sergio Santiago Romero (que también dirige) es su forma de hilar los tres niveles. Lo que en un principio puede parecer (ya se ha dicho, para un espectador desinformado) una obra un tanto hermética, no tarda en mostrarse como un aparato orgánico que seduce al público. La puesta en escena muestra la íntima relación entre filosofía y vida, algo complejo si consideramos la cualidad abstracta y hermética del pensamiento espinosista (una de sus obras clave se titula Ética demostrada según el orden geométrico). El crédito de esto se debe, en buena medida, al trabajo de los intérpretes, que saltan a través de los distintos niveles de la representación sin problemas, e interpretando en ocasiones más de un papel. Al concluir, en un giro metaficticio que no detallaremos para no destripar la historia, se muestra cómo las distintas formas de abstracción de la obra (filosófica, simbólica), en tanto que manera de aproximarse a la realidad, no son otra cosa que expresiones vitales. Maldito Espinosa desafía a quienes estamos en las butacas, invita a entender cómo la filosofía es, en un sentido profundo, una forma de poesía que explora la complejidad humana.